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1097 Palabras
—Hola Ana. —¿Cómo te fue con la chica de ayer? —quiso saber con curiosidad. —Bien... Supongo que bien porque... —Nada, solamente para preguntarte algo —dijo divertida Ana. —Pues, está bien. El, la miro sin entender muy bien porque le hacía esas extrañas preguntas. La veía más que nada como si fuera una tía, porque se lleva mucha edad y ella era como aburrida. Eso es lo que él pensaba, Ana siempre había sido el tipo de chica reservada. Nunca se había escapado de casa, tampoco había tenido una mala calificación en toda su vida. E incluso, y va a tercer año en la universidad y era de las mejores. Leonardo, siempre había tenido la carga de sus hombros, del su compañero diciéndole que le presentarán a Ana. Era de las chicas más deseadas siempre, pero la misma ni siquiera sé se daba cuenta. Era demasiado sencilla, demasiado Ana. Ana encendió el vehículo acomodando su chaqueta de cuello de tortuga. Tenía puesto un pantalón ajustado, que le llegaba por encima de la cintura. Quería cambiar de forma de vestir, así que hoy había optado por algo un poco más atrevido. De igual forma Leonardo ni siquiera se notó el cambio, para él siempre iba a ser Ana, básicamente su tía. Incluso cuando era pequeño, la llamaba tía. En vez de Ana. Ana suspiró, dejo a Leonardo en la secundaria y después se marchó. Lo miro por el espejo retrovisor. Pudo observar su espalda ancha y también su enorme trasero. Camina en dirección hacia la entrada, cerró los ojos sintiendo. En ese instante, bastante penosa de sentir todo esa sensaciónes. Por alguien que ni siquiera la miraba. <<No me considera una mujer...>> Eso era lo más doloroso que la había pasado en toda su vida. Una llega a la universidad, lo primero que hace es estacionar el vehículo. Le había regalado ese vehículo. Lo habían hecho, porque él había ido demasiado bien en la secundaria e iba a empezar la universidad. Ya que la universidad quedaba a media hora de estancia, entonces le dieron un vehículo. Briana también trabajaba al igual que su papá, Esteban. En cuanto llegó, salió de la puerta con aburrimiento. Lo que hizo, fue chocarse con sus amigos. Samanta, Gisela la miraban con curiosidad. Siempre habían intentado estar a su lado, eran amigas desde que iban al jardín. Ambas sabía bien lo que ocurría, sabían que ella había intentado algo con su primo y siempre había fracasado. Para ella, era de las cosas más importantes, poder enamorarse firmemente de alguien como el. Pero él, nunca le iba a prestar atención. Más que nada... Ella era su prima, eso era todo lo que sabía leonardo. En cuánto llegó a la escuela, pudo sentir como una mujer rodeaba su brazo, al prestar atención se dio cuenta que se trataba de Carla. Una de sus compañeras con la que de vez en cuando tenía sexo. Era algo más que nada casual. Aunque al parecer a la chica, se lo toma bastante enserio. El levantó la ceja confundida y la soltó. No le interesaba tener nada serio con nadie. Era de esas personas que prefería estar sola Así que simplemente era eso lo que hacía, ignorar a las mujeres. Lo único que le importaba, era dejar en claro que no quería ninguna relación seria. Pero al parecer a algunas mujeres le costaba entenderlo. En el caso de esa chica que estaba a su lado. —Te dije que solo sería sexo —comentó Leonardo sin ningún tipo de temblor en la voz. —Pero pensé que lo de nosotros era especial —comento en forma concreta. —Te equivocas —comento simplemente forma cortante y se alejó. Carla lo vió alejarse, con lágrimas en los ojos le gritó: —Solamente porque estás enamorado de tu prima. En cuanto dijo esas palabras, él se giro confundido, ni en un millón de años se lo había ocurrido. <<¿Enamorado de Ana? ¡Ni en mil años! ¡Es mi prima!>> Nunca había pensado en Ana, de esa manera. —¡Sí, que estás loca! —comentó el y simplemente se alejó. —Eso lo veremos, veo como la miras. Pero él único que no te da cuenta eres tú. Le voy a presentar un chico: vamos a ver quién no siente algo por tu prima —dijo divertida la mujer. Leonardo, apretó los puños. El nunca se había imaginado ver a Ana con otro hombre. La verdad es que ella jamás en toda su vida había llevado a su casa, a un novio o algo por el estilo. Incluso un par de veces como se había puesto a pensar que tal vez a Ana le gustan las mujeres y no los hombres. Pero no lo sabía, y con solo imaginar: alguien venga y le dé un beso en los labios; la tomé de la cintura y la abrace, provocó algo en el que nunca antes había experimentado. Celos... Movió la cabeza de un lado al otro, pensando que seguramente era los celos de primos. <<Deben ser celos de primos..>> Al llegar al salón, lo primero que hizo fue tomar sus apuntes y ponerse estudiar. Tendría un examen, como siempre no había repasado nada. Siempre lo hacía antes de ingresar. Pero de igual forma le iba bien, no era un estudiante ejemplar. Pero al menos pasaba las materias y se lo lo importante. Aunque de igual forma no sabía si eso le iba a servir para entrar a la universidad que quería poner y si no... De igual forma entraría en la que iba ana. Ana, estaba estudiando para ser profesor. Al igual que sus padres, y sería un poco extraño solamente tenerla de profesora. Aunque de igual forma se adaptaría o eso es lo que su suponía. Mientras prestaba atención, pudo escuchar de fondo. — Leonardo, vamos de fiesta. Es una universitaria. En cuenta escucho esas cosas palabras. No le tuvieron que rogar ir. No le hicieron falta. Ya que le encantaba salir y más que nada si hubieran universitarias mejor. —Pues claro: me encanta la experiencia que tienen las mayores de 20 —comentó guiñándole un ojo a su amigo. Pablo asintió. Le encantaba la idea de poder ir a ese tipo de lugares. Además aparentaba ser mayor de edad. De igual forma los dejarían entrar. Lo mejor de todo, es que era fiesta era hoy mismo. Nota de autor: Hola bellas muchas gracias por leer. ¿Les va gustando la historia? Las personitas nuevas reportensen ¿De dónde son?
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