Tanto Allen como Corito caminan por el largo pasillo hasta llegar a una segunda sala estar, la que da hacia las escaleras. El lord extrañado de no escuchar ni el más leve murmuró de la chica, decide voltearse para averiguar lo que estaba pasando. Allen no podía evitar mirar con una mezcla de dolor y desesperación el desastre que Corito estaba causando en su preciada mansión. Su atención se centró especialmente en su alfombra de terciopelo color vino tinto, una pieza única que había sido parte de su colección durante décadas. Ahora, esa obra de arte estaba irreparablemente arruinada, cubierta de barro, hojas y una variedad de bichos que parecían haber decidido mudarse allí. La alfombra, que había sido un símbolo de elegancia y perfección, ahora parecía más adecuada para ser quemada que par

