El vasto campo que se extendía frente a ellos parecía una imagen estática de tranquilidad, pero Allen no podía dejar de sentir una inquietud persistente. Su mente, siempre analítica, buscaba alguna referencia que le ayudara a identificar su ubicación. ¿Era simplemente un campo? ¿Un pueblo remoto que nunca antes había visitado? La incertidumbre comenzaba a pesarle, pero sabía que solo Aidan tenía las respuestas que necesitaba. Allen se giró hacia su hijo y, con tono melancólico, murmuró: —Pequeña llama, cuéntame todo lo que me puedas decir de lo ocurrido mientras yo no he estado del todo consciente. Confío en tu palabra, así que prefiero la versión detallada de los sucesos. Cualquier detalle que me puedas dar puede que sirva por más mínimo que pueda parecer. Aidan, aún recuperándose, se

