PAGRANTI, ATENAS.
Era una tarde de verano, estábamos a casi cuarenta grados de temperatura por lo que el calor era agobiante; y es que el clima aquí en Grecia es típicamente mediterráneo, templado, con inviernos suaves y lluviosos… pero los veranos, eso sí que son otra cosa, pues suelen ser calurosos y secos, justo como ahorita y para mi mala suerte es en esta estación del año en la que a mi auto se le vino a dañar el aire acondicionado.
Suspiro cansada y golpeo levemente el volante con las palmas de mis manos, al ver el enorme embotellamiento que me espera de regreso a casa, al parecer había ocurrido un accidente más adelante, ya los bomberos estaban haciendo su trabajo, pero eso para mí solo significaba aguantarme como una hora de tráfico, y hoy que había sido un dia agotador en la oficina era como morirse lentamente.
En verdad ansiaba llegar a casa lo mas pronto posible, aunque bueno, todos los días me sentía igual sobretodo en este último mes en el que me había postulado para el puesto de jefa del departamento de informática, por eso el trabajo que tenía era mayor y ni hablar de las responsabilidades, además, también estaba desarrollando un nuevo programa de reconocimiento facial que ayudaría a fortalecer los sistemas de seguridad de la empresa para la cual trabajo, una dedicada a la creación y prueba de medicamentos.
—¡Rayos! A este paso tendré que pernoctar en mi auto.
Me quejo en voz alta dejando caer mi cabeza hacia atrás y pasando mis manos por mi cabello con frustración al ver que no he avanzado casi nada en la larga cola, resoplo y veo la hora en el reloj que tengo en mi muñeca.
—Ya llevo media hora aquí.
Suelto con molestia. Decido pasar el tiempo jugando algo en mi teléfono asi que remuevo todo dentro de mi bolso hasta conseguir el aparato, una vez lo tengo en mi mano lo desbloqueo y comienzo a jugar Candy crush y cada tanto debo dejar de jugar para avanzar un poco más.
Sin darme cuenta ya casi había salido de la cola, me faltaban como unos quince autos para salir de la agotadora espera, unos minutos después me fijo que los bomberos ya estaban despejando la via asi que guardo mi teléfono pues eso significa que ya el tránsito vehicular volvería a la normalidad.
Cuando paso por un lado del lugar del accidente veo un auto de lujo estrellado contra un pequeño local, la verdad no sé si hubieron heridos o pérdidas fatales pero los daños materiales si que son graves.
Sigo mi camino en la vía, estoy como a veinte minutos de llegar a mi casa, pero por alguna razón disminuyo un poco la velocidad, realmente no sé porqué pero es como un presentimiento que tengo así que lo hago, otros carros me tocan la bocina pero simplemente hago una señal para que me pasen por un lado y es ahí cuando lo veo, a mi esposo caminando por la calle tomado de la mano con una chica pelirroja.
Mis ojos no pueden creer lo que están viendo y realmente no sé si acelerar para salir de allí o detenerme y enfrentarlos.
Aún indecisa, mis ojos los siguen hasta que entran a un restaurante; no lo pienso tanto y opto por la segunda opción, busco rápidamente un lugar donde estacionar y después de unos minutos consigo un puesto libre. Me aparco, apago el motor, me quito el cinturón de seguridad, abro la puerta y salgo.
Miro para ambos lados antes de cruzar la calle y como un ladrón al acecho me escabullo entre las personas para evitar ser vista por Ícaros, mi esposo.
Busco con la mirada desesperadamente rogando por estar equivocada, rogando a dios que mis ojos simplemente no vieron lo que vieron, por que no es más que un hombre muy parecido a mi amado Ícaros.
¿Sí? Otro hombre cuando está usando la misma ropa con la que salió esta mañana de nuestra casa para el trabajo… tonta. Me regaña mi consciencia, y es entonces cuando lo veo, Ícaros, quien ha sido mi esposo por más de diez años está sentado en una mesa al fondo del local conversando amenamente con la pelirroja, que no deja de tocarlo y mirarlo con admiración, deseo… y ¿amor?
Primero me quedo en shock debatiéndome internamente entre si ir hasta allá o marcharme, pero nuevamente termino armándome de valor y camino a paso seguro hacia su mesa. Ícaros esta tan concentrado en su acompañante, que no ha escuchado el taconeo de mis zapatos, me paro firme frente a él y me claro la garganta sonoramente.
