Louis sonrió débilmente, sabiendo que las palabras de Camille eran tanto una promesa como una advertencia. Y así, en medio de la música y las luces, el juego de poder y manipulación continuó, con cada movimiento de Camille orquestando un futuro que solo ella podía ver claramente.
—Hermana —interrumpió Amelie, deteniéndolos a mitad del baile—. La agasajada soy yo y aún no he bailado, Louis, te estoy esperando.
Louis miró a Camille, quien le sonrió y asintió con un gesto de aprobación. Amelie, con una sonrisa de felicidad, tomó la mano de Louis y lo llevó a la pista de baile. La música cambió a un ritmo alegre y contagioso, y la pareja comenzó a bailar, atrayendo la atención de los invitados.
Camille observaba desde una esquina, con una copa de champán en la mano y una expresión enigmátic
