Prólogo

1441 Words
Era la noche más excitante de mi vids cuando le vi por primera vez. Ese momento en que se creó aquel vínculo entre los dos mientras yo estaba en una vitrina, desnuda, con mi pelo n***o chorreando frente a mis pechos desnudos y una pierna cubriendo mi sexo de los hambrientos ojos que me observan. Mucha gente se detenía en mi pecera a mirarme, no entendía por qué en aquel momento. No podía saber qué les llamaba tanto la atención pero luego lo supe...luego lo vi y supe que todo era por él. Era una galería de imágenes en vivo. Mi cuerpo estaba estático sin ropa alguna pero en una posición tan estratégica que me protegía para que nadie viera mis zonas íntimas. Se trataba de una maldita sustitución...una rebeldía más en contra de mi padre, un momento salvaje de mi anodina vida, un instante de beligerancia que se suponía que no acabara desatando lo que desató. Entonces justo cuando nada parecía poder ir más fácil y mejor, él se detiene frente a mi. Unos ojos malditamente violetas me miran, detrás de unos párpados golosos de pestañas muy tupidas y ojos grandes, bellos como su rostro entero. Estaba rodeado de poder y lujo. Repleto de seguridad y presunción. Lo amé desde el instante en que nos vimos, creo que él a mi también me quiso desde entonces. Llevaba un traje gris, con su camisa blanca y una corbata negra. El tipo era enorme, con el pelo largo por los hombros, oscuro y peinado con despreocupación y una actitud de "me encantaría tenerte sobre mis piernas" que me hizo humedecer en deseo por complacerlo. La forma en la que bordeaba su copa con la lengua me estaba haciendo flaquear. Me ponía nerviosa y me obligaba a mirar cada movimiento que hacía, cada gesto, cada mueca provocadora y me moría por saber qué estaba pensando mientras me miraba famélico. En las cuatro horas que llevaba allí no me había movido más allá de lo imperceptible y llegó él, con sus dominantes ojos a hacerme sentir que me veía incluso por dentro. Incluso donde nadie veía nada. Todo lo demás había desaparecido, no pude ver otra cosa que no fuera a él y empecé a sentir a medida que pasaban los minutos... que nada importaba, nada existía, nada podía empañar el deseo que se despertaba en mi interior por este extraño que me devoraba con la vista. En mi mente y mis fantasías solo estaba él, en medio del lujoso sitio lleno de gente rica y extraña y él, ese hombre de ojos violetas y aspecto salvaje solo me veía a mi. Se creó una extraña conexión entre entre los dos de la que no conseguía salir. Una fuerza más mística que humana. Un desorden dentro de mi que me removió completamente a tal punto que sentía una entrega que no podía controlar. Me hizo suya solo con verme. Sus ojos eran poderosos y los míos sumisos a él. La pecera en la que estaba de pronto empezó a girar y me di cuenta de que si giraba del todo me vería expuesta a él, a todos en realidad pero solo aquel hombre importaba. Por detrás de mi, mis piernas dejaban mi sexo expuesto y comencé a apretar como puedo nerviosa por las circunstancias pero entonces vi que era él quien lo hacía todo...llevaba un mando a distancia en su mano, era quien me estaba moviendo, acercándome a sus ojos, gobernando mi desnudez, provocando que mis zonas ocultas quederab descubiertas a sus iris. El ambiente se tornó oscuro, peligroso y adictivo y supe que tenía el poder de sentarme, salir de la pecera y quejarme porque no me habían pagado para aquello pero no hice nada de eso. Simplemente, le miré y me derretí más, se me endurecieron los senos bajo mi cabello y sentí mucho calor. Un ardor que me recorrió entera, y del que no podía escapar. A continuación y de pronto, una cortina nos cayó encima, o más bien alrededor. Estabamos encerrados solos, dentro de una gran tela protectora y yo seguía acostada, desnuda y empapada bajo la mirada del desconocido que no dejaba de escrutarme a través de un cristal que me había protegido de los demás ojos más no de los suyos que eran mucho más hipnóticos...era