**DEBBIE** Me dejé caer en el sofá de terciopelo italiano como si el drama fuera mi única válvula de escape, hundiendo la cara entre las manos. —Es insoportable que me lleven fiscalizada como si fuera una delincuente común —me quejé con un tono que rayaba en el berrinche, pero no me importó—. Quiero salir, ir a clubs exclusivos, beber champagne carísimo, divertirme, ser yo sin máscaras. No estar aquí encerrada veinticuatro siete, fingiendo simpatía por esa vieja manipuladora que se cree la dueña del mundo. Me está consumiendo la paciencia, papá. Literalmente siento que voy a explotar si tengo que sonreírle una vez más mientras pienso en cómo estrangularla. —Ten paciencia, Debbie —me respondió con esa firmeza paternal que no admite réplica—. Ella pronto bajará la guardia completamente. L

