William Dejar el país no fue fácil, pero lo hecho, hecho estaba, aborde ese avión decidido a no volver nunca, a no verla más, las horas de viaje fueron muy pesadas, tanto que no pude descansar ni un poco. A mi mente venían las imágenes de sus lágrimas, la manera en que me pedía que no la dejara, ¿Cómo no la escuche? ¿Cómo deje que el orgullo me ganará esta vez? Pero a la vez tenía razón, no podía darle lo que ella merecía, si tengo dinero y todo lo que pueda desear pero había hecho las cosas mal y ella no merecía eso. Cerré mis ojos tratando de descansar un poco, al llegar a México tomé mi auto, el cual había dejado en el estacionamiento del aeropuerto para mayor seguridad. Conduje hasta mi casa, una que parecía estar completamente sola, la soledad se hacía cada vez más grande. Ya n

