ALEXANDER Salí pisando fuerte y con una incomodidad en mi pecho, de aquella oficina donde se desvanecieron todas las ganas que tenía de hablar con Sarah. Estaba cabreado con todos, con mi madre, con el par de hombres que no hicieron más que abogar por Sarah, y con la tal Abby que al parecer estaba muy bien informada sobre mi familia, pero sobre todo, estaba cabreado con "la Sra. Petit", y no sé si era por no poder verla en este momento o porque el tal Vincent Lefevbre parecía muy interesado en ella, como si no le importara que acabara de divorciarse. Pasé de largo al asistente de la vicepresidente y llegué al ascensor donde me esperaba mi madre con el ro

