Atraido.

1121 Words
NARRA TESEO. Hacía varios minutos nos encontrábamos aquí uno frente al otro observando cada quien sus respectivos papeles, aunque ambos hablan de lo mismo. Ruby llevó la lapicera que tenía su mano hacia su labio inferior y suspiro cansada mientras pasaba de hoja. Desvíe mi mirada rápidamente o aquella simple acción me arruinaría por completo la mañana, esta mujer era jodidamente sensual y tenía algo que atraía tu mirada en cada segundo, mi mente se encontraba perdida en las mil maneras que podría hacer mía y nunca antes me había negado un capricho a mí mismo, pero ella no podía ser el caso, ya que nunca confundiría las cosas en el trabajo. La responsabilidad no era negociable para mí, aunque para ser sincero, Ruby Andrade era toda una tentación. — ¿Ya te cansaste?— pregunté llamando su atención, pude sentir su mirada sobre mí a pesar de que no la estaba observando. — Por supuesto que no, señor. Es solo que tengo más trabajo en unas horas aquí que en toda una semana en el piso 53– comentó divertida sacándome una sonrisa. — Lo sé, el piso 52 es quien realmente trabaja para mantener todo este sitio en pie— comente orgulloso y finalmente la observé. Ella movió su cabeza afirmando y me regaló una pícara sonrisa. “Detente Ruby, si lo que quieres es seducirme podrías conseguirlo muy fácil, pero eso te dejaría desempleada”. Y como si ella hubiera oído mis pensamientos, volvió su atención hacia la carpeta que traía en sus manos. — Note que estudias finanzas — comente en voz alta. Ella levantó su mirada, podía percibir cierto nerviosismo en sus ojos. —En el piso de arriba seguramente te sobraba tiempo para estudiar, pero aquí todo será mucho más demandante. ¿Crees poder hacer este trabajo y además ir a la universidad en la noche?— pregunté dejando los papeles y cruzándome de brazos. Ella pensó por algunos segundos y finalmente respondió. — Sé muy bien administrar mi tiempo, señor Yilmaz— comentó con una sonrisa. — Por lo que a pesar de que aquí tendré mucho más trabajo, mi universidad no será un problema, apenas son dos días a la semana — comentó y luego regresó su mirada a lo que se encontraba leyendo, aunque sabía que simulaba prestarle atención, pero continuaba nerviosa ante la mirada. — Es bueno saberlo— contesté, tomando la hoja con su información y pensando la siguiente información. A este punto habíamos adelantado mucho sobre los pasos a seguir de la reunión de las 10 am y tan solo Ruby necesitaba aprenderlos de memoria en caso de que me hiciera falta, aunque nunca era necesario, puesto que tengo una memoria bastante envidiable. — ¿Por qué estudiaste administración de empresas si lo que quieres en realidad es ser contadora?— pregunté volviendo a llamar su atención. — Quizás ese tiempo que perdías estudiando para ser secretaría de alguien más, podrías haberlo invertido en tu carrera y de esa manera terminar a tiempo— dije y esta vez noté que ella dejaba la lapicera sobre la carpeta y me observaba casi un poco molesta podría decir. — No todos tenemos la suerte de que nos paguen los estudios, así que tuve que invertir mi tiempo en una carrera corta, con la que pudiera pagarme la universidad de finanzas. Después de todo, ambos títulos me servirán para lograr mi objetivo— aseguró, levante una ceja sorprendido. Su descaro fue increíble, pero eso no me molesto. No todos son capaces de decirte las cosas en la cara como ella, quien acababa de decirme niño rico sin ningún tipo de temor. —¿Cuál es ese objetivo?— pregunte, deseaba desvelar cada misterio que ella parecía tener, pues justo ahora nada llamaba más mi atención que este absurdo interrogatorio. — Ser una exitosa empresaria, justo como usted— comentó seductoramente. – Soy muy admiradora de su trabajo y creo que puedo...—comenzó a decir, pero la interrumpí. —¿Igualarlo?— pregunté escondiendo una media sonrisa fanfarrona. Pero casi se me borra de la cara cuando ella negó imitando mi sonrisa. — Mejorarlo— dijo casi en un susurro que acabó con mi poca cordura y a este punto solo deseaba desnudarla en esta misma oficina. Comencé a reír descaradamente. Pero ella no dejo de observarme con esos ojos marrones y oscuros. —¿Mejorarlo?— pregunté mientras negaba. — Entonces me temo que debo decirle que va un poco tarde, señorita, a su edad yo ya había terminado mis estudios con honores— comenté bajándole un poco la sonrisa que traía. Su rostro reflejaba demasiado sus emociones, eso la hacía bastante predecible para mi gusto. En este mundo no debes demostrar tus movimientos, pues la competencia es cruel y desalmada. — “Un gran empresario no es quien llega primero a la cima, sino aquel que más tiempo logre mantenerse”— comentó ella nuevamente sorprendiéndome. —Veo que tiene buen gusto en libros— comente puesto que había dicho una de las frases de mi libro. — Solo leo a los mejores, nadie aprende de los patéticos— comentó ella y volvió su atención a la carpeta. — No recuerdo haber escrito eso— contesté volviendo mi atención a la computadora como si realmente quisiera hacerlo, o mejor dicho pudiera. Puesto que mi completa atención se encontraba en ella, esta era la conversación más satisfactoria que había tenido en todo mi maldito mes y no la tenía ni más ni menos que con la secretaria. — Es por qué no la escribió usted, fui yo. Se la regalo y si lo desea puede ponerla en su próximo libro— dijo divertida y luego volvió su atención al trabajo, al parecer olvidó por unos segundos donde nos encontrábamos. — Gracias, pero dudo que esa sea una frase propia de un empresario, pero sí serviría en una peluquería – comenté solo para molestarla y así lo hice. Estaba intentando confirmar mi teoría sobre lo fácil que era que demuestre sus sentimientos y con esto lo confirmaba. Vi su rostro observarme seriamente y la manera en la que mordió su labio inferior evitando responderme. Quería sonreír por lo divertido que aquello era, pero no le permitiría que crea que esto era una broma, sino que recuerde quién era ella y quien soy yo. El teléfono de su escritorio comenzó a sonar por lo que se puso de pie rápidamente y comenzó a caminar hacia la puerta, desvíe mi mirada hacia la carpeta que estaba anotando resúmenes y luego a su pequeña libreta, la cual además de tener anotaciones contenía un pequeño corazón en el borde de esta. Negué rápidamente mientras sonreía.
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