CAPÍTULO II. EL CORDERILLO
Mi madre estaba un día a la puerta de la casa y yo MARÍA con ella, ella ya estaba recuperada del esfuerzo que supuso tenerme a su edad, pasó por delante un rebaño de ovejas que llevaban los corderillos de ese año, y como eran aún pequeños mamaba; en ese momento la madre se metió en la casa para hacer algo y cuando salió, la niña no se encontraba donde la había dejado unos momentos antes y empezó a buscarla primero dentro de la casa, entendiendo que podría haber entrado detrás de ella, luego preguntando a las vecinas y por último dio la voz de alarma, que es lo que se hacía cuando a algún m*****o de la comunidad le pasaba algo.
Acudieron todos los que estaban cerca, incluso el pastor que acababa de pasar con las ovejas; todos se pusieron a buscar a la niña y al cabo de un rato, se escuchó la voz de la niña llamando a su madre, todos corrieron en esa dirección encontrándome entre el rebaño, tirando de un corderillo que tiraba hacia atrás y arrastraba a la niña.
Según pasaba el rebaño, se había metido entre las ovejas y agarrándose a una de ellas se había dejado llevar hasta el lugar en el que consiguió coger a un corderillo que era su meta; cuando el susto pasó, el pastor le dio como regalo el corderillo, pues la dijo:
―En verdad mucho has luchado para tenerlo, así que tenlo, pero tienes que llevártelo tú sólita ―Al final después de mucho intentarlo y viendo que no podía con este, mi madre tuvo que cargar con la niña y con el cordero, cada uno en un brazo.