Adrián se acerca para darme un beso en la mejilla, sonrío algo incómoda por su cercanía, han pasado seis meses desde la primera y última vez que tuvimos intimidad. Él es un hombre algo misterioso, y cruel, Karolain en varias oportunidades me pidió que tuviese cuidado con él.
Es su hermano y lo ama.
Pero es un mujeriego.
Y ella me tiene muchísima estima.
Aunque eso no me importó, de igual manera yo no busco ninguna relación que no sea si es con Jackson.
Adrián tiene treinta y cinco años, es divorciado y es el conductor de un programa de televisión de la ciudad. Al parecer toda esa familia está involucrada con la comunicación social.
En fin, el sujeto es encantador y seductor, y si bien es cierto que estuvimos juntos y que él ha seguido insistiendo para repetir el encuentro, también es cierto que ya llegué al final de mi búsqueda personal.
Ya no necesito experimentar algo más, por ahora.
—Pero que preciosa te ves hoy, más de lo normal.
Karolain se ríe de lado y mira hacia otra dirección, ella se hace la loca, pero está muy consciente de todo lo que sucedió entre su hermano y yo, yo misma se lo confesé.
—Gracias, tu también te ves guapo, Adrián. Más de lo normal.
—Oookey, yo me largo de aquí. —Karolain intenta escapar pero la agarro de la muñeca para que no me deje sola y sonrío ampliamente, algo traviesa.
—Busquemos a Helena. —digo.
Y nos marchamos rápido de allí.
Yo escapando y Karolain riendo.
Adrián nos mira travieso, y con esa seductora sonrisita que siempre lleva.
—Alguien tiene miedo de caer en las redes de mi hermano. —bromea.
¿Miedo?
¡Ja!
¿De caer en la tentación?
No.
De que su constante insistencia se me haga un problema, sí.
—Sabes que no, Karolita.
Ella se ríe.
—Ujumm...
—Mira, allí está Helena.
Helena es la hija mayor de Karolain, tiene quince años y es toda una niña hermosa. Desde que llegó a la galería ha llamado la atención de todo el mundo por su largo cabello lacio y n***o, y sus ojos azules. Es una niña sí, pero por su apariencia parece una mujer de veinte años, lo que acarrea una enorme preocupación para mi amiga viuda.
Helena nos mira y sonríe aliviada, de inmediato se acerca a nosotras.
—Que bueno que las encuentro. Un tipo me pidió mi número.
Yo me alarmo.
—¿Y? —su madre la insta a seguir.
—Le dije que si no quería mejor una patada en el culo, le mostré mi dedo grosero y me vine rápido para aca.
—Muy bien.
Sí, Karolain tiene a su hija como una princesa por fuera pero por dentro es toda un varón peleón.
Me recuerda tanto a mí.
Me río.
Su hijo menor, Leonardo, anda por aquí en algún lugar, corriendo e inventando travesuras.
—¿En dónde está tu hermano?
—Estaba robando cosas de la cocina la última vez que lo vi, que fue hace como diez minutos.
Karolain frunce la boca, incómoda. Leonardo es muy tremendo, siempre se mete en problemas, y por lo tanto, la mete a ella también en sus problemas.
Mi amiga va a decirme algo, pero se calla en cuanto mira detrás de mí. Así que yo me giro alarmada y me encuentro a Adrián, trae dos copas, y me tiende una.
—Karol, ¿Podrías darnos un momento, por favor?
Trago saliva, aceptando la copa.
Helena pone cara de: Algo sucede aquí. Y se marcha con su madre para buscar al pequeño.
Adrián toma mi antebrazo y me guía hasta la terraza semiabierta de la galería, allí no hay muchas personas.
—Camille, yo sé que en un principio no pensábamos en formalizar nuestra relación.
Wtf.
¿Qué relación?
Bájate de la nube, mi amorch.
—Pienso, Adrián. Aún lo pienso, yo no quiero tener una relación contigo. —intervengo.
Auch para él. Pero tengo que hacer algo para detener esto.
—¿No hay algo que pueda hacer para cambiar tu opinión?
Observo al exquisito hombre frente a mí. Tiene el cabello n***o perfectamente peinado de lado, su boca rosada está algo húmeda por la bebida y sus ojos azules no me abandonan ni un segundo. Y ni hablar de su asombroso cuerpo, es como la versión inglesa de superman.
Es toda una fantasía s****l.
