Siempre quería saber lo que era ir a un parque y sentarte en los columpios por la noche, mientras hace un jodido frio, la luz de la luna alumbra todo y los insectos nocturnos hacen su pequeño ruido. Más no sabía lo que era estar con un chico en esta situación.
Illán me trajo hasta acá, no me ha dicho ni una palabra desde que salimos del hospital, Assia y su familia están con los tramites del funeral de la abuela Fátima, me despedí de ellos, ya que mañana será un largo día para mí, estaré junto a mi mejor amiga en todo esto que le está ocurriendo.
– ¿Cómo ha quedado tu amiga? –Illán rompe este incomodo silencio y le doy gracias a los cielos que por fin hablo.
–Digamos que bien y mal, ella es una chica muy fuerte, su debilidad siempre fue su abuela, ella en parte la crio mientras sus padres trabajaban, sentía en su corazón que era más su madre que su abuela, solo espero que Assia sea más fuerte de lo que es, allí estaré yo para que pueda lograrlo –volteo a ver a Illán y su mirada está en el suelo, pero con una sonrisa de lado.
–Eres una gran amiga, Lucia.
–Puedes llamarme Lu –sube la mirada, enarca una ceja, ruedo los ojos al cielo
–Creí que solo tus amigos tenían permitido decirte así.
–Después de hacer esto por mí, creo que te considero un tanto mi amigo, no te emociones ¿Vale? –se carcajea y asiente. –Después de todo seremos más cercanos, lo digo por mi hermano y tu hermana.
–Hermanastra…
– ¿Tan mal se llevan tú y Margaret? –duda un poco en hablar y suspira.
–Pensamos diferente, soy un chico que le gusta la adrenalina, las fiestas, disfrutar mi vida como si fuera el último día, me gusta pasármela de lo mejor, cosa que Margaret es todo lo contrario. Ella quiere que nos concentremos en el negocio de papá, pero yo no quiero, quiero tener mis propias cosas, quiero ser independiente –lo miro concentrada en todo lo que dice y de pronto su mirada me sorprende. –Lo siento, suelo hablar mucho de mí.
– ¡Ja! Aun no me conoces Illán, suelo hablar hasta de como es mi sangre cuando menstruo –sus ojos son de horror y de seguro mi risa es tan escandalosa que se escucha en todo el parque. –Ves, así soy de confianzuda, y no me avergüenza lo obvio, menstruar, menstruar, menstruar...
– ¡Dios, entendí! –ríe. –Eso sin duda ha sido totalmente asqueroso –saco mi lengua y reímos al unísono.
–Deberíamos volver, debo descansar un poco y por la mañana contarle a mi familia lo que ocurrió.
Illán sonríe y nos levantamos del columpio, tomamos camino al coche y nos adentramos a este, coloco mi cinturón y recuesto un poco mi cabeza en el asiento y mi mirada sube para ver el cielo estrellado, la brisa fría choca en mi cara y mierda, creo que ahora si vencerá el sueño.
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Despierto de golpe y me sorprendo al ver donde me encuentro aun, en el coche de Illán, volteo a verle para reclamar por qué no me despertó y lo encuentro dormido en su asiento, sus brazos cruzados y ceño fruncido.
Comienzo hacer un poco de ruido para que él despierte de a poco y lo estoy logrando, sus ojos se abren lentamente y me sonríe de lado, me siento un poco avergonzada y miro a un lado.
–No debiste dejar dormir a esta morsa en tu coche, es lo peor que podéis hacer, tienes suerte de que mi baba fría me despertó –su cara de asco me causa tanta gracia que siempre tratare de decir cosas asquerosas.
–Carajo, no había necesidad de decir eso, diosa –sonrió, tomo mis cosas y quito mi cinturón.
–Gracias Illán, no sé cómo agradecerte esto que has hecho por mí.
–Ayudarme, ¿Crees ayudarme? –me extraña lo que dice y claro esta debo preguntar por eso.
– ¿Ayudarte? ¿Con que? –enciende su coche y voltea a mirarme.