— Gracias señorita, pero ya nos ha tomado la orden otro mesonero. — Dice el muy idiota, sin siquiera voltear a verme y eso me enfurece más.
— No soy una mesonera, Ícaros… — digo con tono molesto, pero sin alzar mi voz, pues no me gusta armar shows en lugares públicos.
— Alina… pero… ¿qué haces aquí? — logra apenas pronunciar palabras, mientras palidece.
— ¿No piensas presentarnos? — suelto mordaz y él intercambia su mirada entre la su acompañante y yo.
La chica sonriente me tiende la mano y se presenta.
— Hola Alina, mi nombre es Elena, es un gusto conocerte por fin.
Le frunzo el ceño y le miro con desprecio y sin estrecharle la mano. Ella me sonríe apenada y guarda su mano.
— ¿Quién eres? — es lo único que digo.
Ícaros se levanta de su silla, me agarra con fuerza por mi brazo y me hala un poco en un intento por alejarme de la mesa, pero la chica es más rápida y antes de que me pueda apartar me sujeta mi mano libre y con su otra mano toma la de él; mi esposo me ve nervioso, luego a ella y con sutileza se zafa de su agarre, pero no sirve de nada pues la chica está decidida a que la conozca.
— Ícaros, tarde o temprano tendré que conocerla, ¿por qué no empezar ahorita? – le sonríe y luego me mira con seriedad –, y a ti Alina, ya te dije, soy Elena, pero si te refieres a que soy de Ícaros, pues ya es hora de que sepas que soy su esposa. Eso te convierte en mi cuñada.
Deja notar la altivez en su tono, mis cejas se alzan con sorpresa y la miro incrédula, luego a Ícaros llena de ira, me paro firme y la repaso con los ojos de pies a cabeza.
— Elena… — susurra Ícaros y la chica lo mira molesta.
—¿Su esposa? Esto sí que es divertido. ¿desde cuándo es que es tu esposa, Ícaros?
El muy cobarde sólo gira su cabeza a un lado y se queda en silencio, la chica lo mira de reojo y me frunce el ceño con enojo.
— No tienes por qué ser tan déspota, entiende que es tu hermano menor, sé que es tu único familiar cercano, pero Ícaros no necesita de tu permiso para poder hacer su vida, y tu deberías hacer lo mismo.
— Mira que eres idiota muchacha, venirle a creer a este su harta de mentiras – lo señalo con expresión de asco —, te voy a quitar la venda de los ojos.
— Alina, no por favor… no todo es tan como parece… yo…
Se queda en silencio al ver la mirada de confusión de Elena y me da una mirada suplicante, me sujeta por los hombros, pero me aparto de él empujándolo con furia.
— No me toques hijo de puta… — me sacudo la blusa. — Mira, tonta, mi nombre si es Alina, pero no soy la hermana de este cretino, yo ERA – hago énfasis –, su esposa, es te convierte en su amante, su querida, y si Ícaros, dije ERA porque quiero el maldito divorcio.
— Pero Alina, ¿el divorcio? Piénsalo un poco…
— No tengo nada que pensar, tú no vales nada para mí, sólo representas trece años de mi vida perdidos a tu lado y ya no pienso seguir haciéndolo ni por un segundo más.
La chica escucha en silencio, mientras lágrimas amenazan por salir de sus ojos.
— Entonces… ¿no eres su hermana celosa? — pregunta con voz quebrada y yo resoplo, cansada.
— No, no soy la hermana de este idiota, fui su esposa por trece años, entiende, te ha mentido, y no sé cuanto tiempo llevan juntos, pero si no eres tonta, harás lo mismo que yo y te alejaras de él, pero si no te importa te lo dejo completito pues yo si me voy de aquí. ¡y tú! Espera la llamada de mi abogado muy pronto.
— No te firmaré el divorcio ni nada, Alina.
— Já, o firmas o te dejo en la calle, supongo que fuiste tan idiota que te casaste por civil estando casado conmigo, no importa donde haya sido, encontraré el documento y será prueba suficiente para probar tu infidelidad y quedarme con todo.
— No eres capaz — suelta sonriente y con seguridad.
— Sólo obsérvame. — ñe digo con desdén y la tal Elena se acerca hasta donde estoy después de tomar su bolso de la silla que estaba vacía a su lado, saca una tarjeta de presentación y me la entrega.
— Allí está mi número de contacto, solo llámame si necesitas la copia del acta de matrimonio… quiero verlo en la calle y si no lo haces tú, con mucho gusto lo haré yo.
