Apartado y oculto detrás de uno de los tantos pilares de la extensa sala de banquetes, en la cual había sido preparada una lujosa fiesta en honor al príncipe Erick por su presentación como un alfa, Rhys contemplaba la copa en su mano con un sentimiento vacío. En realidad, el joven humano se sentía un tanto abrumado, cansado, confundido y... Deprimido. Claro que no era por la maravillosa fiesta en sí, ya que a diferencia de la última vez que estuvo en una, que fue en el cumpleaños del príncipe heredero, esta vez nadie le estaba ignorando, le aislaba o brindaba alguna mirada cautelosa o desconfiada. Aunque por supuesto que era debido a que fue presentado ante todos como el príncipe Dorian, razón por la cual absolutamente todo el mundo parecía encantado con su presencia y buscaban su turno

