Mientras Corito admiraba en silencio la imponente fachada de la estructura frente a ella, Aidan, casi en un suspiro, destransformó su cuerpo en una versión más juvenil, más fresca, más acorde a cómo debería lucir. Su cambio fue fluido, como si estuviera habituado a alternar entre estas facetas de sí mismo, su naturaleza pareciendo un lienzo maleable que se adaptaba al momento. El transformarse para Aidan siempre ha sido una especie de tortura para él, a diferencia de la destransformación, ya que esto lo hace en un parpadeo a diferencia de Allen.
Apenas recuperó su forma más joven, se apresuró a trotar hasta las grandes puertas de la mansión, moviéndose con tanta urgencia que sus pisadas apenas resonaban sobre las piedras del camino. Sabía cuál era su deber, y no perdió tiempo: abrió las
