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1085 Palabras
Porque el sujeto, parecía educado. Le daba vueltas, y ni siquiera tenía en contacto. Pero de pronto, empezó a sonar un tema más pegadiza de reggaeton. Ana, miro con sorpresa a su alrededor. La mayoría, perreaba pegada mente al cuerpo del otro. <<¿Tengo que mover mi trasero en contra de él..?>> Aterrada mira al chico, sin saber muy bien que hacer. El mismo la toma de la cintura sin ningún tipo de permiso, le acerco a su regazo. Ana, abre los ojos con sorpresa. —Mejor me voy —comentó y se aparto. —No se vaya joven bonita, te gustará. Ella sintió como no muy convencida. Puso sus manos alrededor del cuerpo del sujeto desconocido. —¡Ay..! Gimio asustada. Ana pudo sentir que el, la sostenía de la cintura. Empezaron a bailar, el mismo le llevas los movimientos con sus propias manos. <<¿Quién me tocó el trasero..?>> Avergonzada. Porque alguien estaba tocando el trasero. Cerro los ojos, dejándose llevar. De pronto sintió que alguien los separó de golpe. Ana, miro con sorpresa que se trataba de su primo. Leonardo, tenía el ceño fruncido, al ver a su prima perreando con otro hombre. No le gustaba para nada, no le gustó para nada. La misma lo miro sin entender muy bien porque había hecho eso. Leonardo en cuanto puso los ojos en Ana, se quedó sin habla. <<¿Es Ana..?>> Nunca se subido hubieran imaginado, que Ana se pudiera ver de ese modo. Estaba completamente sensual, sus labios rojos, te incitaban a besar la, hasta perderte en el cansancio. Además de seguir los besos, hasta llegar al borde de sus senos como a los cuales... <<¿Qué demonios estoy pensando..?>> Estaba más que tentado a probar. Movió la cabeza de un lado al otro , sin entender muy bien la dirección de sus propios pensamientos. Mira con sorpresa Ana. —Estás irreconocible —comentó Con sinceridad. —¿Por qué me separaste del chico? —quiso saber algo enojada. —Pues, es que me tropecé —dijo con simplesa. Se encojio de hombros dejándola sola. —¡Eres un idiota! —comento Ana, y Leonardo la miró sorprendida. Era la primera vez que ella lo insultaba. La tomo de la cintura y la acerco a el. —Dímelo ahora frente a mi cara —comentó un poco enojado. —¡E-r-e-s u-n i-d-i-o-t-a! —dijo deletreando cada letra. El mismo la tomó de la cintura y la apretó más contra él. Ana, ah no entendía muy bien que estaba ocurriendo entre los dos en ese instante. —Entonces este idiota: no te soltara en toda la noche, ¿qué te parece? —Que seguirá siendo un idiota a pesar de eso —comentó con simpleza y se encogió de hombros. Leonardo puso los ojos en blanco, sin entender muy bien lo que quería decir esta chica. El la tomó del trasero, lo hizo bajo la sorpresa de Ana. <<¿Me acaba de tocar el trasero? ¡Lo mataré!>> Pero fue sin querer. <<Ay ¿Que hice?>> Así que simplemente desvío las manos, de la cintura de la misma. —¡No me toques! —comentó ella a la defensiva. Y poco enojada. —No te quiero tocar —comentó el. Ana abrió los ojos sorpresa, sabiendo que era verdad. —Lo sé —dijo con un hilo de voz. Sintiendo su corazón roto. Incluso podía jurar, escuchando el crujir de su corazón separándose en dos. El... jamás la había tocado en toda su vida. Y nunca lo hará... Asintió y simplemente apoyo su oreja en el pecho masculino. Leonardo, en ese instante sintió su corazón palpitar. Nunca con anterioridad; con ninguna otra mujer había sentido eso que había sentido. En cuanto Ana se acercó a su lado. Invadiendo su espacio, simplemente la parto.en problema, es que lo hizo tocando los pechos de la misma. Ana lo miro completamente enojada. —¡¿Qué estas haciendo?! —le gritó. —Lo lamento, Solamente quise apartarte. No tocarte las tetas lo lamento. —¡Eres un idiota! —comentó ella enojada y le pegó con la cartera que tenía en su hombro izquierdo. Se apartó de su lado, Leonardo la siguió. Ana, siguió caminando entre cuerpos sudorosos, malolientes y pegados entre sí y punto no le importó mucho, lo único que quería era apartarse de ahí. Tal vez tiene que haber alguna terraza, de la cual esté sola y ella simplemente pueda beber. Beber hasta dormirse. Eso le parece una buena idea, en cuánto atravesó el jardín, se dio cuenta de que había un pequeño lugar en el cual, no habia nadie. Sonriente, y satisfecha ante lo que había conseguido, se vio a sí misma sentada en la soledad del patio. Podía ver a todas las parejas ir y venir de un lado al otro, y en ese instante se sintió sola y triste. Aunque ese sentimiento, no duró mucho porque de pronto vio que alguien se sentó a su lado. Al girar su cabeza, se dio cuenta que se trataba de nada más y nada menos que Leonardo. El mismo, la miró con una ceja levantada. La veía con curiosidad del otro extremo. Sin entender muy bien, que hacía en ese lugar. Leonardo, la miré con curiosidad y con poco interés. Apoyó su espalda hacia atrás en el respaldo. Se apoyaron en el banco. El cuál parecía desarmarse en cualquier momento . Ana, sostuvo con fuerza de la madera, Ya que se había movido el coso entero. —Los harás caer —comentó ella. —Pues, te sostendré —comentó el divertido. —Si depende de tu fuerza, nos caeremos. Leonardo borró la sonrisa, ante la burla que le había hecho su prima. Ella se rió y simplemente miro hacia delante. —Ve a buscar alguna chica, eso es lo que siempre haces —comentó Con sinceridad Ana. —No tengo ganas. —¿Por que? ¿es más divertido molestarme a mi? —quiso saber con una ceja levantada. Leonardo, con una sonrisa de lado asintió . Ana puso los ojos en blanco, sin poder lograr entender a un a su primo. Simplemente se quedó ahí, sin decir nada. Apoyó las rodillas en contra de su pecho, abrazando las. El problema es que se había olvidado: que tenía un vestido puesto. Ya que nunca con anterioridad, usaba ese tipo de prendas. Los hijos de Leonardo, inevitablemente se desviaron hacia la pequeña prenda que tenía en sus muslos.
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