–Ya luego lo sabrás, anda ve y descansa.
– ¿Por qué no puedes decirme, ahora? –le miró fijamente. –Hoy, mañana o luego es igual ¿No? –lleva su mirada al frente, asiente levemente.
–Pero será luego, por favor –voltea a verme, termino por asentir.
–Ok, ok, está bien, luego entonces –bajo del coche y antes de que cierre la puerta de este me inclino un poco. –Que descanses.
–Y tú, Lu –esbozo una sonrisa de lado y cierro la puerta.
Espero a que se marche, al verlo tomar camino me dispongo a entrar a casa. Entro de puntillas para no despertar a nadie, pero de pronto la luz se enciende y me encuentro con mi hermano mayor Lorenzo y par de tazas con leche tibia.
–Hola pequeña, ¿Todo bien? –lo miro a los ojos y siento como si de pronto todo viene a mí de golpe. – ¿Lucia? –niego y las lágrimas agolpadas hacen lo suyo, humedecer mis mejillas.
–La abuelita de Assia, murió, su abuelita Fátima falleció esta madrugada Lorenzo –el nudo en mi garganta, un ligero dolor en mi pecho, él me rodea con sus brazos y no me queda más que llorar aún más en su pecho, creo que aguante mucho esta tristeza. –Fui fuerte para Assia, creo que no había en cuenta.
–Dios, que mal, no quiero ni imaginar cómo se debe encontrar tu mejor amiga, si mal no recuerdo su abuela era todo para ella ¿No? –asiento y nos sentamos en el sofá.
Le cuento todo lo ocurrido a mi hermano, obviando claro está todo lo del chico del bar, tiende a ser celoso y lo mejor es no mencionar ese detalle.
–Me alegra saber que te lleves bien con el hermano de Margaret, al menos ya no estará tan solo –me extraña lo que Lorenzo dice. –Me envió un texto, que estaría parqueado frente a la casa porque te habías dormido.
–Oh, entiendo –me entrega una de las tazas de leche tibia. –Espera, ¿Solo? ¿Quieres decir que Illán no tiene amigos? –Lorenzo ríe y niega.
–Claro que tiene amigos, solo que no muchos, él no vivía en Barcelona, apenas tiene unos meses que llego, pero por lo que Margaret me cuenta él no es el mismo chico de antes y eso ha hecho que la mayoría de sus amigos que tenía aquí ya no anden con él –doy un asentimiento luego de darme un sorbo de leche tibia. –Es muy volátil, Lucia, tiende hacer algo impredecible, han luchado con él para que elija mejor sus amistades, pero en el fondo es un buen chico
–Entiendo, y si tienes razón, gracias a él, pude ir donde Assia, es una buena persona –Lorenzo asiente y le sonrió. –Bueno debería ir a descansar me toca un largo día y debo estar fresca, gracias por esperarme con leche tibia, por eso te amo más que a Rubén y Ricardo, siempre serás mi favorito, ¡Siempre! –Lorenzo ríe y me da besos en la mejilla.
Camino hasta mi habitación y no me tomo la molestia de encender la luz, quito mi ropa quedando totalmente solo en mi ropa interior de la parte de abajo, cierro con llaves mi puerta y me tiro sobre mi cama, amo dormir como dios me trajo al mundo.
…
Mamá es mucho más sentimental que yo y en cuanto me vio despierta, recién bañada y con mi ropa de color n***o se sorprendió, le conté lo que ocurría y comenzó a llorar inmediatamente. Ella tuvo la dicha de conocer a la abuela de Assia, no tanto como yo, pero si llegaron hablar en ocasiones, por teléfono y otras cuando se encontraban en cualquier súper mercado o centro comercial.
Ella ira conmigo y mis hermanos también, sé que a mi mejor amiga ver a Rubén le hará muy feliz, le gusta tanto mi hermano que ha rechazado a unos cuantos chicos solo por querer esperar a mi hermano, el más casanova de los tres.
Todos estamos listo y salimos en familia, decidimos ir en el coche de Lorenzo y yo voy delante con él, ya que siempre soy su preferida mi puesto de copiloto está reservado en salidas con mis hermanos y mamá.
–No soy muy bueno con los funerales, espero no poner la torta como siempre –giro mis ojos al escuchar a Rubén y por primera vez admite algo muy cierto.
–Solo no lo arruines con Assia –escucho las palabras de mi hermano Ricardo y es tan obvio que Assia muere por Rubén, solo que en todo esto él ni siquiera es capaz de descubrirlo.
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En ocasiones una de las razones por la que siempre digo que no me gusta mucho el color n***o es por estos momentos, donde tu corazón se apretuja de tanto dolor en un funeral. Mi mejor amiga esta junto a Rubén que no hace más que acariciar su cabello y tomar su mano, ella siempre ha dicho que lo que más le gusta de mi hermano son sus ojos verdes, pero en realidad a ella le gusta el cariño y la calidez que desprende cuando alguien está triste.
Mi hermano Ricardo en cambio es un poco rudo, si siente pesar por las cosas tristes, pero tiene una enorme desconfianza por las mujeres y por eso solo las obtiene y desecha como él dice cada fin de semana, por eso es el más propenso a quedarse solo. Y mi hermano Lorenzo después de tantas desilusiones ha encontrado su musa como él dice, ah, mi hermano suele escribir poemas y ese tipo de cosas, muy cursi para mí.
Estoy junto a mamá tomando un poco de chocolate caliente mientras todos saludan a la familia Maalouf y los acompañan en su dolor. Ellos son muy reconocidos por los negocios de comida que tienen los padres de Assia, pero no, eso no quiere decir que mi mejor amiga sea buena cocinera, se le queman las tostadas, sonrió de lado al recordar eso y reviso mi móvil para distraerme un poco, no quiero interrumpir ese momento que ella ahora tiene con mi hermano.
–Hola Lucia –subo la mirada y me encuentro con mi cuñada Margaret.
–Oh, hola Margaret, que sorpresa –sonríe de boca cerrada y asiente.
–Tu hermano me contó lo que sucedió y decidí pasar a dar mi pésame aunque no los conozca, siento lastima por tu amiga y por ti claro, ya que de alguna manera tú le tenías cariño a su abuelita –Margaret es total y extremadamente dulce, sin duda es igual que mi hermano, aunque no es como Illán me la describió, sacudo mi cabeza y alejo esos pensamientos.
–Gracias cuñada, quisiera presentarte a mi amiga Assia pero, ella está en buenas manos en este momento –señalo en dirección a mi mejor amiga y ella entiende a que me refiero – ¿Y con quien habéis venido?
–Illán me ha traído, estaba comprando unas cosas y de alguna manera se ofreció en traerme, no quise desaprovechar su repentino favor –sonrió y asiento.
Ella pasa a saludar a mamá y se queda junto a ella hablando algunas cosas, por mi lado salgo de la funeraria, esta tiene un lindo frente, con arbusto, césped y enormes árboles, el sol me deja totalmente ciega y cubro un poco con mi mano para ver mejor.
En ese momento, algo atrayente llama por completo mi atención, mis ojos encuentran a Illán apoyado en su coche, lleva una camisa manga corta color n***o, sus tatuajes son visibles, jeans azul marino y botas deportivas, una gorra y las llaves en su mano, sube la mirada y sonríe al verme, bajo las escaleras y camino hasta él.
– ¿Qué tal? –sonríe y me invita apoyarme en su coche.
–Aquí, esperando a Margaret aunque creo que si esta con tu hermano tardara ¿No? –asiento y los dos vemos fijamente al frente.
– ¿No quieres entrar? –niega y suspira, sus dedos juegan con la llave de su coche como si sintiera cierta ansiedad.
– ¿Queréis acompañarme a un lugar? –su invitación me toma desprevenida y lo miro confundida.
– ¿A dónde?
–Ya veras, ¿Vamos?
– ¿Pero no tardaremos? No quiero ausentarme mucho tiempo.
–No tardaremos lo prometo.
Y de inmediato subimos al coche y nos marchamos de este lugar un momento.