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AMARU

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Bevery solo era una princesa que estaba disfrutando del baile que hacían a su honor... hasta que los malvados atacaron el castillo y se vio obligada a escapar.

Pero no estaba sola, ella y su guarda espaldas comenzarían una increíble aventura para recuperar el nombre de su reino. Con un poco de amor...

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CAPITULO 1
PRIMER ARCO:  Ser princesa nunca fue fácil… Y mucho menos para Bevery, Princesa y futura Reina de Amaru, el reino que estaba por encima de otros reinos, y que se encargaba de mantener la paz entre todos. Su padre, el gran Rey Michael, había cuidado toda su vida de Amaru y de los otros reinos, siendo esta la única razón de su existir, o eso es lo que él dejaba en claro en cada una de sus grandes ceremonias. Pero, un día como ese, pero hace diecisiete años, nacía su primogénita Bevery, cuya madre había muerto el día de su nacimiento. Había sido muy triste para todo el pueblo el tener que pasar por el duelo de la gran Reina Mina, pero al ver al Rey Michael elevar en sus brazos a aquella pequeña de rizos dorados y mejillas coloradas, todo se había convertido en felicidad. La felicidad abundaba en cada lugar, la princesa creció rodeada de cualquier cosa que pudiera querer o necesitad. ¿La princesa quería una extraña fruta que solo se encontraba a horas del palacio? Los sirvientes irían a conseguirlo para ella, aunque hiciera frio o nevaba. ¿La princesa quería un vestido de encaje color verde jade para combinar con sus nuevas joyas? Las costureras lo harían. Incluso si la princesa quería un extraño platillo, o salir a montar un pony, todo lo conseguirían para que ella estuviera contenta. Pero no se dejen llevar por lo que leen, ser princesa nunca fue fácil. Bevery creció rodeada de riquezas, si… Pero también rodeada de peligros. No todo el reino estaba tan a gusto con el reinado de su padre, por lo que varias veces habían tenido que encerrarla en algún lugar mientras que el rey batallaba contra esos delincuentes que querían destruir lo que tenían. Todo cambio el día que su padre tuvo que salir a una expedición a una tierra lejana, y las cosas se complicaron para él. Afortunadamente no se había muerto, sino que habían entrado en guerra. Y con eso, la única esperanza en el Reino Amaru, era la joven princesa… Que ahora era la reina temporal hasta que volviera su padre. Ser una princesa nunca fue fácil, había tenido que encargarse de todos los banquetes y los bailes, de asistir a reuniones de las cuales no entendía nada y ceder su tiempo del té para hablar sobre temas aburridos con gente que tenía las suficientes arrugas como para jubilarse. Su padre le había mandado algunas cartas al comienzo, pero después de un mes, ella era la que se tenia que encargar de todo. -Princesa Bevery, ¿desea usted probar los apetitivos para El Gran Baile?- cuestiono una de sus sirvientes, que siempre la seguía a todos lados para que tomara las decisiones que tenia que tomar. Incluso cuando ella estaba haciendo dos cosas al mismo tiempo, como ahora, que arreglaba sus uñas y veía los borradores de su gran vestido. Observo a Tiffany, su sirviente, que la miraba expectante por una respuesta. -¿Acaso no ves que estoy haciendo otra cosa? Que otra persona se encargue de eso.- rodo los ojos, volviendo a su difícil tarea de elegir vestido. Porque ser princesa nunca había sido fácil, y eso se estaba diciendo a si misma cuando cuatro sirvientes le lavaban el cuerpo en su enorme tina, poniéndole diferentes tipos de cremas y lociones para que toda su piel brillara en el baile. Hoy era su cumpleaños número dieciocho, ya era mayor de edad para el reino, lo que significaba que cada vez su coronación oficial estaba cerca, y para celebrarlo, había organizado el Gran Baile, donde vendría gente de todos los lados del reino para darle regalos y felicitarla en ese tan importante día para ella. -Hoy luce majestuosa, su alteza.