De todo y más

1507 Words
Los últimos cuatro meses me han demostrado que, cuando uno tiene planes, la vida encuentra la forma de hacerlos más espectaculares. Santiago y yo celebramos una boda preciosa e íntima en la propiedad de los Luthor, rodeados de baños, gente, flores y un día espectacularmente soleado, con nuestros amigos y familia como testigos. Mi papá y yo salimos juntos de la casa principal, y un carruaje nos acercó al punto donde mi esposo me esperaba. Santiago estaba peleando con el gemelo de su camisa cuando me vio llegar. Yo no esperaba que llorara, pero sí esperaba ver esa sonrisa enorme pintada en su rostro. Mi papá me miró a los ojos y me dio un beso en la frente antes de caminar junto a mí por el pasillo, mientras me daba un par de consejos. —Nunca le permitas hacerte sufrir, ni te permitas a ti misma perder tu esencia y tu fuerza —dice, faltando un par de pasos para que camine sola—. Tú eres tu propia mujer. No voy a entregarte a un hombre, te entrego a ti misma. ¿Lo entiendes? —pregunta. Yo asiento. Entonces, la de las lágrimas soy yo. —Que te entregue no quiere decir que planee abandonarte nunca. Vamos, que son dos pasos más —me da un beso en la mejilla y suelta mi mano para tomar la de Santiago. Le da un abrazo, le murmura algo al oído, le acomoda el gemelo y se hace a un lado. Yo sonrío y él me da un beso en la mejilla. —Estás espectacular. —Soy espectacular, hombre. —¿Qué te ha dicho tu padre? —Que puedo dejarte cuando sea y ganarme un trillón de dólares. Es una excelente oferta, solo que sepas que elegí seguir caminando. Santiago me besa y el padre nos recuerda que vino a casarnos. Los dos prestamos toda nuestra atención, juramos amor eterno el uno por el otro y leemos nuestros votos. —Yo, Regina, me entrego a ti con mi carácter determinado, mis temores, el agotamiento físico constante que padezco y mis mejores momentos. Te acepto como esposo, incluso cuando te disocias por momentos, cuando te jalas el pelo detrás de la oreja y la calvicie te esté respirando en la nuca. Te acepto en los días buenos, en los malos, en la salud, en la enfermedad y en los privilegios. Te juro compañía, amor y respeto; jamás obediencia, pero sí una buena conversación, una pelea y excelentes tácticas de reconciliación. Te tomo a ti como mi legítimo esposo, mi compañero, amigo y amante infinito —digo antes de colocarle el anillo. —Regina, me entrego a ti en mis silencios que pareces entender, en mis momentos grises que has tornado maravillosamente brillantes. Te tomo a ti un miércoles por la mañana cuando estoy intentando no ir a trabajar y tú estás siendo fuerte y arrasadora. Prometo trabajar duro para ser siempre la persona que mereces en tu vida. Prometo amarte incluso cuando pequemos de hirientes y rabiosos. Prometo proveer un lugar seguro, feliz, lleno de amor para construir de cero cada uno de nuestros sueños. Prometo ponernos primero. Te tomo a ti como mi esposa, compañera y el amor eterno de mi vida. —Vale, menos sexo —comento, y todos se ríen. —Los declaro marido y mujer —interrumpe el padre, y nosotros reímos antes de besarnos. A mí me gustó todo: cada detalle, nuestras familias, el brindis, pasarle el ramo a Linnie, porque si yo me caso, ella debería estar haciendo lo mismo. Disfrutar de las risas, los bailes y darle un lugar legítimo socialmente a mi relación con Santiago. Nos fuimos de luna de miel un mes completo a las Maldivas, Dubái, Marruecos y, por último, la Riviera Maya. Espectacular. Creo que no sé cómo volver al trabajo, pero Santiago y yo decidimos unir fuerzas y crear una división legal de criptomoneda. Así que el siguiente mes lo pasamos estresados por todo lo que requiere inventar y fusionar sus ideas con las mías. Estoy acostada en el sofá cuando mi suegro entra a la oficina. Me ve, y yo lo miro de vuelta. —¿Estás bien? —Asiento. —Quería invitarte a almorzar —niego con la cabeza y le ruego a Dios no tener que compartir noticias con este hombre que no tengo del todo claras. Pero llevo un mes de mareos, cansancio y sensación de pesadez que ignoré múltiples veces en la playa, e ignoré mientras peleábamos por este proyecto. —Estoy ayunando, no puedo. —Te vi comerte con desesperación las palomitas en tu cajón y las papas. Deberías cerrar la cortina. Hoy tengo unas cosas con Santiago, no puedo, pero mañana tal vez podríamos gestionarlo. —Vale, felicidades. —¿Por qué? —Por el bebé —responde George y se va de la oficina antes de que pueda negarlo. Después de mi desafortunada conversación fui a hacerme un examen de sangre, y llevo semanas viendo en r************* cómo dar la noticia. Al principio, solo con los primeros cien videos pensé: “¿por qué tengo que orinar en un palo y hacerlo feliz?”. Pero Santiago recientemente había ganado todos los puntos maritales con la pedida y la boda. ¿Por qué no hacerle algo bonito para nuestro bebé? Me voy con el ginecólogo por un ultrasonido y todo es muy real. Santiago No sé de ti hace horas. Se supone que salías al mediodía. ¿Pasó algo? ¿Estás bien? ¿Cenamos? Regina ¿Qué tal un date? Santiago No sé, mi amor. Yo, la verdad, ando fatal con un virus. No he dejado de vomitar en toda la mañana. Creo que cenaré tostadas, y si sigo igual, voy con un médico mañana. —Llevas días vomitando. Santiago Parezco modelo. Regina No pareces. En un rato llego a casa. A ver, mi mayor antojo son papas fritas, ensalada y más palomitas. Estoy demasiado feliz porque el doctor dijo que era muy temprano y tuvo que hacerme el ultrasonido vaginal, pero dijo que hay bebé. No es lo mismo que la vez pasada: tengo una persona creciendo dentro de mí. Santiago y yo vamos a ser papás. El médico me manda más análisis de sangre y orina para tenerlos de comparación y estar controlando el embarazo. Pero me asegura que todo está bien, que para mis ocho semanas estoy fantástica, y mi bebé también. Salgo de ese consultorio emocionada, feliz de la vida, y planeo darle la noticia a Santiago de una vez. Quizá me toque improvisar con la familia y los amigos, pero Santiago definitivamente va a querer saberlo ya, y no puedo aguantarme tanto la emoción. Mi esposo está tomando té con tostadas y su madre le ha traído unas frutas en almíbar. Así o más chineado. —Regina, te ves preciosa. —Gracias —respondo y me da un beso y un abrazo. —Cuida al niño —me dice. Estoy por preguntarle cómo lo ha sabido, pero señala a Santiago y se me va la idea de la cabeza. Mi esposo le da las gracias por la comida, lo acompaña al auto, y yo coloco el link en el iPad para que se desprenda el juego que han programado para darle la noticia. Santiago regresa y me da un par de besos antes de preguntar por mi día. —Agotador, pero descansaré hoy y el sábado. Creo que el plan es quedarnos en la cama todo el fin de semana. —Sí, sí. Y desde hoy te aviso que el lunes haré home office si sigo así de mal. —Te dejé una sorpresa en el iPad —respondo, y él sonríe emocionado antes de ir a ver la sorpresa. Encuentra el juego, y le digo que es el tester del programa de un amigo, que la meta es probar los primeros diez niveles. Me ve asombrado y juega hasta llegar al nivel 8, donde aparece la imagen de la ecografía. Santiago ve lo mismo que yo, probablemente: una mancha negra, una más clara, y mi nombre con la fecha de hoy. La pantalla cambia y se despliega una nota que dice: "Papá, estaré feliz de conocerte en siete meses." —¿Esto es real? —pregunta, y yo asiento. Él se acerca y me besa…—pregunta y yo asiento, él se acerca y me besa, me llena de besos y nos abrazamos, el cuento de mi visita al médico. —¿Qué sientes? —Nada, solo cansancio y hambre... como de palomitas. Y estas papas que traje, y la ensalada... uff. Mañana puede que quiera desayunar tres huevos fritos con la tocineta alrededor y un aguacate. —Estás embarazada, no es el fin del mundo. Así que Dos huevos fritos con tocineta medio aguacate. Y voy a vomitar lo que sea que estés anhelando. —¿Tú crees que tú tienes achaques? —pregunto, pero Santiago hace muchas cosas sexys, menos vomitar. Suena terrible lo que pasa en este baño.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD