A pesar de todo estoy nerviosa. Dante no me ha llamado desde que hablamos en las oficinas aquellas tan peculiares y al resto del equipo ni siquiera lo vi cuando me largué. En casa puse a mi padre al tanto del negocio sin mencionar a Sean. No sé si él quiere que sepan que está detrás de todo y aunque Max merece saberlo, no es mi obligación decirlo. Me pongo un vestido anudado en el pecho, sin mangas y de falsa plisada abierto todo en rojo sangre y por encima de la rodilla. Unos taconazos bien altos y el pelo suelto para realzar el aspecto sensual y salvaje que llevo. —Tu belleza siempre consigue encandilar las miradas, nena —me besa la mejilla lentamente. El restaurante está lleno. No sé por qué motivo decidió cambiar a última hora la cita y prefirió vernos en un lugar público. Justo

