―¿Vamos? ―me preguntó rato después, yo me decepcioné, era lindo estar en el agua sin ahogarme―. No te estoy invitando a la superficie ―aclaró. Me tomó la mano y se hundió conmigo. Abajo era todo un mundo nuevo. Peces nadaban a nuestro lado como si fuera algo natural, no me asustaban. Yo sabía que nuestra costa estaba llena de cuevas, pero no pensé que tanto, eran muchas, entrábamos por algunas y luego salíamos por otra, era divertido, parecían grandes laberintos submarinos, con hermosas plantas marinas de diferentes colores que yo ni sabía que existían. Era todo precioso. ―Tú eres preciosa ― ¿Siempre estaba pendiente de mis pensamientos?― Sí, casi todo el tiempo ―confirmó. Seguimos en silencio recorriendo las cavernas submarinas, nadando con peces y visitando lugares nuevos para mí.

