Seduciendo a mi padrastro Parte 1 "CLOE"
Observo a Anthony amarrar el barco al muelle. Lleva puestos unos pantalones cortos y una camiseta blanca ajustada que resalta su bronceado y su físico trabajado. Su cabello oscuro, cortado al ras, brilla bajo el sol, y sus músculos tensos relucen con el reflejo del agua. A pesar de tener 40 años, se conserva muy bien para su edad. Es demasiado atractivo.
Estoy en la casa del lago para pasar el verano. Mi madre se ha ido de viaje por trabajo, así que Anthony y yo compartimos el lugar en completa tranquilidad. He dejado atrás semanas de rutina y estudio, y necesito algo diferente. Algo que me haga sentir viva. Apenas cumplí los 19 años y siento que mi vida debería de dar un giro en otra dirección.
Me recuesto en la silla de playa con una pila de libros olvidados a mi lado. No tengo ánimos para leer. Aún siento las emociones de los últimos días flotando en mi piel. Me despedí de alguien importante, alguien que supo despertar en mí el deseo... y ahora, me doy cuenta de que no quiero apagarlo.
Miro a Anthony de nuevo, con una mirada distinta. Tal vez él también necesita escapar un poco de la rutina. Siempre tan serio, tan correcto. Tal vez solo necesita una excusa para soltarse.
Subo a mi habitación y busco ese bikini que siempre me hace sentir segura. El estampado salvaje y las tiras sutiles son justo lo que necesito. Me lo pongo lentamente y me miro en el espejo. La imagen es sugerente, insinuante, pero sin perder la elegancia. Sonrío.
Bajo las escaleras con paso tranquilo y tomo la loción bronceadora. Vuelvo a la silla de playa, extiendo la toalla y me siento con naturalidad. Comienzo a aplicarme la loción, con movimientos lentos, sintiendo el calor del sol mezclarse con la frescura de la crema. Anthony se ha sentado en la cubierta. Puedo sentir su mirada, aunque finge estar distraído.
Cuando llego a la parte baja de mi espalda, me detengo y giro el rostro hacia él.
—Anthony… ¿me ayudas con esto? No alcanzo bien.
Por un momento, parece dudar. Se aclara la garganta, luego se levanta y camina hacia mí. Toma un poco de loción en las manos y la aplica en mi espalda con delicadeza. Sus dedos se deslizan con calma, seguros, pero puedo sentir una ligera tensión en sus movimientos.
El silencio entre nosotros es distinto ahora. No incómodo… sino cargado de algo que ninguno de los dos nombra todavía.
—Oh, qué bien se siente —digo. Y lo digo en serio. Es increíble que me toque. Tiene manos fuertes y ásperas como las de un hombre. Sin embargo, se pone tenso de nuevo. Luego se aleja de mí cuando termina.
—Supongo que entraré —dice.
Hasta aquí llegó el plan. Me doy vuelta y le lanzo mis mejores ojos coquetos.
—¿Puedo tomar una cerveza?
—Cloe —dice, cauteloso.
—Por favor. No hay nadie aquí y no es como si fuera a conducir a ningún lado. Puedes supervisarme. ¿De acuerdo? —Le hago pucheros.
Él gime: —Tu madre me mataría.
—Ella no tiene por qué saberlo —digo con una sonrisa. Se apoya contra el marco de la puerta, pensando. “Está bien”, finalmente cede. “Solo una”. Entra a buscar la cerveza. Cuando regresa, tiene dos. Una para él. Abre una y me la da, luego abre la otra.
—Salud —dice, golpeando suavemente mi cerveza con la suya.
—Salud —digo.
Se sienta de nuevo y yo hago todo lo posible por estirarme y hacer alarde de mi cuerpo sutilmente mientras él bebe su cerveza y finge mirar fijamente el lago. Finalmente, deja su lata de cerveza vacía en el suelo.
—Voy a darme una ducha —dice—. Ha sido un día muy largo.
—Está bien —digo. No soy buena en esto. Bebo el último sorbo de mi cerveza, me ha dado un subidón, y dejo la lata. En unos momentos, pienso, Anthony estará totalmente desnudo y mojado. Mmm. Ese pensamiento realmente me pone mojada. Eso es todo. Lo deseo demasiado como para dejar pasar esta oportunidad.
Entro sigilosamente en la casa, escuchando si suena la ducha. Espero fuera de la puerta cerrada del baño hasta que oigo que empieza a salir el agua. Oigo que abre la cortina de la ducha y entra. Es una ducha grande y cuadrada. Hay espacio de sobra para dos. Respiro profundamente para calmar mis nervios y luego me lanzo. Me desato el bikini y lo dejo caer al suelo. Luego abro con cuidado la puerta del baño, esperando que no me oiga. Quiero sorprenderlo.
Entro de puntillas en el baño y cierro la puerta sin hacer ruido. ¡Estoy muy nerviosa! Hago una pausa para respirar y luego abro rápidamente la cortina de la ducha y entro.
Anthony se da vuelta rápidamente, ya tiene una erección y una mano está sobre su pene. Vaya, lo atrapé masturbándose. Espero que esté pensando en mí.
—Cloe —dice, sorprendido, pero con los ojos un poco nublados. Está realmente concentrado.
—Anthony —digo, respirando con dificultad. Observo su cuerpo mientras el agua corre sobre él. Un pecho bronceado y musculoso. Hace ejercicio. Su pene es tan grande como esperaba. Un poco más grande que el de mi novio. Casi jadeo cuando pienso en lo que podría hacerme.
Él también me está observando. Sus ojos recorren mi cuerpo de arriba a abajo y luego se detienen en mis grandes pechos, grandes y redondos, con pezones duros.
—¿Qué haces aquí? —dice, casi volviendo a la realidad, con un tono un poco severo y enojado—. Sabes que esto es muy inapropiado, jovencita.
Solía llamarme así cuando era niña. Ahora me pone los pelos de punta. De hecho, me agarra el brazo como si fuera a echarme de la ducha. Pero me excita.
—¡Oh, Anthony! —digo sin aliento, cerrando los ojos. Me encanta lo brusco que es conmigo.
—¡Oh, Dios! ¡Cloe! —dice, igualmente sin aliento. No puede soportarlo más. Atrae mi cuerpo hacia él y me besa con fuerza en la boca.
Mis tetas se frotan contra su pecho y mi humedad gotea de mi coño. Dios, lo deseo muchísimo.
Su lengua juega con la mía mientras gemimos. Sus manos recorren mis grandes pechos redondos y los aprieta y masajea desesperadamente. Gimo más fuerte.
—Oh, tienes que cogerme ahora —digo entre besos—. Por favor, Anthony, cógeme tan fuerte que no pueda soportarlo…
No necesita que lo animen más. Me toma en brazos y me saca del baño para llevarme a su dormitorio, a la cama que comparte con mi madre.
Está muy bien hecha. Quita las sábanas y me acuesta rápidamente en el medio de la gran cama.
—Dios mío —dice, con las manos temblorosas—. Esto está muy mal. —Se recuesta sobre mí y yo lo envuelvo con mis piernas. No quiero dejarlo escapar, pero se desenreda de mí y se pone de pie, sin aliento—. No podemos —dice con emoción.
—Te necesito muchísimo —le digo y lo miro con hambre en mis ojos—. Por favor, Anthony — le ruego—. Sé que tú y mamá ya no tienen sexo. Ella me lo dijo. Debes estar tan cachondo como yo ahora mismo. —Tomo mis pechos con mis manos y comienzo a masajearlos, luego gimo. Es tan excitante que me esté viendo hacer esto.
Sus ojos están vidriosos por las lágrimas. Realmente me desea mucho. Sin embargo, todavía parece indeciso. Abro las piernas y levanto un poco las rodillas. Una de mis manos se desplaza hacia mi coño chorreante y comienzo a jugar conmigo misma.
La respiración de Anthony se hace más agitada, pesada. Su pene se ve duro y fuerte mientras apunta hacia el aire, desesperado por mi coño.
—Nadie lo sabrá —le susurro.