CAPÍTULO 4

1831 Words
CAPÍTULO 4 Un barco que zarpa desde la orilla de la playa, y en él se alejaba el amor de mi vida. ¿lo peor?, lo peor era que sólo podía quedarme allí parado como un imbécil, tratando de observar desde la distancia. No sé que pensaba en ese instante, tal vez, muy en el fondo no se terminaba de resignar a la idea de qué, el dinero era más fuerte que los sentimientos. Siempre fui de esas personas que creen en el amor verdadero. Sé que es un término muy trillado, pero toda mi vida creí, que el bueno al final se queda con la chica, cómo una recompensa por ser una persona de buen corazón, de allí mi comportamiento siempre intachable y de buena fe. ¿pero cómo demonios podía seguir creyendo en esas cosas, cuando la mujer que amaba se estaba, tal vez, enamorando de un adinerado extranjero? , esas historias son muy bonitas para marcar generaciones enteras, o para vender una gran cantidad de libros, pero ésta, es la vida real. Y en mi realidad, resultaba que sólo me tocaba regresar a mi trabajo mientras alguien más se quedaba con la felicidad que yo, solamente podía disfrutar, en mis sueños más ambiciosos. Tal vez, así debía ser. Quizás ese hombre se merecía tener todo lo bueno de este mundo, y yo no, eso no me molestaba, puesto que nunca fui una persona envidiosa, pero, ¿existiendo tantas mujeres en el mundo, y este alemán viene a fijarse de la única persona capaz de hacerme sentir esta hermosa sensación?. De verdad que el destino es muy caprichoso. Isócrates notó rápidamente que algo me afectaba, él, después de mi madre, era la persona que mejor me conocía en este mundo. Nunca pude decirle una mentira, fácilmente sabía cuando mentía, también, cuando algo me afectaba. A veces me pregunto, ¿porque ese hombre no fue mi padre?, en fin, mi mejor amigos Isócrates, notó que algo me estaba pasando, y sin dudarlo se acercó a mí, para cerciorarse de que todo marchaba como debía. - ¿es esa chamaca nuevamente verdad? ¡cosa ma' grande caballero! , esa nena te va a términar volviendo loco tú ve . - dijo acercándose hasta mí con sus brazos cruzados. - ¡la acabo de ver chico, subiendo a un barco de esos que dan paseos a los turistas, con un hombre aparentemente de nacionalidad alemana, ya sabes, rubio, alto y todo eso que a mi me falta para ser feliz, tal parece . - digo yo muy afligido por la situación que afrontaba. - ¡oye mi n***o, pero no te achicopale hombre. Tal vez no era para ti y listo. Esas cosas siempre pasan chico, seguramente llegará otra mujer que te hará saber que estabas equivocado . - aconsejó el buen Isócrates dando ligeras palmadas en mi hombro. Pero yo no estaba equivocado, el corazón jamás se equivocaría con algo tan obvio, era ella, la mujer que quería para que fuera mi acompañante de por vida, sin duda era ella la mujer que tanto esperé y que al fin Dios, había decidido mandarme. Isócrates era muy sabio, pero estaba empezando a creer, que en cuestiones del corazón, era muy inexperto aún. Unas señoras extranjeras que tomaban el sol en un lugar relativamente cercano a dónde me encontraba trabajando en ese momento, se levantaban de sus sillas para sumergirse un rato en la playa, dejando entre sus cosas unos binoculares que resaltaba mucho, y los cuales llamaron mi atención de manera inmediata. Esperé unos segundos a que la pareja de ancianas entraran por completo en las aguas paradisíacas de esa hermosa playa en la que estábamos, para irme muy cautelosamente a tomar "prestados" esos larga vista. - ¿oye que hace chico? , ¡venga para acá chamaco! . - me gritó Isócrates en baja voz sin saber cual era mi plan. haciendo caso omiso a la preocupación de mi buen amigo Isócrates, decidí continuar caminando con mucho cuidado, asegurándome de no ser visto para tomar los binoculares. - ¡Aramis, no lo hagas chico, vuelve aquí, Aramis! . - gritaba en baja voz Isócrates siendo completamente ignorado, en ese momento me encontraba bajo los impulsos de una fuerza mayor, que no conoce de cosas imposibles o intentos demasiado desesperados. Siempre que sea a su nombre, todo es valido y hermoso. Esa fuerza es conocida por muchos cómo "Amor". Al fin tenía los larga vista en mis manos, así que enfoqué el barco al cuál se había subido esa bella muchacha en compañía de el extranjero, la nave estaba alejada a una distancia considerable de la orilla, pero aún así, pude ver muy claramente por medio de los binoculares. Para mi sorpresa, la mujer que yo amaba, no la estaba pasando para nada bien. El abusivo extranjero intentaba besarla a la fuerza, mientras la pobre chica hacía lo posible por defenderse. Jamás esperé encontrarme con tal escena, pero mis ojos no me estaban engañando, ese hombre intentaba abusar de la hermosa mujer, quien indignada, lo abofeteó muy fuerte, pero el muy cobarde respondió con un golpe mucho más potente directo a su delicado rostro. - ¿qué estás viendo muchacho? , ¡no está bien espiar a las personas! . - me dijo Isócrates llegando al lugar en dónde me encontraba con los binoculares en mis manos. Obviamente no lo escuché, todo para mí parecía haberse detenido drásticamente. - ¿ayer dijiste que debía hacer algo increíble, que nadie más se atreviera a hacer por ella, cierto? . - pregunté con una mirada