William
Tal vez me había pasado, tener a Cristine encadenada había sido un error, a pesar de haber que lo merecía.
Me deje caer en la cama mientras ella iba al baño, y dejé que mi mente siguiera su curso.
-Papá sueltame- pedí mientras le suplicaba que me quitara las cadenas de las manos, había estado jugando con la bicicleta y sin querer choque en el auto de mi padre lo que ocasionó un rayón en la pintura
-Así aprenderás a cuidar las cosas- menciono antes de salir de mi habitación, solo tenía 10 años y el quería que hiciera todo tal y como quería, mientras que yo solo deseaba tener una infancia normal, deseaba jugar como los demás niños, poder jugar juegos de mesa o incluso partidas de fútbol pero mi padre solo quería que estudiará.
-Mamá fue un accidente- grite pero no me escucharon o más bien no querían hacerlo.
No estoy consiente de cuanto tiempo pase en esa posición pero mis muñecas dolían, y ansiaba descansar mi espalda.
Varias horas después mi padre entró y me quito las cadenas
-Parate- ordenó y así lo hice no quería más problemas- Quiero que vallas y arregles esa marca que dejaste en el auto- me empujó hasta la puerta
-Pero yo no puedo- mencione asustado
-Pudiste provocarlo ahora lo arreglaras- demandó y no me quedo más opcion de pintar el auto, lo hice como pude pero no entendia porque tenía que hacerlo yo si mi padre tenía bastante dinero.
No entendía el comportamiento de mis padres, no consideraba que fuera un mal niño, me portaba bien, hacía mi tarea a tiempo, no los molestaba cuando estaban en el despacho.
......
Los pasos en la habitación me hicieron salir del recuerdo y me puse de pie viendo como Cristine se acercaba a la puerta y la abria
-¿Qué haces? - grite y ella simplemente salió, me acerque rápidamente pero la puerta había sido cerrada por fuera.
Pero eso no me importo le di una patada y la abrí de nuevo, comencé a seguirla, en realidad ella no sabía hacia donde ir corría por varios lugares de la casa hasta que encontró la puerta principal y salió.
La seguí de cercas y la tomé de la mano cuando estaba por llegar a mi auto, la gire rápidamente y acerque mi cuerpo haciendo que su espalda topara con el auto.
Sus ojos se abrieron y la mire amenazante, su pecho subía y bajaba rápidamente, estaba agitada por la corrida y para que negarlo yo igual a pesar de que hacía ejercicio y tenía muy buena condición física.
-Aléjate de mi- menciono con una voz baja pero muy seductora, sus ojos cafés se veían más profundos y yo sentí como mi respiración se agitó aún más, había estado con varias mujeres no iba a negarlo, pero ninguna ni siquiera Adriana había provocado esto en mi.
Su aroma era una mezcla de lavanda y menta que podría nublar mis sentidos en cualquier momento, sus labios eran de un tamaño perfecto pero me insitaban a probarlos
-Sueltame- menciono empujando mi cuerpo pero simplemente tome su cintura y la acerque más a mi.
-Si no quiero ¿Qué? - sus ojos bajaron a mis labios y sonreí satisfecho, mordí mi labio inferior y ella mojo los suyos.
Pero por más tentación que ella provocará no caería, no con ella cuando lo que quiero es que Adriana regrese a México.
Tome su cintura y la cargue sobre mi hombro haciendo que ella gritara un poco ante la sorpresa.
-Bajame, puedo caminar sola- menciono molesta y yo sobre, sabía que no me vería pues su tracer o daba a mi rostro lo que me hacía apreciar la maravillosa vista.
-Y yo puedo llevarte- mencione lo obvio
-Te gusta verme el trasero es lo que pasa- bufo- Pero escúchalo bien Adams nunca lo tendrás- sentenció y asentí
-No es como que fueras la última mujer en el mundo- rode los ojos y ella golpeó mi espalda- Es sencillo Castañita, en cuestión de minutos puedo tener a cualquier mujer aquí mismo- la deje caer en la cama y me acerque amenazante a ella, su cuerpo se recostó en la cama como si esperara mis caricias- Podria tenerlas aquí comiendo de mi mano- acerque mi rostro a su oído dejando que mi aliento golpeara en su cuello.