mucho morbo y demasiadas ganas. Entonces se movió, caminó detrás de mi...mirando lo que tanto deseaba ver y yo le permití. No conseguí impedírselo. Tampoco se lo negué. Sentía entre mis piernas el instante justo en que empezó jadear cuando vió mi humedad saliendo de entre mis muslos y ahí fue cuando la puerta de cristal se corrió, él entró conmigo en la pecera y fue la cosa más excitante y bizarra que jamás había hecho. Y había hecho muchas. —No voy a hacerte nada que no me pidas —su voz fue como el canto envenenado de una sirena, hizo cosas en mi —; pero tengo muchas ganas de tocarte. Paladear en mis manos tu descaro y saber si sabes tan bien como luces. Como hueles...como pareces. Si hubiera podido lo habría evitado, juro que lo habría hecho de sentir que eso era posible pero creo que tenía tantas ganas como él o las suyas habían extrapolado a mí, e intoxicado mis sentidos sin remedio. Nunca pronuncié palabra alguna porque de haberlo hecho hubiera soltado un gutural gemido y estábamos en una galería de arte en vivo. No podía hacer nada...esto tampoco pero, ¿cómo detenerme si el dueño o alguien con su mismo poder me tenía hechizada? Me había lanzado un sortilegio y me había hecho suya sin tocarme más que con sus ojos. Simplemente me dí la vuelta, quedando boca arriba y perpendicular a él y abrí mis piernas como una experta cortesana invitándole a tomar de allí, lo que deseara o tal vez...—tuve grandes esperanzas—...lo que necesitara. —¡Dios, eres tan hermosa! Todavía nos mirábamos, él aún no me tocaba y yo todavía no le sentía...era como un ensayo, un preludio o un maldito prólogo de todo lo que estaba por contarse entre mis piernas y sus manos. Cerré mis ojos un instante y entonces sucedió: el me tocó allí. Pasó los dedos por mis pliegues llenos de deseos y gruñó al resbalar uno de ellos dentro de mi. Yo me encorvé, mi espalda de separó del suelo y mis dientes mordieron mis labios cuando fueron dos dedos los que entraron y una lengua me lamió del todo, de arriba a abajo...sin ánimo de ser cortés. Me mordí mi propia mano para contener el grito que pugnaba por escapar de mi y luego lo tuve sobre mi. De repente él me separó la mano de la boca y me besó allí acostada, abierta para él y resbalosa. Saboreó mi boca y yo la suya y buscó mis pechos, también los besó. Ellos le recibieron gustosos y su otra mano me hizo sentarme, me obligó a bajar mi cabeza haciendo presión en mi nuca para ver en silencio desgarrador como aquella mano desconocida hacía que mi sexo descargara la prueba de su placer mientras él extraño desconocido me besaba con desesperación en medio de una exposición en la que ya no estaba expuesta. (...) Al día siguiente aún me preguntaba si había sido todo un sueño o me había medicado y había tenido una especie de alucinaciones. Si mi calenturienta imaginación había creado todo aquel extraño suceso y nada había realmente sucedido. Pero en mi memoria estaba impreso a fuego los ojos violetas de aquel hombre que no podía olvidar. Ni hacía el menor esfuerzo por hacerlo. Pero entonces llegó el cheque con más dinero del que debían pagarme y me sentí una prostituta. Entendí que puso precio a lo que pasó entre los dos y lo odié, hasta cierto punto aún lo hago. Por primera vez le desprecié. Esa mañana fue la primera ocasión en que sentí que me había vendido y alguien pagó por mi un dinero que por suerte no usaría pero si serviría a otra persona, y justo eso fue lo que me hizo sentir una fulana. Tiempo después volvería a venderme...solo que ese día no sabía que sería incluso, a la misma persona. Aquel hombre tan magnético sacó sus manos, sus ojos y su poder de encima de mi tan pronto como había puesto todas esas mismas cosas justo en mis sentidos y entonces el encanto se rompió y la dolorosa realidad me golpeó nuevamente... Había engañado a mi novio, burlado a mi padre, provocado a un extraño y empeñado mi cuerpo, todo...por el placer de jugar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD