12 (II)

1803 Words
Un espacio amplio y limpio se presentaba ante nosotros, con un salón principal en el cual se encontraba un sofá de media luna rojo y dos pequeños sillones a juego, con un par de muebles de adorno y algún cuadro en la pared. Al fondo una enorme vidriera con vistas a la mayor parte de Madrid, edificios altos y elegantes, unas vistas impresionantes desde el piso numero veinte. A la derecha se encontraba un gran baño principal con un jacuzzi empotrado en el suelo, en todo el centro, preparado ya con una densa capa de espuma y un aroma exquisito a rosas que debían de provenir de los pétalos que flotaban sobre el agua. A la izquierda un cuarto cerrado que intuí que seria la habitación principal. Aunque la decoración y distribución del lugar era lo que menos me preocupaba en ese momento. Toda mi atención era suya, de sus movimientos, de sus besos, de la manera en la que me estaba arrancando la ropa. La cogí por la cintura y ella se aferró a la mía con sus piernas sin dejar de besarme, nos acercamos torpemente al respaldo del sofá hasta quedar su culo sobre el apoyado. Una vez que me aseguré que no se me iba a caer del lugar comencé a hacer mis besos mas lentos y profundos, haciendo que deseara mas. Desplacé mis labios a su mejilla derecha y rocé el perfil de su mandíbula con ellos, luego el espacio entre el y el cuello, para después bajar dejando pequeños besos por todo su cuello. Sus gemidos eran arte para mi, sus uñas clavadas en mi espalda desnuda, mi pantalón rozando el exterior de su ropa interior... continué mi camino intercambiando besos, mordidas y lamidas de un lado a otro, llegando hasta el final de sus hombros y volviendo a subir un par de veces, mientras que con mis manos subía su vestido hasta la altura de su cintura para dejar vía libre a que mis dedos acariciaran el exterior y el interior de sus muslos mientras ella temblaba frente a mi. Me deshice de sus tirantes, bajando completamente la tela, quedando enrollada y dejando al aire sus preciosas tetas, tan perfectamente colocadas. No pude evitar lanzarme a sus pezones, lamiendo con pasión cada uno de ellos, mordiendo suavemente y notando como se ponían erectos dentro de mi boca, sin dejar de acariciar su pecho, apretar con mis manos, rozar con mis yemas sus zonas mas sensibles. Despeinaba mi pelo sin consideración, me pedía mas entre jadeos, me suplicaba con sus suspiros que le metiera la polla hasta el fondo, así que no quise hacerla esperar mucho mas. Me incorporé y mirándola a los ojos me desabroché el cinturón con mi sonrisa mas maquiavelica y dejé salir de mi boxers mi pene duro para aproximarme a sus labios inferiores, apartar un poco la tela de su tanga, quitar el aparatito que todavía seguía en funcionamiento y comenzar a rozarlos y abrirlos con la punta, sus caderas se movían solas restregándose contra mi, y en uno de esos movimientos de pelvis ella solita la introdujo casi por completo. Ambos gemimos ante el contacto con el otro y lentamente metí el resto quedándome abrazado a ella. Volvió abarazarme con sus piernas permintiendome entrar un poco mas y muy lento comencé a mover mi cadera hacia dentro y hacia fuera, entrando una y otra vez de manera calmada. A medida que sus gemidos se intensificaban yo aumentaba velocidad y ritmo, pero no quería separarme del abrazado, la notaba tan cerca de mi... Poco a poco los leves movimientos por mi parte se convirtieron en fuertes embestidas que resonaban por toda la habitación, de su boca solo salia mi nombre y de la mía roncos gemidos que no podía contener, me estaba volviendo loco a encontrarme de nuevo dentro de ella y no podía controlar mis duros movimientos. -¿Le gusta a la pequeña puta de papi?¿Le gusta como papi se la está follando?- Ella sólo gritaba ''si'' entre gemidos ''si papi'', ''sigue así papi'', ''no pares''. Aquello solo me hacia ponerme mas cachondo. Estábamos follando como animales, moviendo el mueble con cada penetración. De vez en cuando me agarraba la cabeza para besarme, pero rápidamente volvía a llevar sus labios a mi oído para que pudiera escuchar con claridad sus gemidos, para que notara su aliento cálido sobre mi oreja, para morderme el lóbulo y besar mi cuello, para desquiciarme, porque me conocía. Noté su cuerpo tensarse contra el mio. -Me voy a correr papi.- Gimió agarrándome efusivamente del culo. Llevé una de mis manos a su coño mojado y comencé a acariciar con el pulgar su clítoris hinchado, bordeándolo y haciendo pequeños movimientos circulares sobre el, quería que se corriera a lo grande. -Aguanta un poquito pequeña, papi también va a correrse.- Exclamé. Pero el temblor de su cuerpo me indicaba que no iba a durar mucho mas, aunque yo también me encontraba al borde del orgasmo. Un frío escalofrío recorrió mi columna vertebral, dejándome helado. Sus movimientos y vibraciones me dieron a entender que ella también se estaba corriendo, así que solo bajé la velocidad. Entrando fuerte pero despacio en ella, aunque mi pulgar seguía jugando sobre su clítoris con la misma intensidad. Convulsionaba mientras me besaba sin apenas poder respirar, yo también me estaba asfixiando contra su boca... pero aquello me encantaba. Tras acabar ambos y recuperar un poco el aliento me empujó con fuerza separándome de su cuerpo. Yo pensé que se marcharía en ese mismo momento, se puso de pie y caminó frente a mi dándome nuevamente la espalda. Sentí que el mundo se me caía encima. Pero en lugar de irse dejó caer su vestido al suelo y se bajó la ropa interior quedando completamente desnuda frente a mi. -¿vienes al agua?- Preguntó picaresca metiéndose en el cuarto de baño para desaparecer poco a poco entre la espuma del jacuzzi. El agua estaba caliente y emanaba un dulce olor que relajaba y excitaba a la vez, el vapor empañaba los cristales de la pared completamente cubierta de espejo que reflejaba el interior de la gran bañera de hidromasaje. Nos encontrábamos el uno frente al otro, en silencio pero entre risas, tonteando con el agua, jugando a mojarnos furtivamente y de vez en cuando rozándonos el uno al otro bajo el agua. Me dejé hundir completamente en las cristalinas aguas para aproximarme a ella como un tiburón sediento de sangre y salí del agua quedando mi rostro frente al suyo. Acarició mi cara con ternura y me depositó un leve beso en los labios y otro en la frente. -No se como he podido vivir cinco años sin esto. - Susurró con su boca pegada a la mía. -¿Sin un jacuzzi?.- Bromeé. -Sin ti.- Su tono era serio pero cálido, sus palabras resonaron en mis oídos como una canción triste y en su rostro se dibujó una nostálgica expresión a la cual no supe contestar. - ¿Que nos pasó realmente?.- -Eramos demasiado jóvenes para arriesgar, eramos dos niños tontos que no fueron capaces de darse cuenta del amor puro que tenían entre manos y aunque nosotros jurábamos que eramos conscientes quizás no lo cuidamos lo suficiente. - -Había días en los que me preguntaba que habría pasado de seguir juntos, de no haber discutido aquella ultima vez.- -Si pasó es porque tuvo que pasar, Ainhoa, pero miranos... todo lo que vuelve es por algo.- -Una vez me dijiste que si volvía pero no era mejor debíamos dejarlo ir.- -Tu no eras muy propensa a seguir mi consejo y yo no era propenso a hacer lo correcto, pero quiero creer que hemos madurado.- -Si no salio bien aquella vez no se como saldría una segunda, y sabes que esto no va a ser una noche, somos dos adictos que no pueden probarlo solo una vez. - Me quedé en silencio meditando sobre sus palabras, no se que cara debí poner, pero ella la sujetó con ambas manos y tan solo me dijo ''Todo va a estar bien'' -Nada estuvo bien después de que cada uno cogiera un camino contrario, al menos no para mi.- Contesté. -Eres famoso, rico, guapo, las chicas se te tiran al cuello y estas saliendo con tu amor platónico de la adolescencia, algo bien habrá tenido que salirte.- -¿De que me sirve todo lo que tengo si yo mismo me dije que si alguna vez llegaba tan lejos seria para compartirlo contigo? Con las que siempre estuvo a mi lado apoyándome...- Ahora la que quedó en silencio fue ella, seguramente pensando en todo y en nada a la vez. -Y mi amor platónico siempre seras tú, mi fruta prohibida, el amor de mi vida, el mas puro y difícil.- Añadí mirándola fijamente a los ojos. Acercó sus labios nuevamente a los míos en mitad de una sonrisa dulce y tras separarnos susurró... -Te quiero, no he dejado de hacerlo nunca.- Aquello dibujó en mi una sonrisa de tonto de oreja a oreja. -Te quiero Ainhoa y jamas dejaré de hacerlo.- Volvimos a fundirnos en otro beso mas intenso, largo y lento. Pegué mi cuerpo al suyo para notarla nuevamente junto a mi y convencerme por mi de que aquello no era un sueño. Había extrañado tanto a aquella mujer que me hizo sentir tantas cosas nuevas... había pasado tantas noches desando que fuera algo mas que mi ''amiga rara'', había soñado tantas veces que era mi novia, mi pareja, mi compañera de vida, mi algo. Estar a su lado siempre fue mi sueño frustrado y aunque ahora tampoco lo estábamos lo que sentía en ese momento imagine que seria lo mas parecido a lo que sentiría al poder gritar al mundo que ella era mi algo. Aunque en ese instante el mundo se reducía a su cuerpo y el mio flotando en armonía sobre pétalos y espuma en nuestra propia soledad. Entre besos y movimientos, roces y pequeños mordiscos juguetones entre risas el agua dejó de ser lo único caliente y mis manos volvieron a buscar el interior de sus muslos para llegar a la unión de estos, y rozar por fuera sus labios depilados, abriéndolos un poco con cada caricia. Su frente y la mía se encontraban pegadas y nuestras miradas fijas la una en la otra. Ella mordía su labio inferior y yo sonreía como el buen c*****o que era mientras que con un tercer dedo comenzaba a acariciar el interior de sus labios mojados, pringosos... suspiró y mi sonrisa se amplió al tiempo que mi mente maquinaba un divertido plan para hacerla gemir. Me coloqué de rodillas frente a ella, quedando casi sumergido en el agua, con tan solo media cabeza en la superficie del agua y colocada entre sus piernas.
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