Hay una distancia emocional evidente entre ellos, como si cada uno llevara consigo un escudo invisible que los protegía, pero que también les impedía acercarse. Dreida, quien normalmente irradiaba seguridad y carisma, parecía ahora atrapada en una timidez inusual. La intensidad de Aidan, tan contenida y a la vez tan evidente, parecía tener un efecto extraño sobre ella. Por su parte, Aidan lidiaba con una tormenta interna. Su hambre, voraz e insaciable, mezclada con los nervios de tenerla tan cerca, era una combinación peligrosa que amenazaba con romper su ya frágil autocontrol. —Cálmate… solo cálmate —se repitió mentalmente, apretando los puños mientras intentaba mantener una expresión neutral. Pero las palabras no eran suficientes. El vacío en su interior seguía creciendo, como un agujer

