Misha conducía en silencio. Era un hombre alto, de cabellos rubios, siempre serio, vestido con un traje azul marino y guantes de cuero. Bianca sabía que no existía alguien más desinteresado en asuntos triviales que él. Se limitaba a cumplir lo que se le pedía. Había sido contratado específicamente por Magno como chofer y guardaespaldas. Solo le rendía cuentas a él. A veces, Bianca sentía que ni siquiera hablaba bien el idioma, pues siempre estaba callado, haciendo lo que debía. Disciplinado. Puntual. Imperturbable. Por eso, ni se le pasó por la cabeza hablar con Valentino durante el viaje. Miraba seria por la ventanilla, aunque por dentro seguía desconcertada por el comportamiento posesivo que había presenciado en él. No quería decir algo que pudiera llegar a oídos de Magno… o, peor aún,

