10. A bordo

1531 Words
La tarde siguiente Bernard fue a recogerla a casa en coche. Sus padres la llenaron de recomendaciones y despedidas, y su hermano le pidió que saludara muchísimo a Charmant. Cuando por fin logró separarse, el mayordomo la acompañó a bordo. "Usted trabajará en la cocina, el chef es bastante exigente, pero así es como se aprende, ¿sabe? A bordo hay mucho que hacer. Normalmente el personal de cocina también sirve en las mesas, pero eso podremos ahorrárselo.” "¿Y los compañeros no se molestarán?” "No, si hace la limpieza en la cocina " sonrió él. "Cuente con ello, no me echo atrás" respondió ella, un poco asustada pero también eufórica por la nueva experiencia. Jamás en la vida habría pensado tener una oportunidad así. Solo… trataría de evitar al príncipe, o mejor aún, a todos los miembros de la familia real por seguridad. Aunque, claro, le entristecía no poder relacionarse con Joridey. A bordo la esperaban el Sultán, su esposa y los dos hijos. A un lado estaban algunos chicos del personal. El Sultán le dio la bienvenida deseándole buena suerte en el trabajo. El niño se le lanzó encima y la abrazó. "¿Podemos jugar juntos?” Quarin intervino: "Ella ha venido a bordo para trabajar, Joridey. Juego yo contigo, anda, enciende la PlayStation que voy enseguida.” "¿De veras, Quarin? ¡Yay! ¡Voy ahora! ¡Nos vemos, Regina!" y salió corriendo. El príncipe se acercó a ella y, en voz baja, dijo: "Y tú, cuidado con cómo te comportas. Pueden pasar muchos accidentes… en un barco.” A Regina se le erizó la piel. ‘¡Dios santo, ayúdame, mantenme lejos de este ser!’ Bernard no escuchó las palabras del príncipe, pero intuyó algo y trató de llevarla consigo: "Venga, señorita, le presento a Iris, una de nuestras camareras. Y a Barska, un ayudante de cocina. Sígame, le mostraré sus alojamientos.” "Bernard, una palabra " dijo el príncipe. "Por supuesto, señor. Iris, te encargo a Regina, llévala a su habitación." Y siguió al príncipe. Barska enseguida se presentó estrechándole la mano. Era un chico de unos 1,70, con rizos y ojos muy oscuros. Tenía unas pestañas sorprendentemente largas y espesas, y una sonrisa contagiosa. "Oye, Iris, acompaño yo a Regina, ¿vale?” "El señor Bernard me lo encargó a mí, Barska.” "Pero como ella trabajará en cocina, debe conocer primero a los ayudantes de cocina, ¿no?” "Justamente por eso los conocerá de todas maneras, no hay que apresurarse, y además no quiero tener problemas con Bernard.” Barska se inclinó hacia Iris para susurrarle: "Hago tu turno de limpieza mañana, ¿ok?" y añadió en voz alta: “Anda, Iris, yo no digo nada si tú no dices nada… " y levantó las cejas, esperando. La chica asintió, y Barska puso la mano en la espalda de Regina: "Vamos, preciosa, por aquí" y le tomó la maleta de las manos. Mientras tanto, Quarin, ya en un sitio apartado, se dirigía al mayordomo: "Bernard, quiero que vigiles muy de cerca a esa chica. Nos estamos metiendo a una extraña en casa, ¿entiendes? No quiero que ande curioseando por ahí.” "Sí, señor, la joven estará bajo la custodia del chef Senshaw y trabajará principalmente en la cocina, puede estar tranquilo.” "¿Trabajará en cocina todo el día?" meditó él. "Normalmente quien hace el turno de la mañana no hace el de la tarde, salvo el chef. Son nueve horas, de 7 a 14, luego el personal se alterna con el otro turno, de 14 a 22. Las horas restantes son libres. Naturalmente, en desayuno, comida y cena apoyan al personal de sala. El contrato no prevé horas extras, el Sultán no quiere agotar a sus empleados.” "Pues en su caso haremos una excepción. Una trabajadora cansada tendrá menos energía para husmear o conspirar. Quiero que, cuando no esté en servicio en la cocina, la pongas a hacer limpieza. Y debe trabajar duro, que termine bien agotada.” "¿Quiere… que limpie las habitaciones?” "Claro, pero que no se acerque a nuestro despacho, ahí están las joyas, ni que entre en los cuartos reales. Y si la ves hablando con Joridey, llama su atención de inmediato, sepáralos con discreción. No quiero que mi hermano se encariñe; cuanto menos la vea, mejor. Ah, muy importante: enciende el circuito interno de cámaras, pero no digas nada a nadie. ¿Entendido?” "Sí, señor Quarin, procederé de inmediato.” "Bien, Bernard, ahora estoy más tranquilo. Aún no entiendo qué se le habrá pasado por la cabeza a mi padre al traer a bordo a esa mujer.” Una vocecita los interrumpió: "¡Quarin, dices que vienes enseguida y luego nunca vienes!” "¡Perdona, voy ya, Joridey! Gracias, Bernard." Y con una palmada en el hombro del mayordomo se alejó. Regina estaba encantada con su habitación: era mucho más bonita que la de su casa, y aunque había dos camas, estaría sola. "Barska, ¿pero antes estaba vacía esta habitación? ¿No la habré quitado a alguien?” "No te preocupes, pequeña. Aquí estaba Raessa, la sous-chef, y sola, porque las chicas son número impar. Pero ahora se mudó al cuarto de su hermano, que también estaba solo. El Sultán lo quiso así, supongo que te está muy agradecido.” "Oh, pero no me habría importado compartir cuarto, espero que no sea un problema para ella.” "Tranquila. Y además, si quisieras invitar a un chico a tu habitación, así estarías libre de hacerlo… yo me ofrezco, si quieres" le guiñó un ojo. Ella levantó las manos; Barska le caía bien y se sentía halagada por sus cumplidos, pero era demasiado directo para su gusto. "No, gracias, no busco ninguna relación, ¡solo trabajo!” "Ni yo, cariño, pero siempre se puede divertir un poco uno.” "No me interesa, gracias" cruzó los brazos. "Qué aburrida eres" sonrió él. "Vamos, que el chef Senshaw quiere conocerte. Pero primero debemos ponernos el uniforme. El primer día yo entré en la cocina sin uniforme y me regañó bien." Y, imitando la voz del chef:" “¡Nadie entra en cocina sin uniforme! ¡Ve y vístete decentemente y no se te ocurra nunca más!” Al entrar en la cocina, Regina vio al chef en medio de un grupo de seis personas. Ella se inclinó: "Buenas tardes, Chef. Yo soy Regina.” El cocinero, un japonés de unos cuarenta años, sonrió y dijo: "Y yo soy el executive chef Senshaw, señorita. Sé que quiere aprender a cocinar. Si sigue al pie de la letra mis indicaciones la encaminaré bien en el oficio. Seis semanas son pocas, pero tengo mucha confianza… en mis capacidades como maestro. Estos serán sus compañeros. Solo exijo unas cuantas cosas: puntualidad, orden, limpieza y obediencia. Si respeta estas reglas, nos llevaremos bien. Bien, el grupo de la mañana puede retirarse; los demás: ¡a trabajar! Y tú, veamos cómo sabes cortar verduras.” En un instante la cocina se transformó en un hervidero de abejas obreras. En ese momento se escuchó un golpe en la puerta y el mayordomo entró. "¡Alto!" exclamó Senshaw. “¡Nadie entra en cocina sin mi permiso! ¿Qué quieres, Bernard?” "Perdón, chef, necesito hablar un momento con la señorita" y señaló a Regina. "Bien, la señorita te escucha desde aquí, habla.” Bernard suspiró para armarse de paciencia. "Señorita, quería informarle que trabajará medio día en cocina y la otra mitad como asistente de limpieza. Si no logra soportar el ritmo, me lo comunica y veremos qué se puede hacer.” "No hay problema, señor Bernard, haré lo que tenga que hacer.” "Pero" intervino el chef "si ese es el programa, la quiero siempre en el turno de la mañana. No se debe cocinar estando cansado, las cosas se hacen mal. Y la comida es mucho más importante que la limpieza. Desde mañana, la quiero aquí a las 7 en punto.” ¿A las 7? Vaya, ella no estaba acostumbrada a madrugar, le costaría. Pero no era de quejarse. Se acostumbraría. "Por supuesto, chef, así será" respondió. Le pidieron cortar cebollas y calabacines, pero no lograba satisfacer al chef, que, tras regañarla varias veces, levantó los brazos y la puso a rallar zanahorias. Ella se sentía tan incapaz que llegó a dudar si la cocina era realmente lo suyo. La sous-chef, Raessa, una chica alta con el pelo corto y rubio, pero cortado de manera femenina, al verla desanimada se le acercó para consolarla: "Ánimo, chica. Yo he trabajado de chef durante años y cuando empecé con él también me regañó infinidad de veces. Es un perfeccionista, hay que aprender a hacerlo todo bien, pero lleva tiempo y práctica. Ya verás que tú también lo lograrás.” "Madre mía, pero me da un poco de miedo. ¿Es siempre tan serio?” "¡Ojalá fuera siempre serio! A veces hace bromas terribles y luego se enfada porque no reímos… ya lo verás" le sonrió. Ella se sintió un poco mejor. Quizás tendría una aliada en la cocina.
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