El fuego crepitaba suavemente bajo el comal de hierro mientras el aroma del nixtamal recién molido inundaba la cocina. María apretaba con fuerza el rodillo de madera, sintiendo en sus dedos el temblor que aún no se iba desde aquella noche. Cada movimiento sobre la masa la llevaba de vuelta a esos años de inocencia, cuando Meche le enseñaba con ternura cómo preparar tortillas. La recordaba riendo, con el cabello sujeto en un chongo apretado, manchada de harina, dándoles a ella y a Julio taquitos con sal mientras les contaba historias de amor y coraje. Esa imagen viva, luminosa, tan opuesta a lo que había quedado tras la tragedia, la desbordó. Las lágrimas le resbalaron sin permiso por las mejillas mientras giraba la tortilla. Se cubrió el rostro con el delantal y lloró en silencio, hasta q

