CAPÍTULO 3

1826 Words
CAPÍTULO 3 Mi buen amigo Isócrates y yo continuábamos nuestro camino rumbo hacia nuestras respectivas casas, por una zona muy bonita del pueblo llamada "Los Ramales", era un sitio dónde habían muchas fincas pequeñas, de campesinos trabajadores de la tierra, que dedicaron su vida a la siembra y la cosecha. Yo por mí parte contaba a mi amigo, mi reciente experiencia casi divina de como se me apareció esa espectacular mujer. Él se mostraba escéptico mientras le contaba lo que me acababa de suceder, decía no creerme lo que le estaba contando. ¿una chica tan hermosa bañándose desnuda en un río que pasa por debajo de una carretera pública?. - ¡seguramente estás alucinando por el hambre y el calor chico! . - decía entre risas, burlándose muy a gusto de mí. - ¡oye pero atiendeme! , ¡es en serio Isócrates! , ¿cómo hago ahora para que ella no piense que soy una especie de acosador o algo así?. Es la mujer de mis sueños, necesito que me tome en cuenta . - pregunté sabiendo que era un hombre muy sabio y experimentado. Seguramente me daría un buen consejo que me ilustraría, iluminando mi vida con un profundo conocimiento cósmico. - ¡lo mejor que puedes hacer es! . - dijo haciendo una pausa dramática. Era todo un personaje. -!ajá, te escucho! . - dije impaciente por escuchar su sabio consejo. - ¡venirte conmigo a Estados Unidos . . . establecernos allá . . . y apenas podamos . . . ¡te llevamos con un psiquiatra chico! (risas) porque tienes que estar bien loco si crees que esa mujer se va a fijar en ti. - me dijo continuando con sus burlas hacia mí. - ¡oyeme, pero hay que ver que eres todo un bonche, no vaya a berrearse después cuando le devuelva la broma, ¿eh? . - dijo y seguí caminando ya un poco disgustado. - ¡oyeme chico pero no te vayas empigao conmigo tú ve! . . . ¡era joda! . - gritaba Isócrates tratando de alcanzarme al verme molesto. De pronto varios disparos se oyeron a la cercanía, provenientes de una de las pequeñas fincas por la cuales pasamos en ese preciso momento. Rápidamente me escondí detrás de una cerca, la cuál estaba cubierta de monte y por eso me permitía observar sin ser visto. Isócrates también corrió para ocultarse conmigo mientras tratábamos de averiguar de que se trataba. Soldados de la revolución cubana sacaban a varios campesinos de su hogar, los hombres eran brutalmente golpeados y luego los subían a un camión militar muy antiguo. Las mujeres y los niños eran arrodillados para que observaran todo el espectáculo mientras se ahogaban desesperamente en llanto. Después, cobardemente, procedían a quemar su humilde casa, utilizando antorchas improvisadas. - ¡infelices! . ¿cómo se atreven? , ¡abusan de su poder, porque saben que los pobres indefensos no pueden hacerles frente . - dije en muy baja voz para que sólo Isócrates, a mi lado, pudiera oírme. - ¡oye chico, esa gente seguramente están siendo allanadas de esa manera, porque tal vez los de las fuerzas revolucionarias se enteraron, que estaban en contra del gobierno. ¿ahora entiendes porque estoy tan urgido por irme de esta isla cuánto antes?. ¡eso es lo que les pasa a todos aquellos que quieren desertar o se atreven a cuestionar a la revolución cubana, tal y cómo lo hacemos tú y yo! . - dijo Isócrates haciendo que un miedo indescriptible se apoderara de mí. - ¡no pueden! , ¡oye chico, pero es una injusticia, alguien debe hacer algo! . - recuerdo claramente que le dije a Isócrates totalmente angustiado. Era muy desesperante presenciar tal atropello sin poder hacer nada para impedirlo. - ¡nadie puede hacer nada hijo! , ¡el mundo no sabe lo que aquí sucede! . - dijo Isócrates con palabras desalentadoras. - ¿y que le hacen a las personas que se llevan? . - pregunten, a pesar de tener miedo de conocer la respuesta. - ¡nadie lo sabe a cabalidad! , ¡son encarcelados como presos políticos, a muchos de ellos no vuelven a verlos nunca más! . - dijo Isócrates de manera entristecida y melancólica. El ruido del camión militar acercándose nos hizo tener que ocultarnos aún más para evitar ser vistos y quedar como posibles testigos, algo que tal vez podría comprometer nuestras vidas. Al pasar el pesado vehículo por el lugar dónde estábamos nosotros, por un momento, fue como si todo pasara en cámara lenta. Esas pobres personas golpeadas brutalmente, como terneros directo al matadero, rostros con expresiones de tristeza que reflejaban rabia o decepción. Hasta el sol de hoy, esa escena vive en mi mente, como una película que se repite una y otra vez. También recuerdo el asfixiante sentimiento de impotencia, ese grito de "YA BASTA" golpeando mi garganta queriendo salir de mi boca para tratar de evitar que se los llevaran pero si razonamiento y sentido común lo retenían en mi interior, sería la misma cobardía quien me obligaría a seguir escondido entre esos matorrales mientras el camión militar se marchaba lentamente. El resto del camino a casa fue muy callado, recuerdo como marchaba totalmente cabizbajo y sin pronunciar ningún tipo de palabra, Isócrates, como todo buen amigo, trataba de subir mi ánimo haciendo bromas, también diciendo cosas, que en otra ocasión hubiesen sido muy