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Enamorando a mi primo

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Anna, estuvo enamorada toda la vida de su primo Leonardo. Nunca se animó a aclararle sus sentimientos, por temor. Aunque ambos no eran primos de sangre, Ana era adoptada y él no lo sabía.

¿Tendrá el valor Anna, de conquistar a Leonardo?

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—Eres tan hermosa —dijo Leonardo, con la voz agitada. Tomó su rostro con cuidado entre sus manos, dejando un beso en los dulces labios femeninos. Ana, sonrío. Sus mejillas se tiñeron de rojo. —No te apartes de mí —ordenó, quitando, sus manos. —No lo haré señorita —dijo divertido. Ana, sintió las manos de Leonardo detrás de su espalda. Llevaba un vestido, con la espalda descubierta. Pudo sentir su calor. —Besame —demandó. La oscuridad, no permitía apreciar al otro. No importaba, solo querían sentirse el uno con el otro. La fiesta, estaba repleta de personas. Leonardo, tomó de la mano a la joven. Ingresaron en un cuarto, desconocido. Ana, sintió su corazón en su cuello. Al igual que los labios masculinos. Cerró los ojos, sintiendo el placer. Las manos de Leonardo, recorrieron la cintura desnuda de Ana. Bajaron, queriendo saber qué más había debajo de sus prendas. —Leonardo... —murmuró Ana. Su error: dejó de agudizar la voz. —Esa voz... La conozco ¿Quien eres? —preguntó separandose de ella. —No importa, estoy aquí para tí —dijo, volviendo a besar el cuello ancho. —¡No! ¡Quítate la máscara! —exclamó, hacia la joven que no conocía. —N-no... —dijo tartamudeante, sus ojos poco a poco comenzaron a llorar. —¡Hazlo! De un tirón, Ana primero reveló sus ojos llorosos. Leonardo, se separó de un salto. ¡Había besado a su prima! —¿Qué has hecho? —quiso saber —N-nada... déjame explicarte. —Ana ¡Somos primos! ¡Me das asco! ¿Cómo se te ocurre? —preguntó exasperado. —Leonardo... déjame explicarte. —¡No! Esto ya fué suficiente. No quiero tenerte cerca de nuevo —comentó, a punto de irse. Ana comenzó a sollozar, al escucharla, Leonardo se detuvo cabizbajo. —¡Me tienes que escuchar!—le suplico. —¡No hay nada que escuchar! Lograste engañarme. Nunca pensé algo así de ti, me desepcionaste... Leonardo, la soltó y Ana, sollozo amargamente mientras él salía por la puerta. —No somos primos de verdad... —murmuró, aunque ya era tarde. Él ya se había marchado. ****** Unos meses atrás. Miraba con atención, el chico que estaba a tan solo unos metros de distancia. Suspiró, sabía que él nunca le prestaría la atención que ella siempre había añorado. Por tantos años Ana siempre había estado perdida: bajo la enamoramiento y encantamiento de su primo. —¿Por qué me miras tanto? —quiso saber su primo levantando las cejas divertido. —No te estoy mirando a ti, simplemente... — Entonces ¿qué miras? después de mí hay una pared. Así que supongo que no me estás mirando a mí, entonces ¿qué estás mirando? —preguntó con una sonrisa de lado —¿Me tengo que preocupar que mires una pared de color blanca? —Dijo y se rio. Ana, puso los ojos en blanco. Aún no podía entender, ¿Como podía sentir tanto por alguien así? Pero ahí estaba como más que enamorada y perdida por su primo. De igual forma, ambos no eran primos de sangre. Ana estaba más que consiente, que ella había sido adoptada cuando apenas tenía cuatro años. Aunque con el paso del tiempo, ese enamoramiento que había nacido con tan solo 11 años. No había hecho más que incrementar. Ana, con sus 18 años, se sentía bastante enamorada. Aparte de todo es que Leonardo era menor que ella. Leonardo, tenía 14 años, y ella 18. Pero el chico, era muy inteligente para su edad. Pero ella sabía que era algo completamente imposible. Y así fue a través de los años, Ana tenía la esperanza de cumplir más años, para que haya una posibilidad entre los dos. Cuando cumplió 22 años, esas puertas de esperanzas abrieron muy fáciles para ella. En cuanto, vio a su primo ingresar por la puerta no pudo evitar sonreír. El mismo, tenía 18 años, y ella 22. De esa manera, con esa edad le prestaron atención. Aunque en parte, si es verdad muy difícil no sentir algo por el. Ni siquiera ella entendía: como ese sentimiento tan extraño que había desarrollado hacia su primo. ¿Por qué sentía algo así por alguien?, que básicamente se habían criado juntos. No le entendía, a decir verdad era muy confuso para ella. Pero ahí estaba, sintiéndose bastante ofuscada, viendo a sus padres como reírse de algo mientras que ella sentía su mundo dado vueltas. Briana, en cuanto vio su hija con el semblante triste: no dudo ni un segundo más en acercarse. Ella sabía perfectamente, a su hija estaba enamorada de su primo. Aunque de igual forma ambos no eran de sangre. —¿Qué pasa mi niña? — quiso saber. —Nada... no me pasa nada —comentó con simplesa y simplemente se alejó. Dandole da la espalda a su madre y oyendo de la situación de la cual estaba haciendo prisionera. En cuanto salió en el exterior, se chocó de lleno con Leonardo. El mismo se giró confundido, por el impacto que habían generado en su cuerpo. Al girarse se encontró con su prima, como siempre se vería con el cabello rubio alborotado, con el semblante extraño. <<¿Que le pasa ahora .?>> Leonardo se encogió de hombros, como siempre son prestarle demasiado atención y simplemente volvió a mirar su teléfono. —H-hola... —comentó Ana en forma tartamudeante y el levantó la ceja. —Hola, Ana nos acabó de saludar hace unos minutos —dijo confusión. —Lo que pasa es que .. te vuelvo a ver por segunda vez —dijo con un hilo de voz y sin saber muy bien que decir acepte su tontería. —"Okay" —comentó el; simplemente se encogió de hombros de nuevo. Para ella era sumamente difícil, hacer una manera de que le preste atención. A lo largo de los años no vienen contra ninguna. En primer lugar porque ella era muy mayor para el, y el segundo porque él era muy guapo. Una mujer no le faltaba Y eso era lo peor. Era un poco extraño, a decir verdad era un poco pelirrojo. Aunque no tanto; sino que más bien su cabello tira más para el tono amarillo como más dorado punto y lo más extraño: es que tenía ojos negros. Era una persona del cabello muy dorado más bien rojizo con los ojos negros. En parte tenía una mirada demasiado penetrante, y extraña. Además no tenía pecas: tener los labios gruesos y una nariz respingona, que te hacía soñar. Su cuerpo, era bastante fornido Por así decirlo. Ana, soñaba siempre en quedar enredada entre sus brazos; pero eso nunca sería posible. De pronto, un vehículo se acercó al borde de la calle. Salió de ahí de él, una mujer sumamente atractivas. Ana, se quedó embobada observandola. Estaba viendo cómo se acercaba con mucho interés hacia leonardo.en mismo de guarda el teléfono en su bolsillo y le dio una enorme sonrisa la muchacha. La tomo de la cintura y le robó un beso. Ana como miro esa escena acostumbrada. Aunque de igual forma, aún le le dolía, le costaba trabajo procesar. Para Leonardo, tener una imagen mujeres. Era algo habitual en el, pero para Ana: era un pinchazo más en el corazón. —Te presento: a mi prima hermana —comentó Leonardo dándose la vuelta, pero Ana ya no estaba. <<Prima hermana...>> Se había desaparecido de la vista de ellos dos, como un rayo hacia el interior de la casa. Piso el suelo, lo hizo con tanta pena y dolor en el corazón, que simplemente lloró amargamente. Lo hizo una y otra vez, en su alcoba. Golpeando la almohada, golpeándola con bastante tristeza. Por que en ese instante, sabía perfectamente que solamente estaba inmersa en un sueño. En un sueño que nunca las llevaría a ningún lugar bueno. Tiene que olvidarlo, tendría que volver a encontrar a alguien. Que le pudiera ayudar a no sentir todo eso que sentía por Leonardo. Ella no sabía. ¿De qué manera lograrlo? A la mañana siguiente, Ana, cómo cada día, tiene que ir a la universidad. Ana, tenía que llevar a su prima que vivía al frente. Ambos aún vivían en la gran casa de la granja. Donde Brianna había estado durante tantos años. A diferencia, es que Hernán se encontraba en una casa del frente se la había regalado básicamente Briana. Por eso desde ese momento, el mismo había crecido ahí con sus padres. Para Leonardo, crecer y había sido una de las mejores cosas que él había podido pasar. Le hubiera gustado tener un primo mayor para jugar. Con Federico jugaba mucho, aunque con Ana también. Ana, con algo de nerviosismo: cada día se estaciona enfrente de la casa de su primo. El mismo salió sin mucho aire de interés, abrió la puerta y simplemente ingreso.

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