La tensión entre Alexa y Nikolai se había convertido en un torbellino silencioso, una fuerza que, aunque ninguno reconociera abiertamente, los empujaba hacia un inevitable enfrentamiento, ya fuera en el ámbito de los negocios o en un terreno mucho más personal del que les costaría mucho trabajo disimular frente a los demás.
Esa noche, mientras Sergei se ocupaba de otros asuntos, Alexa permaneció en su oficina.
El crepitar del fuego en la chimenea era el único sonido que llenaba la estancia, pero no era suficiente para acallar el eco de las palabras de Nikolai en su mente: "Ni tú ni yo estamos aquí por casualidad."
¿A qué se refería con eso? ¿Nikolai quería decir que él y Alexa estaban destinados a encontrarse en sus caminos sin importar como sucedieran las cosas?
Tomó una copa de vino de su escritorio y se sentó en el sofá, dejando que sus pensamientos fluyeran sin restricciones, aprovechando que en ese instante ya no tendría que preocuparse más por situaciones de su trabajo.
Intentaba encontrar un punto débil en Nikolai, algo que pudiera usar para mantenerlo a raya, pero cuanto más analizaba, más le parecía que él siempre iba un paso adelante. Esa sonrisa calculadora, esa manera de deslizarse entre los demás socios como si ya fuera el dueño del lugar, todo en él era un recordatorio de que era un hombre peligroso... y fascinante.
Un ruido interrumpió sus cavilaciones. Alguien había llamado a la puerta de su oficina. Alexa se tensó de inmediato; no esperaba visitas a esa hora, su hermano, Sergei, ya se había ido a casa porque su esposa y su hija lo esperaba, en cambio, a Alexa nadie la esperaba en casa, así que no tenía ganas de irse todavía de la oficina.
Al levantarse para abrir, respiró hondo, preparándose para lo peor.
Cuando abrió, ahí estaba él. Nikolai, con un abrigo n***o impecable y la misma mirada que parecía leer cada pensamiento oculto de su mente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Alexa, esforzándose por mantener la compostura, pero sin sonar grosera.
Nikolai no respondió de inmediato. En su lugar, recorrió con la mirada la habitación como si evaluara cada rincón antes de posar sus ojos en ella nuevamente.
—No podía irme sin terminar nuestra conversación. —Su voz era baja, casi un susurro, pero con un filo que hacía que Alexa apretara los dedos alrededor del borde de la puerta.
—La reunión terminó. No hay nada más que discutir. —Intentó sonar firme, pero su tono traicionaba el temblor que sentía.
Nikolai esbozó una sonrisa lenta, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Siempre hay algo más que discutir, Alexa. Especialmente cuando se trata de nosotros.
Las palabras la golpearon como un relámpago. Un calor ascendió por su pecho, una mezcla de ira, desconcierto y algo que no estaba dispuesta a admitir. Dio un paso atrás, permitiéndole entrar, aunque sabía que era un error del cual se tendría que arrepentir después de hacerlo.
Nikolai cerró la puerta detrás de él con calma y se acercó, pero mantuvo una distancia respetuosa, como si supiera exactamente hasta dónde podía empujarla.
—Dime qué quieres, Nikolai. —Alexa cruzó los brazos, buscando aferrarse a la fachada de control.
—Quiero que entiendas que no soy tu enemigo. —Sus palabras eran claras, pero la intensidad en sus ojos decía algo diferente—. Pero si sigues viéndome como tal, puede que me convierta en uno. Tú eres la que decides.
El aire entre ellos se tensó aún más, como si las paredes mismas de la oficina contuvieran la respiración. Alexa no pudo evitar devolverle una sonrisa sarcástica.
—¿Eso es una amenaza?
—Es una advertencia. —La sinceridad en su voz la desarmó, aunque no lo mostraría.
Alexa avanzó hacia él, acortando la distancia entre ambos.
—No necesito tus advertencias, Nikolai. Ni tus juegos. Este es mi mundo, y tú eres un extraño aquí. Recuerda eso. —Sus palabras eran afiladas, pero había algo en su mirada que traicionaba la batalla interna que libraba.
Nikolai la observó en silencio por un momento, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto. Finalmente, dio un paso atrás, pero no rompió el contacto visual.
—Tal vez tengas razón. Pero este "mundo" está a punto de cambiar, Alexa. Y cuando lo haga, espero que estés lista para lo que viene. Porque no habrá marcha atrás.
Sin decir más, se giró y salió de la oficina, dejándola sola con el eco de sus palabras y el peso de una incertidumbre que no sabía cómo enfrentar.
¿Qué quería decir él con todo eso? ¿Pretendía asustar a Alexa? Pues, bien, lastimosamente, lo había conseguido hacer. Pero ella no se lo demostraría tan fácilmente, no dejaría que sus emociones se revelaran ante lo que posiblemente será su nuevo enemigo.
Alexa suspiró, decidió relajarse, tomó su celular que guardaba siempre en su bolsillo de las chaquetas, que era interno, y pidió un domicilio de sushi mediante la aplicación para cenar.
Nikolai era un hombre diferente a los que ella conocía, él lograba ponerla nerviosa, pero al mismo tiempo, lograba hacer que su verdadera personalidad de mujer empoderada saliera a la luz. A ella no le importaba discutir con él con tal de hacerle saber que ella iba a ganarle en todo, ella debía demostrarle a su difunto padre que ella era merecedora de su apellido y de su legado.
Alexa terminó de pagar el domicilio, y se dispuso a esperarlo mientras se acomodaba nuevamente en el escritorio de su padre, que ahora era completamente suyo.
Entonces, mientras esperaba, ella recibió un mensaje de uno de sus contactos:
— Alexa Ivanov has sido invitada cordialmente a la cena de bienvenida a la empresa de industrias licoreras Ivanov, será celebrada el día viernes a las 8:00 pm. Por favor, sé puntual, confirma la asistencia en este link que te comparto a continuación. La cena será formal, por favor, no faltes. Tu presencia en esta velada es de suma importancia. — Atentamente: Nikolai Petrov.
Alexa bufó. Cerró el mensaje, no estaba preparada para tener que convivir con Nikolai en una cena, ¿Para qué demonios se había puesto él a organizar una cena para darle la bienvenida a una empresa de la que, claramente y por cuestiones de linaje de sangre, era completamente suya?