chistosas, pero en ese momento , no lo eran para nada. Sólo quería llegar a casa para lanzarme sobre mi cama para intentar dormir, mañana era un nuevo día, y seguramente sería tan difícil como hoy, o como ayer, o como el resto de los días anteriores de mi vida ya consumida. Llegamos a la casa de mi amigo Isócrates, este me invitó a pasar un rato, me dijo que Amelia, su hija, seguramente había preparado un exquisito arroz cubano, de esa manera me invitaba a pasar y que los acompañara a cenar. Pero yo preferí no aceptar la cordial invitación, no sería justo cenar sabiendo que mi madre no lo haría. - ¡oye Aramis! . - me dijo mi buen amigo Isócrates antes de que me marchara, eso hizo que me detuviera por un instante. - ¿si Isócrates? . - pregunté deteniendo mis pasos. - ¡para enamorar a esa chica que te guste, debes hacer algo inigualable! . - dijo Isócrates parado en la entrada principal de su casa. - ¿inigualable dices? . - repliqué sin lograr entender nada. - ¡si chico, cae en bola! , ¡me refiero a que debes hacer algo que te destaque del resto de los miles de pretendientes que debe de tener esa muchacha, haz algo que nadie haya hecho por ella, debes demostrarle que no eres uno más del monto. Esa, creo, es la única manera en la que puedas enamorar a esa nena que te tiene embobado tú ve! . - dijo mi mejor amigo Isócrates Campos esa calurosa noche del verano del 77. hasta el sol de hoy, no puedo lograr decidir, si esas palabras, fueron el consejo más sabio que me han dado o las cosa más estúpida que me han recomendado hacer. Lo cierto es que de alguna manera, Isócrates sabia muy bien como llegarme. - ¿pero que puedo hacer que supere el dinero de los extranjeros o el atractivo de algunos locales? . - pregunté tímidamente porque en esa época, aún no confiaba en mi mismo. - ¡no pareces mi digno aprendiz chico! , ¿no te he enseñado nada del amor en todos estos años? . - preguntó mi supuesto profesor de la vida y de . . . ¿el amor? . - ¡creo que no! . - respondí con temor a equivocarme. - ¡bueno chico no importa! , ¡solo escucha esto mi hermano! , ¡el dinero es importante, el físico puede atraer y llamar la atención, pero el corazón chico, a ese chiquitín colorao sólo se puede llegar haciendo cosas únicas, cosas que más nadie pueda hacer por ella! , fiate de mí asere, así fue que conquisté a Florencia la mamá de Amelia chamaco. Pero el amor es como una plantita, frágil y hermoso. Pero jamás debes olvidar regarlo, yo creí que la planta entre Florencia y yo podía resistir cualquier sequía chico, pero me equivoqué, fue entonces cuando decidió marcharse. Pero eso nunca debes permitir que te pase a ti. Si logras hacer algo tan especial, que sea merecedor de una planta, recuerda, debes regarlo todos los días, sin excepción. - dijo Isócrates, sinceramente no entendí por completo, las cosas que me dijo. Pero las cosas que entendí, hicieron nacer una pequeña chispa en mí. - ¡gracias Isócrates, eres un verdadero amigo! , te prometo que voy a pensarlo y analizarlo antes de irme a dormir . - le dijo a mi querido amigo antes de marcharme a mi casa. El día siguiente llegó, era soleado y hacía mucho calor. Una jornada excelente para que los turistas disfrutaran de nuestras espectaculares playas, pasearan a caballo por los hermosos paisajes, o simplemente caminaran por la carretera admirando ese maravilloso contraste entre ambiguo y clásico que ofrecen nuestras antiguas edificaciones. Era una época genial, para ser un turista adinerado en Cuba. Hermosas mujeres, deliciosa comida, la mejor música del mundo y una playas paradisíacas. Mientras que ser cubano en esos años, era realmente difícil, muchas veces trabajábamos de sol a sol para en el mejor de los casos, lograr comer arroz con huevo. En pocas palabras, vivíamos solamente para comer. Al igual que mis abuelos, que trabajaron toda su vida, y al final se murieron sin tener vacaciones. Esa mañana me tocó trabajar golpeando enormes rocas con una mandarria para quebrarla en rocas más pequeñas que pudieran ser utilizadas en el enorme muro que nos encontrábamos construyendo. Mi cuerpo vibraba en todas sus dimensiones con cada golpe que propinaba en contra de esa piedra gigantesca, incluso, esto me estaba provocando una desagradable jaqueca, decidí descansar un momento para tomar un pequeño respiro que regresara a mí, las fuerzas para continuar laborando. Lo que no esperé jamás, fue ver en la orilla del puerto, a la hermosa chica que había robado mi corazón, la mala noticia era que no estaba sola, la acompañaba un turista rubio, de apariencia alemana quien claramente le cortejaba. A la distancia pude ver claramente como la invitaba a un barco que estaba a punto de zarpar, estas naves eran muy conocidas por los turistas, puesto que daban un paseo por las hermosas aguas caribeñas. Para ser sincero en ese momento me rendí, y acepté mi triste realidad. ¿como demonios podía competir contra eso?. Sólo pude quedarme allí, mirando resignado como la mujer de mis sueños zarpaba en una embarcación turística con un adinerado extranjero. Posiblemente, esa sería la última vez que la vería.
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