**KEVIN**
Me miré una última vez en el espejo de cuerpo completo. El hombre que me devuelve la mirada parece confiado, poderoso, completamente en control. Nadie sospecharía la oscuridad que hierve debajo, las motivaciones retorcidas, la mezcla peligrosa de atracción, venganza y curiosidad que me impulsa.
—¿A qué hora recogemos a la señorita? —pregunta el asistente, verificando su reloj.
—A las siete y cuarto —respondo—. Quince minutos de retraso calculado. Suficiente para hacerla esperar y crear anticipación, pero no tanto como para ser grosero. Quiero que esté ligeramente nerviosa cuando llegue, con las emociones a flor de piel. Eso hará nuestra entrada aún más auténtica y convincente.
—Maquiavélico, señor —comenta él con un suspiro resignado.
—Aprendí del mejor —repliqué, refiriéndo
