CAPITULO 1.- LA LLAMADA
Capítulo 1
La Llamada
Narra Cinthya
Tengo casi un mes en donde todos los días es lo mismo; despertarme, ir a la universidad, limpiar,lavar,cocinar,estoy cansada de esta rutina asfixiante, la casa se siente tan sola y eso es algo a lo que no creo poder acostumbrarme.
Gracias al cielo he contado con el apoyo de mi amiga Carolina y su novio Daniel, ellos me han brindado una amistad incondicional. Han estado presentes en esos momentos en los siento que no puedo más.
Lo único que puede calmar toda esta ansiedad es recibir la llamada de algunas de las compañías en donde deje mi hoja de vida, por ahora puedo sostenerme con parte de los ahorros que tengo pero no quiero malgastar ni un solo centavo, estoy comprando solo lo necesario. Camino de un lado a otro rogándole al cielo que mis plegarias sean escuchadas.
«siento que voy a enloquecer»
Me siento en el sofá abrazando mis piernas recordando como era el despertar de cada maravilloso día junto a mis padres, de cierta manera es como si aún estuvieran aquí.
Flashback
—¡Buenos días mi niña! —Saluda mamá con cariño.
—Buenos días madre. —Le doy un abrazo y un tierno beso en la frente.
—Siéntate que ya voy a servir el desayuno. —Sonríe con dulzura.
—¿Dónde está papá? —Pregunto desconcertada.
—En un momento viene, está en casa del vecino que lo llamó un momento. —Muerde una tostada.
Mientras esperamos a papá para desayunar, estamos conversando sobre unos bordados que mamá tenía que entregar, ella se dedicaba hacer toda clase de manualidades pero lo que más le gustaba era bordar, estamos tan concentradas conversando que no supimos cuando entró papá a la casa, se encontraba parado en el umbral de la puerta escuchando con mucha atención todo lo que estábamos conversando hasta que mamá sintió esa mirada penetrante y volteo viendo al amor de su vida.
—¡Qué hermosas están mis reinas! —Sonríe con picardía— Creí que ya estaban desayunando.
—Cielo sabes que siempre comemos juntos. —Toma su mano— Nunca empezamos a comer sin tí.
Tenemos un gran desayuno lleno de mucha alegría y felicidad, estos son algunos de los mejores momentos que tenemos a diario, y con las ocurrencias de papá hace mucho más placenteras las cosas.
Miro mi reloj de pulsera y ya es hora de ir saliendo, lo apresuró diciendo que lo espero en el auto, ya que él es quien me acerca a la universidad.
Entro al auto esperando a que salga, los minutos pasan y nada que llega me decido a tocar la corneta unas tres veces seguidas para que se apure. Me causa risa la cara de pocos amigos que trae, se que no le gusta que haga eso porque esa corneta hace un escándalo de los mil demonios, pero era la única forma de hacerlo salir. Se despide de mamá con un tierno beso y un fuerte abrazo como lo hace a diario.
Sube y emprendemos el rumbo a nuestro destino, por el camino empieza a leer la cartilla como lo hace todos los días, que estudie mucho, quiere que sea una profesional, que aproveche la gran oportunidad que tengo y que sobre todo luche por alcanzar mis metas y lograr mis sueños.
Llegamos a la universidad y antes de bajar me da un abrazo y la bendición, deseando que tenga un excelente día, no puedo contener esas pequeñas lágrimas que salen de mis ojos cada vez que dice esas tiernas palabras.
Salgo del auto y espero a que siga su camino, no entró sino hasta que lo veo perderse en el cruce de la esquina.
Fin Flashback
Se que no será nada fácil reponerse a esta pérdida, cuando mamá falleció él estuvo para consolarme, pero ahora sin él será mucho más difícil, no tengo el apoyo de nadie más y tengo que ser muy fuerte.
Aprovecho el día de hoy para limpiar la casa a fondo ya que no tengo clases hoy, en la universidad tienen una reunión académica y se llevaran toda la mañana en eso. Comienzo por la planta de arriba,pero cuando llego a la habitación de mis padres se me hace un nudo en la garganta y siento que el corazón se me arruga como una uva pasa, respiro hondo y cuento hasta 10 para calmar las ganas de llorar que tengo.
«Cinthya tienes que ser fuerte»
Abro la puerta y todo está como papá lo había dejado en la mañana, esa en donde horas más tarde recibiría la peor noticia de mi vida, quito las sábanas sucias colocando unas limpias, recojo lo demás y salgo de la habitación.
La mañana se pasa en un abrir y cerrar de ojos, me doy una ducha rápida antes de preparar algo para el almuerzo. Mientras estoy en el baño escucho sonar mi celular.
«¡Joder!» Salgo enjabonada, busco entre el desorden que tengo en mi cama el celular y no lo encuentro, comienzo a lanzar al piso todo a mi paso y por fin lo encuentro debajo de la almohada.
—Aló, ¿Quién es? —Respondo agitada.
—¡Buenas tardes!, por favor con la señorita Cinthya Miller. —Preguntan al otro lado de la línea telefónica.
—Sí, ella habla. —Respondo emocionada.