-¿Entonces porque estas aquí? - pregunto agitada y sonreí ante lo que había logrado
-Porque me declaraste la guerra Cristine y acabó de comprobar que provoco algunas cosas en ti- me aleje de ella mientras abria sus ojos sorprendida
-Idiota- me lanzó una almohada- El cuerpo es débil, es normal que reaccione así, pero no te creas la última Coca-Cola del desierto porque no lo eres Adams- gruñó y sonreí burlón
-Ya veremos quién pierde en esto Castañita- me aleje antes de mirar la puerta y suspiré- Vamos te llevaré a otra habitación- me miro de manera extraña
-No quiero cualquier habitación, me conformo con una que tenga por lo menos una pequeña ventana- pidió y asenti
-Entonces vamos- la vi tomar su maleta pero se la quite a medio camino, la guíe por un paso hasta llegar a una habitación de visitas, era igual que la otra, pero a cambio esta tenía una ventana con algunos barrotes para evitar la entrada de animales a la casa.
-Claro era de esperarse- sonrió sarcástica- me sacas de una habitación sin ventanas para traerme a una con barrotes, ¿Donde estamos en la cárcel? - bufo y yo suspiré
-La mayoría de las habitaciones tienen barrotes en la ventana, a excepción de la mía- alarde y ella negó varias veces
-Me sirve, no se si puedas traerme los libros y juegos de mesa- eleve una Ceja- Si voy a estar aquí encerrada por lo menos dame algo para entreterme, no seas un pésimo secuestrador- solté una risa
-Cristine ¿Qué secuestrador en su sano juicio hace lo que pide la víctima? - pregunte y ella asintio
-Tuche, tienes razón- se sentó en la cama- De acuerdo seré una buena víctima, me quedare aquí, no daré lata pero a cambio quiero los libros- trato de negociar
-Ya veremos- me acerque a la puerta- Mañana tendrás que llamar si o si a Adriana, entre más pronto vuelva a México mejor- le recorde
-¿Hace unas semanas donde estuviste? - pregunto y yo la mire confundido
-En Boston ¿Porque? - me cruce de brazos
-Adriana vino a la Sierra hace unas semanas, es una fortuna que no estuvieras así pudo disfrutar de su familia- se burló de mi y asentí
-Ya veremos si siguen siendo su familia Castañita, Adriana era mi mujer antes de ese idiota y voy a recuperar lo que me pertenece- asegure
-Ella no es una mercancía- sonreí ante sus palabras
- Pague un precio muy alto para salir con ella, así que aunque no sea una mercancía esta prometida para casarse conmigo- asegure
-No puede casarse contigo, te recuerdo que ya está casada y ella no volverá contigo ni aunque fueras el último hombre del mundo- me miro frivolamente
Estaba por decir algo pero mi celular comenzó a sonar por lo que dejé la conversación ahí y salí de la habitación antes de cerrarla con llave.
Mire el teléfono y era Tomás, bufé y cancele la llamada, no tenía nada de que hablar con ese traidor, y menos ahora que me buscaba para poder ayudarlo en unas construcciones que había prometido durante la campaña, pero la cosa era simple o Adriana vuelve y el obtiene lo que desea o no vuelve y el pierde todo lo que ha logrado.
El gran Tomás Jones me había dicho que haría que su hija volviera, que le diera tiempo para comprender su error y entonces retomariamos la boda, pero no, el infeliz fue a buscarla y regresa con la presidencia ganada y ella casada con un Italiano.
Ese idiota se había quedado con lo mio y tarde o temprano se lo quitaría, porque Adriana Jones era mía y eso no tenía duda.