Capítulo I: El primer encuentro

2315 Words
Los años pasaron rápidamente. Cristina consiguió una beca en la universidad y con eso se costeó sus estudios. A pesar de que durante mucho tiempo él pensó que su hija iba a terminar regresando a casa. El señor Montalvo término aceptando de que no lo haría y que su hija realmente estaba luchando por ser abogada. Aunque cuando se dio cuenta de su error, le pidió perdón a su hija y le ofreció su apoyo, esta no quiso aceptarlo. El día de su graduación fue uno de los más importantes y emocionantes de su vida. Ella estaba muy emocionada, ya que aunque su padre no la apoyó al inicio, terminó dando su brazo a torcer y ese día fue a celebrar ese logro con Cristina. Después de haberse logrado graduar con honores de la facultad de derecho, metió su solicitud para ser aceptada en uno de los despachos más prestigiosos de la ciudad, el despacho jurídico Sandoval. Cuando le anunciaron que había conseguido quedarse con el puesto no lo podía creer. Estaba muy emocionada de haber sido aceptada, teniendo tan poco tiempo de haberse graduado. Primer día de trabajo Cristiana se encuentra muy emocionada, hoy por fin comenzará su trabajo en el despacho jurídico. Ella se levantó muy temprano en la mañana, luego de bañarse se colocó la ropa adecuada para ir a trabajar, pantalón de vestir, camisa con cuello blanca y una chaqueta. Se colocó solo un poco de maquillaje, algo sutil y sus zapatos de tacón que no podían faltar. La licenciada la citó a las nueve de la mañana, el despacho queda a quince minutos de la casa de Cristiana, ella decidió que lo mejor sería, salir una media hora antes hacia el despacho, para ser puntual. Tal como lo había pensado, Cristina se dirigió hacia el despacho muy temprano, cuando llegó al lugar se encontró con la licenciada Juliana y con su secretaria Isabela, quienes acababan de llegar al lugar. —¡Buenos días! — saludó Cristiana, con una amplia sonrisa en su rostro. —¡Buenos días! Me agrada su puntualidad —le dijo la licenciada Juliana. A Cristina le resultó satisfactorio, el que la licenciada, haya apreciado su puntualidad. Luego de saludar, la licenciada le presentó a su secretaria y mano derecha, la señorita Isabel. Luego de ingresar al despacho, la licenciada Juliana le dio la bienvenida formal. —¡Bienvenida al despacho! Espero que te sientas a gusto aquí. Sígueme, te mostraré la que a partir del día de hoy será tu oficina. Cristina caminó detrás de ella hacia la que, a partir de hoy, será su oficina. La oficina tiene un escritorio, archivo, algunas plantas artificiales y cuadros como decoración. A Cristina le agrado mucho aquel espacio, el cual sería su lugar de trabajo desde este día. —Esta será tu oficina, a partir de hoy, quiero que te sientas libre de decorar este espacio, para que te encuentres más cómoda —le dijo la licenciada Juliana, con una amplia sonrisa en el rostro. Cristina le agradeció por la oportunidad que le está dando. La licenciada Juliana le explicó como iban a trabajar. Y le brindó todo su apoyo. Le dejo en claro que ella siempre podrá contar con toda su ayuda, para que crezca profesionalmente. Luego de eso, la licenciada Juliana se retiró y dejo sola a Cristina en su nueva oficina, para que pueda ponerse cómoda. Una Semana Después El tiempo ha pasado muy rápido, el día de hoy, Cristina está cumpliendo una semana, de estar trabajando en el despacho jurídico Sandoval. Debido a que por el momento la licenciada Juliana se encontraba ocupada con unos juicios, al igual que los otros dos abogados pertenecientes a la firma. Cristina está apoyando en recepción, mientras regresa Isabela de sus vacaciones. Aunque la licenciada Juliana, pensaba contratar a una recepcionista, por los quince días que Isabela, estará ausente, Cristina le indico que ella no tenía ningún inconveniente, en apoyarla con eso. El día de hoy, todos los abogados de la firma estarán fuera del despacho, es por eso que no hay citas agendadas y todo el lugar se encuentra en silencio, aunque para muchos eso es la gloria, Cristina se siente muy aburrida, sin nada que hacer. Cristina se puso a recordar todo el trabajo que tuvieron la semana anterior. El tiempo va pasando lentamente al sentir de Cristina, que se encuentra aburrida sin asignación alguna. Para quitarse el aburrimiento decidió que lo mejor sería leer un poco acerca de algunas asignaciones que tuvo la semana pasada, en una de ellas cometió un pequeño error que por suerte pudo ser remediado, pero decidió que para que no vuelva a ocurrir algo como eso, lo mejor será que se ponga a evaluar la situación y las fallas que tuvo. Mientras se encontraba revisando esos papeles, regreso la licenciada Juliana a la oficina. —Licenciada, que gusto que esté de regreso, espero que su reunión, haya estado de lo más productiva. —Todo salió muy bien, pero, ahora debo salir a un almuerzo de negocios, no regresaré a la oficina hasta el día de mañana. Antes de salir de la oficina, la licenciada Juliana, le dio indicaciones a Cristina. —En la segunda gaveta del escritorio he dejado las facturas del mes, durante la tarde vendrá mi sobrino, él cuál es el contador de la oficina a recogerlas, te pido que se las entregues —le indicó la licenciada Juliana. Cristina le aseguro que cumpliría con su petición al pie de la letra. La licenciada le indico, que si su sobrino no había llegado a la hora de la salida, ella se podía ir sin problema alguno. Después de que la licenciada Juliana salió de la oficina, Cristina se puso a leer un libro, para aprovechar el tiempo. La tarde se pasó de manera más rápida para ella. Estaba ansiosa luego de darse cuenta de que ya solo hacía falta una hora, para salir de clases. Esta noche, ella quedó con sus amigas de verse en el centro comercial. Cuando ya solo hacían falta diez minutos, para la hora de salida, Cristina comenzó a alistar sus cosas. En esos llegaron unas personas a la oficina, quienes estaban buscando un abogado, que les pudiera ayudar. Ella muy amablemente les atendió. —¡Buenas tardes, señorita! Queríamos ver si nos puede ayudar a realizar una compraventa de vehículo —le dijo uno de los caballeros que llegaron al lugar. —¡Claro que sí! —le respondió muy sonriente Cristina. Cristina los dirigió hacia su oficina, en su computadora contaba con diversos modelos, para poder trabajar. Le pidió a los clientes los documentos requeridos para realizar la compraventa de vehículo. Después de que le entregaron la documentación, comenzó a trabajar en el documento, sacó las respectivas copias y al final firmaron la compraventa. Luego de que les entregó el respectivo documento, le pagaron sus honorarios y se retiraron del lugar. Se había llevado alrededor de media hora con los clientes, su hora de salida había pasado, se dispuso a apagar el equipo, para salir hacia su casa. Estaba terminando de apagar el equipo en recepción, cuando llegó un joven muy apuesto. Sus ojos azules la hipnotizaron, el cabello rubio y cuerpo trabajado la dejaron boquiabierta. —¡Buenas tardes! —me dijo con su tono de voz grave, tan seductora— Soy el contador y vengo a recoger las facturas del mes. —¡Muy buenas tardes! En un momento se las entregó —le contestó un poco nerviosa, pero aparentando tranquilidad. Abrió la gaveta del escritorio y busco lo más lento que pudo las facturas, para así poder tener la presencia del sobrino de la licenciada Juliana mucho más tiempo cerca de ella, saco los papeles y se los entrego. —¡Muchas gracias! —le dijo mientras se dirigía hacia la salida. Su corazón comenzó a latir rápidamente, ella se encontraba cautivada por aquel hombre. A pesar de que a dicho no querer tener que ver con nadie de manera sentimental, siente que con ese hombre si podría llegar a tener una muy linda relación. Se encontraba tan emocionada, que ni siquiera se había dado cuenta de que el reloj había seguido corriendo su curso y ya solo hacen falta quince minutos para las cinco de la tarde. Cuando se dio cuenta de la hora, Cristina tomo sus cosas y salió rápidamente del lugar. Ella había quedado tan impactada por el sobrino de su jefa, que hasta había olvidado que se había puesto de acuerdo con sus amigas, para verse en el centro comercial. Manejo lo más pronto que pudo, hasta llegar a su casa. Subió las escaleras corriendo, dejó su cartera sobre la cama y se dirigió hacia el closet para seleccionar su ropa y se dirigió al baño para darse una pequeña ducha, antes de salir para verse con sus amigas. Aunque ella se apresuró, terminó llegando al centro comercial a eso de las cinco y media. Casi una hora más tarde de la hora que había acordado con sus amigas. Cristina se había estado apresurando tanto, para llegar lo más pronto que le fuera posible, que no se había percatado de las llamadas que le había realizado su amiga Raquel. Cuando llegó al centro comercial, se encontró con su amiga muy preocupada, esto debido a que Cristina siempre ha sido una persona muy puntual. Cristina se disculpó por tardanza sus amigas. Raquel se encontraba muy molesta con ella, por ni siquiera haber respondido a sus llamadas. —No entiendo qué te ha pasado, tú nunca has sido así, si no podrás llegar a tiempo, siempre avisas, sabes que me preocupo demasiado si no tengo noticias tuyas. —Lo siento, tuve que atender unos clientes, luego salí casi corriendo hacia mi casa, para alistarme y venir a tiempo, no revise el teléfono, debido a que me encontraba apresurada, para llegar lo más pronto que pudiera aquí. Raquel le dio un fuerte abrazo a su amiga, y le pidió que nunca más volviera a hacer algo parecido, todas se habían preocupado mucho al no tener noticias de ella, y con eso que ella no vive con familiares cerca, no tenían a quien llamar para ver si sabían algo sobre ella. Cristina se volvió a disculpar con sus amigas y luego de eso se dirigieron hacia la tienda de zapatos, debido a que todas querían comprar un nuevo par de zapatos, para la fiesta de Juliana. Como siempre Cristina fue la primera en escoger sus zapatos, ella siempre ha sido una mujer muy decidida, es por eso que nunca se tarda demasiado en escoger lo que quiere comprar. Mientras sus amigas, siguen observando los estilos de zapatos que tienen en la tienda. —No comprendo, como puedes tomar tan pocos minutos en elegir el par de zapatos que deseas. Yo aún no me puedo decidir entre estos tres pares de zapatos. —No soy de tomarme mucho tiempo en eso, debido a que ya tengo mi estilo definido, además cada que saldremos a comprar algo, me mentalizo desde antes que es lo que quiero comprar. Cristina se puso de pie y se dirigió hacia donde se encontraban sus amigas, para ayudarlas a buscar sus zapatos, para la fiesta de su amiga. Ella sabe que a sus amigas les cuesta mucho decidirse, y que con su ayuda, podrán comprar lo que necesitan lo más pronto posible. No les quiere decir nada, por el hecho de que ella llegó tarde, pero ella tiene mucha hambre en estos momentos. Con la ayuda de Cristina, todas terminaron de escoger sus zapatos en pocos minutos. —Si ti hubieras puesto a ayudarnos, desde antes, no nos hubiéramos tardado tanto en escoger lo que queríamos comprar —le dijo Raquel. Luego de que cancelaron los zapatos que compraron, se dirigieron hacia la boutique preferida de Raquel. De pronto Cristina se quedó parada, no lo podía creer, en una de las tiendas por las que iban pasando se encontraba el sobrino de la licenciada Juliana, se encontraba muy concentrado viendo las prendas de vestir, a ella le gusto tanto el verlo así de concentrado. Su corazón comenzó a latir a mil por hora. En eso Raquel noto que su amiga estaba parada y no iba prestando atención a la plática, en eso se regresó y le habló. —Amiga, ¿Qué te ocurre? —Lo siento, me pareció ver a un conocido en aquella tienda, pero creo que estoy equivocada. Raquel volteó a ver hacia la tienda, y se percató de la presencia de aquel caballero tan guapo. —Podríamos entrar para que te asegures si es o no la persona que crees. —No es necesario eso, es mejor que nos dirijamos a buscar nuestros vestidos, para después poder ir a comer. Así hicieron, se dirigieron hacia la boutique para elegir sus vestidos. Cuando ya habían elegido sus vestidos, se dirigieron hacia la caja para cancelarlos. Luego de pagar sus vestidos se dirigieron hacia un restaurante de comida rápida. —Les agradezco, por complacer mis antojos. Tengo tiempos de no comer una buena hamburguesa. Con eso que nuestra amiga nos ha tenido a dieta, para que nos veamos espectaculares el día de su cumpleaños. —No seas tan exagerada, es por el bien de todas, una dieta al año no hace daño a nadie —dijo Raquel. —Tú nos haces hacer una dieta cada vez que tenemos algún evento —le dijo Tatiana. En eso llegó el mesero para dejarles los menús. Debido a que era uno de los restaurantes preferidos de ellas, ya sabían que es lo que deseaban ordenar. Luego de que ordenaron la comida, se pusieron a estar hablando sobre la fiesta que se avecina. En eso una voz conocida hablo a Cristina, ella se quedó congelada. —¡Buenas noches! Es una casualidad el encontrarnos, una vez más, este día.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD