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1041 Palabras
Por otro lado, Ana estaba haciendo convencida por sus amigas de ir a la fiesta de uno de los chicos más populares de la universidad. Llegó una y otra vez rotundamente, hasta que Samanta le hablo de nuevo. —Si no sales, nunca conocerás a alguien. —Ya tengo alguien en mi corazón. —Lo sabemos pero tal vez sea la mejor manera ¿y si le da celos y después el empieza a prestarte atención? En cuanto escucho esa pregunta de su amiga, le prestó atención. Porque tal vez tenía razón, en realidad ella como nunca antes le había presentado un novio a sus padres y menos a Leonardo. Tal vez que había la pequeña posibilidad que el mismo se pusiera celoso. Aunque lo dudaba . Él siempre, la había visto como su prima. Lo peor de todo es que él no sabía que eran primos, qué no eran de sangre. Para Ana, había sido algo un poco difícil de asimilar. Así que simplemente... no es como que iban diciendo al viento: "¡Soy adoptada!" Muy pocas personas lo sabían, sus dos amigas si lo sabían, pero Leonardo no. Nunca había estado del tema de conversación. Ellos apenas hablaban. —Está bien, pero ustedes me ayudarán a vestirme. Porque no tengo ropa y no pienso gastar en ropa —comentó con simplesa Ana. Samanta, y Gisela se abrazaron contenta de que su amiga por fin acceda a ir a una fiesta. Le habían insistido por tantos años, aquella se estaban dando por vencida. Cuándo se hicieron las 7 de la tarde, las 3 mujeres se encontraban en la casa de Samanta. La mismas, vivía en el mismo pueblo en el cual han había crecido. Aunque algunas cuadras distancia.la casera matarte pintoresca, aunque no era tan grande como como hubiera deseado Samanta. Porque ella siempre había crecido, con el sueño de ser millonaria. Pero había nacido en un lugar humilde, en el cual nunca le había faltado nada. Empezó a aventar, la cara a Ana los vestidos que tenías. Anna tomó horrorizada los vestidos tan cortos que ni siquiera le cubrían el trasero. —¡Esto es una top! —comentó aterrada. —Eso cariño, es una blusa. —Te dije que me des vestidos, que no sean tan... —Amiga, te dije que confiaras en mi. Resignada, Anna acepto. Se dejó vestir: se quitó el pantalón tiro alto, y la blusa que le cubría todo. Se vio envuelta en un vestido, ni siquiera podía respirar básicamente, de lo apretado que estaba. Pero de igual forma accedió. Se puso los zapatos medianamente altos. Después la obligaron a sentarse frente a un espejo. —No mira. Te vas a quedar hermosa —comentó divertida Sam. Ana, cerró los ojos sintiendo una especie de pincel que iba y venía en el rostro. Se mordió los labios, ante la sensación divertida y a veces no podía evitar reírse. —¡Quédate quieta mujer! —la regañó Gisel. Ella asintió divertida y pudo sentir como Samantha aún seguía maquillando una y otra vez el rostro de su amiga. Las dos la miraron con atención y cuando terminaron. Parece otra mujer. <<No me quiero ver...>> En más después tomaron una planchita, y le hicieron unos bucles. Cuándo terminaron... Ana, el semblante aburrido y decepcionante de la misma, cambios a uno sorprendida. Ana miraba sorprendida, completamente anonadada su reflejo en el espejo. <<¿Soy yo..?>> No podía creer, que esa mujer tan hermosa fuera ella.. <<¿Acaso era real...?>> Se tocó con cuidado el rostro. Ni siquiera se podía reconocer frente al espejo. Por primera vez en su vida: se veía completamente sexy. Era algo, que le había sorprendido enormemente. No podía creerlo, a lo largo de su vida... siempre se había visto a ella misma, como alguien aburrida. Que no tenía mucho sentido de la moda. Pero al parecer se había equivocado, ella se vio a sí misma, y le encantó el resultado que su amiga había obtenido en... Ella. No pudo evitar sonreír, sintiéndose en ese instante bastante confiada en sí misma. Sonrío, lo hizo porque se veía sexy se sentía mismo modo. Las 3 se pusieron de pie. —Ahora iremos de roomba, veremos qué tal nos va —comentó Gisela divertida y emocionada. El conductor asignado era Gisel. Querían, que su amiga Ana: pueda experimentar lo que era la alcohol. En cuánto se subieron, empezaron a cantar una canción. —Vamos Ana canta ¡Cantemos a todo pulmón! —Nada quedará, nada quedará, nada sin tus ojos marrones. Empezó a cantar Ana y las 3 se rieron divertidos. Les encantaba ese tema de Lasso Así que simplemente cantaron al ritmo de la música. Hasta que finalmente después de 40 minutos, llegaron a la ciudad. Una enorme casa, las recibio. La podían ver desde afuera, las miles de luces que opacaban la oscuridad de la noche. Ana un poco temblorosa: empezó a pisar el césped recién cortado si sabes muy bien que le esperaría. En cuanto ingresó, por primera vez en toda su vida se sintió observada. Había muchas miradas masculinas en dirección a ella. <<¿M-me están mirando a mí..?>> Sabía que el vestido que le habían elegido, apenas cubría su trasero. Sus largas piernas de color blanco, se extendían sinfín hacia abajo. Sus pechos, quedaban básicamente expuestos, el valle de sus senos, se notaba enormemente. Las tres fueron primero a buscar un trago. Ana, se pellizcaba las manos, en forma nerviosa. Sin muy bien en dónde la había metido sus amigas; pero al parecer era un sitio de confianza. Ana miraba a su alrededor, un poco confundida. De pronto una mano: la arrastró lejos de sus dos amigaa. <<¿Dónde me llevan..?>> Aterrada, había unos huevos con sorpresas... —¿Que quieres..? —comentó y empujó el cuerpo masculino que tenía enfrente de ella. —Ven a bailar bonita —comentó y ella un poco temblorosa asintió. De igual forma, el chico no era feo más que nada, era al contrario. Pero de igual forma, no le agradó que le dijera bonita sin siquiera la conocía. Con el sueño aún producido, empezó a bailar de un lado al otro, sintiéndose en ese instante un poco más relajada.
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