perdida y esquizofrénica. - ¿que tienes pensado hacer muchacho? , ¡no te entiendo! . - respondió mi buen amigo Isócrates Campos completamente intrigado. Sin responder a su pregunta, entregué los binoculares en sus manos y comencé a correr como loco en dirección de la playa, Isócrates, totalmente sorprendido gritabas cosas que realmente no alcancé a escuchar. Yo solamente continuaba corriendo y quitaba mis zapatos sin detenerme, dejándolos tirados en la misma arena caliente que ahora quemaba las plantas de mis pies, con cada paso que daba, pero aún así nada podía detener mi carrera, estaba totalmente desbocado rumbo a la orilla de la playa. Al llegar allí, sin pensarlo, me arrojé al agua al mejor estilo de un clavadista profesional, y comencé a nadar agitando mis manos como nunca lo había hecho en mi vida. Siempre fui muy buen nadador, pero ya esto eran palabras mayores, nadar mientras persigues una embarcación repleta de extranjeros, no creo que muchas personas en el mundo, puedan estar preparadas para algo así. Pero como era de esperarse, mis brazos rápidamente se cansaron, luego de recorrer algunos kilómetros, me encontraba completamente exhausto, no les puedo negar que por un segundo pensé seriamente en rendirme, allí en medio del mar flotando, observando como ese barco se alejaba muy lentamente de mí, incluso empecé a sentir mucho frío, cómo ya dije, nadie está preparado para algo así. Era obvio que necesitaba una motivación, algo que encendiera nuevamente ese motor, esa energía que me impulsaba en momentos como este para continuar con mis locuras. ¿y que mejor incentivo, que recordar a aquel patán golpeando a esa bella chica? , esa fue la respuesta a mi pequeño dilema, fue casi como si hubieran colocado un cohete en mi espalda, esta vez se me hacía mucho más fácil desplazarme por las tropicales aguas paradisíacas, ahora podía alcanzar mucha más distancia con un simple aleteo de mis brazos, todo por ella, por una completa extraña de la cual, no sabía ni siquiera su nombre. Sólo sabía que estaba locamente enamorado de ella y que además se encontraba en problemas, seguramente iba a tener pesadillas por el resto de mi vida, sino lograba llegar a socorrerla. Lo importante era que estaba muy cerca del barco, ya casi podía tocarlo con mi mano. Unas personas que me vieron nadar con todas mis fuerzas para lograr alcanzar la nave en pleno trayecto, hicieron todo lo posible por ayudarme. Arrojaron un salvavidas atado con una soga, para que yo pudiera subir, seguramente pensando que me encontraba en problemas, lo que ellos no sabían es que del otro lado del barco, una hermosa damisela estaba en verdaderos aprietos. apenas pude subir por completo, no pensé, ni siquiera en secar mi cuerpo. Mi reacción inmediata fue la de buscar a la hermosa mujer, esa la cuál era la razón por la que me encontraba en esa barca en primer lugar, caminé totalmente desorientando en medio de la extrañeza de todos los pasajeros, quienes me decían cosas en idiomas que jamás en mi vida había escuchado, por eso, obviamente no entendía nada. Sin detenerme, al fin pude dar con el canalla que seguía tratando de abusar de la chica indefensa, en un espacio solitario de la embarcación, ella intentaba alejar con sus brazos al descarado abusivo que tomaba sus manos tratando de conseguir a la fuerza el cariño de esa linda mujer. Recuerdo claramente, el momento exacto en el cual tomé el hombro de ese cobarde sin vergüenza y lo giré hacía a mí con fuerza hasta que quedó mirándome frente a frente. Hasta el sol de hoy puedo decir con toda certeza que nunca he golpeado algo con tanta rabia, como cuando golpee ese rostro pálido y europeo, el puñetazo fue tan potente que ese sujeto quedó tendido en el suelo inmediatamente, las demás personas gritaban cosas que no podía entender, pero por su expresión corporal, se notaba claramente que estaban muy molestos. Pero eso poco me importó, únicamente tenía cabeza para pensar en la chica, a fin de cuenta, era por ella que me encontraba allí. - ¿te encuentras bien? . - pregunté a esa hermosa mujer recostada de una de las barandas del barco. - ¡estoy bien , muchas gracias! . - respondió aquella mujer obviamente muy asustada debido a que esas personas comenzaban a rodearnos gritando cosas muy molestos. - ¡muy bien, ahora necesito que confíes en mí. ¿sabes nadar? . - pregunté tomando su mano y colocándonos de frente al mar. - ¿quieres saltar? , ¿te has vuelto completamente loco? . - me respondió dando un paso atrás y soltando mi mano. - ¡no tengas miedo, sólo imagina que es el comienzo de una gran aventura! . - le dije extendiendo nuevamente mi mano en medio de gritos que sonaban muy amenazantes. Miró mi rostro fijamente por unos segundos, pero finalmente lo decidió, no sé que vió en mi expresión que le brindó mucha seguridad, tomó mi mano y ambos nos dispusimos a saltar, fue lo más divertidamente aterrador que he hecho en mi vida, pero junto a ella podía sentir que todo valía la pena. Saltamos juntos tomados de las manos para escapar de aquel horrendo lugar. - ¡¡¡¡pero yo no sé nadar!!!! . - gritó fuertemente durante la caída antes de que golpearamos abruptamente el agua.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD