**KEVIN** Al subir al coche, la veo completamente desorientada, revisando su vestido, buscando en el asiento y en el suelo. Está al borde del pánico, un estado que no puedo ignorar y que interpreto como una señal más. —¿Qué está sucediendo? —pregunté, cerrando la puerta con calma, pero con una nota de inquietud en mi voz. —Perdí un pedazo de papel —dice con voz temblorosa—. Juro que lo traía conmigo. Juro que lo guardé bien. —¿Te refieres a esto? —saco el papel de mi bolsillo y se lo muestro—. Me lo encontré al salir del salón. Me llamó la atención porque estaba tirado cerca de donde estábamos, así que lo recogí. Sus ojos se iluminan de puro alivio, una chispa de esperanza cruzando su rostro. —¡Gracias a Dios! Esta es… muchas gracias, señor Kevin. De verdad, muchas gracias. Respondo

