Introducción
En la mágica nación de Dorelly, El Levidor había acabado con el setenta por ciento de los magos en su contra. Era un hombre impiedoso, cuya sensibilidad era nula. Sus más fieles seguidores cumplían con júbilo las ordenes que él acataba, y cada vez más, el mundo colapsaba. No sólo el mundo mágico, sino el de los crieter; criaturas que no poseían magia.
¿Quién diría que su salvación estaba más cerca de lo esperado? Un inesperado 31 de diciembre de 1993.
Toda la comunidad mágica estaba en total desconcierto ante lo sucedido, nadie se explicaba como el temible Levidor había llegado a casa de los Peacock y jamás había salido de ahí. No fue la madre, ni el padre, sino el pequeño Harvey Peacock quien lo venció y aseguró su muerte.
Al final de cuentas, la razón no importaba, todos estaban de fiesta y el pequeño Peacock sería recordado como lo que era: una leyenda, un héroe, cuya historia sonaría en cada recoveco de Dorelly.
Otra historia era la de Lily Darkworth, la hija que pocos conocían de Levidor. Su destino era uno totalmente distinto, miserable, gracias a la tumba que su padre había cavado para ella con sus acciones. Fue desterrada de Dorelly cuando apenas era una niña y llevada a un pequeño pueblito, donde la ocultaron bajo la protección de su guardián, para que no fuera dañada y, sobre todo, no hiciera daño.
Por desgracia, la muerte del temible mago, no había sido para siempre, estaba de regreso para causar estragos alrededor del mundo. Buscaba desesperado a la hija que le habían arrebatado. Juntos podrían ser una catástrofe y el fin de la humanidad. Sus poderes eran una bomba de tiempo.
Desesperado, Alec Dollengur, el primer ministro, acudió a ella, antes de que su padre la pudiera encontrar y fuera demasiado tarde. La pregunta quedaba en el aire: ¿se uniría a su padre, o terminaría por el buen camino por el que Alec deseaba guiarla?
Miles de sorpresas le esperaban a Lily Darkworth.
Algunas no tan agradables...