— Elena… espera, no te vayas… — le ruega el imbécil de Ícaros y la chica solo lo mira con odio…
— Pronto sabrás de mí, claro, sólo a través de mis abogados. Hasta nunca, Ícaros.
La chica se cuelga el bolso al hombro y antes de salir del establecimiento, le dedica una mirada de desprecio la cual enseguida él me devuelve a mí, después de vista a la pelirroja.
— ¿Viste lo que hiciste? Ella es la hermana de un hombre poderoso, era nuestro ticket de entrada a la alta sociedad.
— No, era tu boleto, no el mío. Todos estos años tirados a la basura… ¿y todo por qué? Solo por codearte con la élite de la sociedad… me das pena, Ícaros, no sé como pude perder tanto tiempo junto a ti — le digo llena de desprecio, para luego salir del establecimiento sin voltear a verlo nuevamente.
[…]
Al llegar a mi casa, lo primero que hice fue llamar a un cerrajero para que cambiara todas y cada una de las cerraduras de las puertas de la casa pues no pienso dejar que Ícaros entre y salga de este lugar cuando se le venga en ganas.
Me salió costos el trabajo, pero valió la pena pues no solo cambio las cerraduras, sino que también le coloco protectores a las ventanas ya que están eran panorámicas de vidrio reforzados, pero con apenas un seguro interno bastante fácil de burla según me explico el señor.
Al terminar su labor el cerrajero me entregó mi nuevo juego de llaves y se marcha sin decir más, cerré todo con pasador y me diriji al baño con toda la intención de darme un baño con agua tibia, lo necesito, necesito que el agua me ayude a relarjarme un poco.
Me voy quitando la ropa de camino a mi habitación dejando el reguero por el suelo, al llegar al baño solo me deshago de mi panty, mi brasier y me meto en la parte de la ducha, abro el grifo y una vez controlada la temperatura me meto bajo la regadera pero justo en ese momento cuando el agua choca contra mi piel y me hace sueltar un suspiro pesado y sonoro es cuando todos los recuerdos vienen a mi golpeando mi memoria como si fuese un gancho en el estomago. No puedo evitar sentirme decaida, traicionada y burlada; con todos estos sentimientos abrumandome es inevitable que las lágrimas comiencen a escaparse descontroladamente de mis ojos camuflandose con el agua tibia que corre por mi piel.
— Tonta, tonta... mil veces tonta... — me grito a mi misma entre lágrimas mientras mis manos golpean las baldosas de la pared con furia.
No sé por cuantos minutos dure en ese estado, pero llore, llore como nunca antes lo había hecho y no precisamente porque mis manos dolieran de tanto pegarle a la pared con ellas, era por el dolor que ardía en mi pecho al sentirme tan estúpida y creer en todas y cada una de las palabras que me había profesado Ícaros.
— No, no puedo seguir llorando por ese imbécil, Ícaros no merece que derrame ni una sola lágrima por él, no merece nada de mi, me traicionó y lo voy a superar a como dé lugar — me digo a mi misma en voz alta, mientras limpio mis mejillas con mis manos enrojecidas y adoloridas, término de ducharme y salgo del baño envuelta en una toalla; mi cabello aún escurrie agua pero no le presto atención, solo salgo de mi habitación en busca de mi teléfono que lo deje en algún lugar de la sala de estar. Al conseguirlo lo primero que hago es mandarle un mensaje a mi mejor amigo.
VENTANA DE CHAT:
ALINA: Tadeus necesito salir esta noche. No quiero manejar así que ven a buscarme.
TADEUS: ¿Tu? ¿salir de noche? ¿Qué hizo Ícaros?
ALINA: Luego te cuento, de momento solo te diré que pronto seré una mujer divorciada.
TADEUS: ¡Mierda! Estoy allí en cinco minutos.
ALINA: OK. Te aviso que hoy te tocará hacerla de niñera porque beberé hasta morir.
TADEUS: ¡JAJAJA! nos embriagaremos juntos querida... ando con despecho.
ALINA: ¡Ya somos dos! :'(
FIN DEL CHAT.