—Le hablamos de la Compañía Carter & Asociados, para que asista el lunes a las 7:00 de la mañana a una entrevista de trabajo en el departamento de recursos humanos.
—Ok señorita, muchas gracias. —Cuelgo la llamada— Gracias a Dios por escuchar mis plegarias.
Lanzo el celular en la cama, me fui corriendo al baño para quitarme el shampoo y el jabón que tengo por todo el cuerpo. Salgo del baño y me pongo ropa cómoda y bajo a la cocina para preparar el almuerzo.
Estoy muy concentrada cuando suena el timbre y se me hace extraño porque no estoy esperando a nadie, veo por el ojo mágico de la puerta y es mi amiga Carolina.
«A buena hora viene, la mosca les avisó que estaba cocinando»
—¡Hola baby! —Grita Carolina— Pasaba por aquí y me dieron ganas de hacerte la visita.
—Si claro, pasa. —Hago una mueca— Creí que pasarías el día con Daniel.
—No querida, él por su lado y yo por el mío. —Pone los ojos en blanco— Tengo derecho a respirar aire puro, él es un fastidioso.
Regreso a la cocina para voltear la pechuga y apagar el arroz,no me queda de otra y le brindo un poco de comida a mi amiga inoportuna. Mientras comemos no deja de hablar como cotorra, eso me exaspera tanto.
Terminamos de comer y por lo menos me ayudó a lavar los platos.
—¡Oye! ¿Qué te parece si salimos a dar un paseo?. —Pregunta dudosa— Este encierro te debe estar volviendo loca.
—Hum… No lo sé. —Hago una mueca— Está bien, aunque no lo quiera admitir necesito un poco de aire fresco.
Me cambio la ropa que tenía por una deportiva, meto mi celular en el bolsillo del suéter y salimos a dar nuestro pequeño recorrido. Por el camino vamos conversando de teman banales y aprovecho para decirle que me llamaron para una entrevista de trabajo.
—Amiga me alegro mucho por tí. —Me da un gran abrazo— Espero que te vaya muy bien y te den el empleo.
—Eso espero Caro. —Me encojo de hombros— Siento que me estoy volviendo loca con tanto encierro.
Seguimos nuestro camino y una vez estando en el parque lo primero que veo es el carrito de los helados, me dio un antojo y no dude en ir por uno, bueno mejor dicho dos porque tengo a la tragona detrás de mí.
Pido dos barquillas de chocolate, cuando me entregan la primera se la llevo a ella, me paro a esperar que me entreguen la mía y cuando voy de regreso viene un tonto en su bicicleta llevandome por el medio y callendo sobre mí.
«Hoy no es mi día» Falta que me orine un perro, intento quitarme al idiota que está encima de mí y para mi gran suerte es el mismo que me auxilio en la salida de la compañía.
—¡Parece que te encanta estar en el suelo! —Rie con sarcasmo— No estaré para salvarte toda la vida.
—No seas idiota y quítate. —Lo empujo— Por tu culpa me ensucie.
Se levanta sacudiendo su ropa y tendiendo su mano para ayudarme a levantar, niego con la cabeza ante lo que acaba de pasar.
—Ahora tienes que pagarme mi helado. —Cruzo mis brazos— Fuiste el culpable de que se cayera.
—Pide los que quieras, gustosamente te los compro. —Guiña un ojo.
Pongo los ojos en blanco por lo que dijo y voy al puesto de helados y esta vez pido una cesta de galleta con 4 sabores «le va a salir cara la gracia». Yo saboreo mi helado mientras él se encarga de pagar.
Antes de retirarse se acerca a mí acortando la distancia, estamos muy cerca y sin perder la oportunidad susurra a mi oído:
—Tal vez te cobre el extra del helado. —Deja un pequeño beso en mi cuello.
Me regala una sonrisa y guiña un ojo para luego perderse entre la multitud.
«¿Qué carajos fue todo eso?»Siento como me tiemblan las piernas y pienso que es una jodida broma.
Carolina se acerca a preguntar y ya me imagino que va a preguntar.
—¿Quién es ese bombón? —Se lo come con la mirada— Eres mala por no presentarlo.
—Deja de hablar tonterías. —Sigo comiendo mi helado— Ni yo sé cómo se llama, lo conocí el día que fui a llevar la hoja de vida.
—Amiga solo espero que cuando lo vuelvas a ver y estés conmigo tengas la amabilidad de presentarlo. —Sonríe coqueta.
—Carolina, ¿Te vas o te quedas? —Pregunto con molestia.
En vista de que ella no se inmuta en hacerme caso ya que tiene la mirada perdida en el desconocido, me doy la vuelta tomando el camino que me llevará de regreso a casa.
Al entrar a mi humilde hogar lo primero que hago es ir directamente a la cocina, saco la jarra de agua de la nevera para quitar de mi paladar el exceso de dulce.
Me siento en el sofá y prendo la tele para buscar una programación y poder entretenerme mientras pasan las horas.
Me estaba quedando dormida cuando mi celular empieza a sonar, veo en la pantalla y es una llamada de la última persona que no desearía escuchar en estos momentos...