—Señor vampiro, tenemos que pasar por acá —dijo Corito en un tono pasivo pero decidido, mientras tomaba la mano del vampiro con una familiaridad que dejaba entrever cierta confianza recién adquirida.
Allen la miró con los ojos entrecerrados, intentando discernir las verdaderas intenciones de la joven. Su mirada se posó en el lugar que ella señalaba, y su expresión se endureció ligeramente al reconocerlo. Era la calle donde se encontraba la tienda de aquella señora, la misma en la que Aidan había comprado sus cigarros no hacía tanto tiempo. El recuerdo llegó de golpe, y con él, una sensación de sorpresa se instaló en su interior. ¿Cómo era posible que hubieran llegado tan rápido a esa parte de la ciudad? Apenas hacía unos minutos que habían dejado atrás al guardia regordete, y la distancia