- hablo. -Es cierto, su piel blanca como la leche ilumina cada rincón de esta habitación. Bevery sonrio y cerro los ojos, disfrutando del masaje capilar que una de esas muchachas le estaba dando. -Su alteza, su caballero real Gawain esta esperándola.- aviso su secretaria, Tiffany. Bevery rodo los ojos al escuchar el nombre de ese tipo. Asintió para que la dejaran nuevamente con su tranquilo baño y suspiro. -¿Para que quiere verme Gawain?- cuestiono a las que la rodeaban. Se miraron entre ellas y luego volvieron la vista a la princesa. Una de las sirvientes acomodo el pelo detrás de su oreja y aclaro su garganta. -Ya sabe, su alterza… Deben ser cosas sobre el baile de hoy.- sonrieron al mismo tiempo, tanto que causo un poco de escalosfrios en la princesa. Bevery se vio obligada a abandonar su espectacular baño para ir a la charla con su caballero real, cosa que no la ponía del mejor humor. Nunca la ponía de buen humor hablar con un tipo tan desagradable como Gawain. Gawain y ella se criaron prácticamente juntos, su padre era el encargado de la seguridad no solo del reino y del castillo, sino que también de la seguridad del mismísimo rey. Lo que había hecho que su patético hijo siguiera sus pasos y una vez que tuvo la edad suficiente, se convirtió en el caballero real de la princesa. Eso era a lo que había venido a hacer al mundo… Debia dar su vida por la princesa. -Su alteza.- Gawain dio una pequeña reverencia hacia la princesa que caminaba por toda la sala con ese largo vestido color violeta, que la hacia parecer aun mas blanca. -Gawain.- inclino su cabeza, de la misma forma. Miro a la gente que sobraba en la habitación.- Pueden dejarnos solos.- ordeno y al instante la sala era de ellos dos.- Habla.- ordeno, sentándose en el trono. Gawain relajo su postura al estar únicamente los dos y acomodo su largo cabello. Habia algo que odiaba aun mas la princesa Bevery, Gawain era fácilmente el muchacho mas apuesto de todo el reino, desde que había cumplido diecisiete años todas las damas del reino hacían fila en las afueras del castillo para poder verlo practicar o cualquier cosa. Y odiaba que todas sus damas de compañía soltaran suspiros cada vez que lo veian entrar a la habitación, con aquel pedazo de tela en su frente intentando controlar sus largos mechones de cabello castaños, que a veces tapaban sus verdes ojos. Le irritaba. -Traigo malas noticias Very.- informo. La princesa tomo una larga bocada de aire. -Por Dios, si vas a faltarme el respeto aunque sea dime por mi nombre completo, no ese estúpido apodo.- apoyo su cabeza sobre su mano, analizando a su guardia. -Ya te dije alteza, incluso me reverencié. - ignoro.- En fin, tu baile tendrá que cancelarse.- dijo soltando una pequeña sonrisa. Bevery abrió sus ojos como plato, nadie cancelaria su baile, había estado trabajando en eso por semanas. -Ni lo sueñes, el Gran Baile es una costumbre en cada uno de mis cumpleaños, no se cancelara a solo horas. - rio histérica. -Feliz cumpleaños, por cierto. - eso hizo que Bevery rodara los ojos, otra vez.- Escucha, se que esto es importante para ti, no sé por qué si tuviste la misma fiesta la semana pasada.- agrego.- pero los del reino de Kreston planean un ataque al castillo, y no te pondré como blanco fácil en esa fiesta.- Bevery suspiro. -Me aburres Gawain. - fingió bostezar. - ¿Acaso sabes el hermoso vestido que tengo en mi cuarto? No pasara, olvídalo.- agito su mano, quitándole importancia. -¿Entonces que debería hacer? ¿Qué hare si atacan el castillo?- cuestiono algo ofendido. Bevery se levanto del trono y paso por el lado de su caballero, acomodando su vestido. -No lo sé, tu padre esta en el castillo, pídele ayuda.- se encogio de hombros y finalmente abandono la sala, dejando a Gawain aun mas estresado. Y luego de ese pequeño intento de frenarla, la princesa se dirigio a su habitación nuevamente, donde las sirvientas estaban listas para comenzar a vestirla para el baile que comenzaría en solo horas. Con su vestido rojo y detalles dorados en su falda, que tenia minimo como diez capas, aquella corona que descansaba en su cabello, que volaba suelto por los aires como queria, la princesa Bevery sonrio al llegar al punto mas alto de las escaleras. El baile había comenzado, todos daban una ronda de aplausos a la cumpleañera, que estaba radiante como siempre. Bevery disfrutaba de las miradas, de la atención y de las luces que la apuntaban, siendo ella el único centro en el que los demás giraban sin ninguna otra piedra en su camino. Comenzó a mover su mano suavemente, saludando a los invitados y bajando los escalones con Gawain a su lado, como su caballero real, esa era su función. Asegurarse que la princesa no se cayera en su entrada triunfal. Aunque hoy estaba mucho más distraído que otras veces, les habían llegado varios avisos de gente del reino de Kreston con intenciones de invadirlos justo para el cumpleaños de la princesa, y él mismo había jurado ante el rey de Amaru que protegería a Bevery, aunque su vida estuviera en peligro. Poco a poco, los miembros de la junta se acercaron para felicitar a la joven y Gawain se alejo para darle el centro de la atención a Bevery, que era la razón por la cual esta fiesta se estaba realizando al fin de cuentas. Chocó hombros con un hombre y fruncio el ceño. Reconocio al sujeto al instante, ¿Cómo podría no reconocerlo? Llevaba un traje blanco de punta a punta, y un pequeño pañuelo rojo descansando en su bolsillo, casualmente del mismo color que el vestido de la princesa. Se trataba del Dietrich, Principe de Tiamat, otro de los reinos vecinos. Dietrich había sido el prometido de Bevery desde que habían nacido, o incluso antes. Sabia que cada vez faltaba menos para que sus reinos se volvieran uno. Inclino su cabeza y llevo su mano a la espada que descansaba en su cintura -Principe Dietrich, es un placer verlo.- saludo. -Ha sido un tiempo Gawain.- devolvió el saludo.- ¿Cómo van las cosas? Al ser prácticamente de la misma edad, Gawain y Dietrich habían tenido todas sus clases de combate juntos, desde niños… Gawain no queria alardear, pero había ganado cada uno de los enfretamientos con el príncipe. Siempre hubo cierta rivalidad entre ellos y Bevery era la que siempre terminaba calmandolos, quedándose con el príncipe por supuesto, a Gawain simplemente lo mandaba a dormir a algun lugar lleno de paja. -Podrian ir mejor si tu comprometida comenzara a ser una mejor monarca.- se encogio de hombros.- pero no es mi asunto. Dietrich solto una carcajada. -Nadie podría domar a esa alma aunque se tomara toda una eternidad.- comento. -Creo que esta esperando que la saludes, deberías ir.- señalo con la cabeza, podía sentir la pesada mirada de la princesa en su espalda, como si de esa forma pudiera agujerearla. -Espero que volvamos a practicar mas tarde, aun me debes una revancha.- alzo una ceja. -Cuando quieras, príncipe. - había cierta burla en su tono de voz. Dietrich abandono al caballero real y siguió su camino hasta la princesa, que ya lo esperaba con una sonrisa en su rostro. -Cada año se pone mas y mas hermosa, su alteza.- Dietrich saludo con una pequeña reverencia, que fue correspondida por la princesa, luego de dejar un pequeño beso en su mano. -Principe Dietrich, es un honor tenerlo aquí.- sonrio, sintiendo las mariposas en su estomago al ver al amor de su vida frente a ella. Habia dejado de hablar con su gran amiga, Sabina, una hija de unos nobles, para poder escuchar atentamente a aquel hombre. -El honor es mío, su majestad. Tenía que venir a ver a la cumpleañera más linda.- halago. –Feliz cumpleaños, por cierto. Las mejillas de Bevery se tornaron rosas. Maldito y sensual Dietrich. Mientras que los príncipes compartían una copa de champagne y practicaban sobre algunas cosas mientras se coqueteaban mutuamente, en otra parte del castillo había soldados de Kreston entrando a la fuerza y noqueando a cualquier guerrero que se le cruzara… Las cosas se pondrían intensas en el Gran Baile que la princesa había planeado para su propio cumpleaños. Intensas y sangrientas… 

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