Camino de vuelta a mi habitación, dejo el teléfono sobre la cama y me dijiro hasta la cómoda de donde saco una panty y un brasier de encaje a juego en color n***o; una vez me los colocó me encamino hasta el placard, abro la puerta del mismo y lo primero que veo es la ropa de Ícaros colgada ordenadamente en los ganchos, el tan solo ver esa ropa alli tan limpia y ordenada hace que la ira me invada como si burbujeara desde mi interior, desde de lo más produndo de mi ser al recordar que el muy desgraciado no sólo me fue infiel sino que hasta fingió estar casado con esa estúpida lagartona estirada cuando aún esta casado conmigo jurandome a diario que me amaba con todo su ser, prometiendome una vida juntos, solo él y yo hasta el fin de nuestros días sobre la tierra...
—¡Maldito! Eres un maldito Ícaros.
Grito furica mientras comienzo a tirar la ropa al suelo con todo y ganchos, halando de las prendas con fuerza hasta romperlas entre llantos y gritos; pero no conforme con eso reúno la pila de camisas, pantalones, americanas, corbatas y medias, las cargo hasta el patio, las vuelvo arrojar al suelo y cegada por la rabia busco un bidón de gasolina en el garage y lo rocío sobre la ropa; eso hace que una sonrisa maliciosa se dibuje en mi rostro así que antes de arrepentirme busco rápidamente una cajita de cerillos en la cocina, me devuelvo al patio casi corriendo, saco uno y lo enciendo, lo miro unos segundos mientras el fuego consume poco a poco el pequeño cerillo, es como si internamente me estuviera debatiendo entre si debo continuar con lo que tengo en mente o no, pero finalmente mi lado irracional es el dominante y con eso dejo caer sobre la ropa el cerillo, la gasolina no tarda nada en reaccionar al fuego haciendo arder en llamas las finas prendas del hombre aquí le jure frente a un altar hace trece años amar por el resto de mis días.
Rio como loca mientras veo las llamas crecer hasta que el timbre de la puerta principal me saca de mi euforia. Camino hasta la puerta sin importarme que lo único que visto es mi sexy ropa interior, veo por la mirilla y me encuentro con mi amigo Tadeus y por lo que puedo ver él también está muy mal pues su cabello esta despeinado y su ropa desordenada, lo cual no es algo muy propio de él. Abro la puerta de par en par y este ladea su cabeza observándose de arriba a bajo alzando una de sus cejas.
— ¿Vas a salir asi o esperabas a Ícaros?
— No menciones su nombre, claro que vamos a salir, solo deja que me ponga un vestido y listo.
— ¿Sin maquillaje ni peinado elaborado? Vaya que lo que hizo tu esposito fue grave.
— No digas que es mi esposo, ese maldito no conforme con montarme los cuerno se fue a Londres y se casó con otra. Lo veo sentarse en uno de los muebles en la sala de estar recostando su cabeza del respaldo, mientras yo me encaminó a mi habitación en busca de un vestido que ponerme.
— ¿Qué? Pero, ¿eso es legal? Digo, ustedes no están casados ya...
—Claro que no es legal Tadeus, no sé que leyes habra roto pero lo que si sé es que yo me divorcio porque me divorcio — digo en voz alta desde mi placard.
— Alina... ¿Qué es ese olor?
— Nada... solo es la ropa de Ícaros quedándose en el patio — digo sin preocupación mientras salgo ya vestida de mi habitación y con el juego de sábanas en mis manos.
—¿La ropa de Ícaros quedándose? ¿Te volviste loca? — dice alterado, con sus ojos tan abiertos como un par de platos llanos pero yo solo me encojo de hombros y le entrego las sábanas.
—Quizás... pero es lo mínimo que se merece ese desgraciado... ahora toma, hazme el favor y tira esto al fuego junto con esa ropa mientras busco un par de tacones que combinen con este vestido.
—¡Pero Alina!
—Bien, yo misma lo hago... no quiero el olor de su perfume penetrando mis fosas nasales cuando me acueste a dormir... pensándolo bien... creo que tendré que quemar todos los juegos de sábanas...
—¡Alina! ¡Ya basta! Suenas como una desquiciada... no puedes ir quemando todo lo es o uso Ícaros... ¿o es que vas a prenderle fuego a la casa también? Después de todo vivió aquí por diez años.
Bufo enojada y hago caso omiso a todo lo que me dice sigo mi camino y arrojó las sábanas al fuego, Tadeus me mira boquiabierto y luego me da una mirada llena de dedesaprobación.
— Deja de mirarme así, haré lo que se me venga en ganas y punto... y será mejor que dejes los regaños o pagaré mi rabia contigo Tadeus.
Alza sus manos en modo de rendición y con eso doy por terminada toda discusión.