No pasó mucho para que Magno lo encontrara de pie, mirando hacia la ventana que daba al patio. Estaba en ropa interior. La vista era un amplio jardín, parte de una de las habitaciones decoradas con varios sillones y cuadros: retratos de mujeres pintados al óleo, algunos ya colgados, otros esperando ser colocados. Adrik, al verlos, no pudo evitar pensar en ella. Alysa. En esas pocas pero intensas conversaciones que tuvieron, donde descubrió que le gustaban mucho las pinturas, que dibujaba, que trataba de entender lo abstracto desde distintos ángulos del arte. Él había comprado todo eso para que se sintiera a gusto mientras lo esperaba. De verdad deseaba tenerla con él. Sabía bien que ninguna mujer podría tolerar lo que él era ni aceptarlo como tal. Pero aun así, la quería a su lado, para