Pero seamos sinceros, Jackson Walker para mí, es lo más delicioso que he podido probar. Es como el helado de chocolate, podrá gustarte la vainilla, o la fresa, o incluso el de vanilla con chispas de chocolate, pero tu favorito siempre será el de chocolate solamente.
Jack es mi chocolate.
Ay Dios, hablo como una perra.
¡Decencia ven a mí!
El pelinegro se me acerca con lentitud, y yo me quedo quieta, sin respirar, viéndolo a los ojos ¿Y para qué mentir? Viendo sus labios entreabiertos.
Camille, aguantate las pantaletas.
—Podemos darnos una oportunidad, no te vas a arrepentir, mi amor. —susurra.
Ay mi santa madre.
Trago saliva.
Me siento de nuevo como una adolescente hormonal.
Este sujeto es precioso, y tiene ese aire de chico malo que como ya sabemos me encanta. Pero por algún motivo, siento como si estuviese haciendo algo malo, quizá porque el viernes voy a verlo a él.
Y sé que mi corazón va a enloquecer, porque a pesar de cualquier cosa, yo le pertenezco, siempre he sido de él.
De su propiedad.
—Mira, Adrián. —retrocedo un poco y lo miro, si expresión. Admito que el sujeto ha sido amable conmigo y que es un bombón, pero yo no lo quiero, porque para mí es sólo atracción, no amor, porque mi amor está a miles de kilómetros de aquí. Pongo distancia entre ambos de inmediato.— No quiero ser cruel, ni odiosa. Pero si yo no te he buscado después de tanto tiempo que fue que estuvimos juntos, es por algo. Tu sabes que estuve comprometida tres veces, dos veces con un hombre y una vez con otro, sabes que tuve un hijo y que murió, y también sabes sobre mi primer amor, el padre de mi hijo... Y ese sujeto, sigue siendo el amor de mi vida, pueden pasar años, pude haberlo odiado y pude haberme acostado contigo, pero es a él a quien sigo amando. Y volveré a Estados Unidos, espero verlo y espero poder arreglar las cosas con él. Así que ahora no tengo ojos para alguien que no sea él. Gracias por la oferta, es tentadora... Pero paso.
—Vaya... Conmovedor. —se ríe, me molesta un poco la forma en que lo hace, me sabe a burla.— Eres una dulzura, Camille.
Lo observo con mis cejas arqueadas.
—Está bien, es tu decisión. Igual puedes guardar mi número y escribirme cuando quieras.
Asiento.
Él bebe un trago de su copa, besa mi mejilla a modo de despedida y se va.
Y yo... Yo me quedo ahí parada como idiota congelada, atónita, con las piernas como gelatina por haber rechazado a semejante Dios Griego por otro Dios Griego.
Esto es una locura.
Una puta locura.
••••••••••••••••••••••••••••••••••
Son más de las doce de la noche cuando llego a casa. Todo está ordenado y limpio, y huele a canela porque en estos últimos tres meses he desarrollado una enorme obsesión con el olor de la canela.
Parezco una vieja, ñeh.
Me saco los tacones, los dejo en medio de la sala y me tiro en el sofá.
Debería estar durmiendo ahora porque mi vuelo sale a las siete de la mañana y debo estar en el aeropuerto de Londres-Heathrow a las cinco. Decidí viajar a Nueva York por adelantado porque así tengo varios días para hacer unas cuantas cositas que tengo pendiente por cumplir.
Creo que de esa forma completaré mi aprendizaje personal, porque digamos que estoy en el 90% de mi recorrido, y entre Nueva York y Seattle espero que acabe todo esto que comenzó hace un año.
Jamás pensé que llegaría a esta etapa de mi vida, sintiéndome simplemente bien, como si las cosas que sucedieron en el pasado nunca hubiesen pasado, como si ya no me doliera nada, ésta es la máxima expresión de sanar. Y no, no tuve que escribir en un estúpido diario, ni encerrarme en una habitación a intentar drenar con llanto, sólo tuve que ser yo, amar y hacer.
Es increíble.
Cuando llegué aquí no pensé que esto sería posible.
En fin, aún faltan tres días para la fiesta de compromiso de mi hermano y todavía no he decido lo que voy usar, no llevaré nada de aquí. Compraré algún vestido por allá, algo para nada sencillo y a la altura del evento.
Porque sí, tengo entendido que será una fiesta despampanante. Y si así es este simple anuncio de boda qué queda para el matrimonio como tal.
Shock total.
Esta gente tiene plata.
Y es que bueno, aunque Carlos no terminó sus estudios está bien conectado a una ensambladora de vehículos, y es prestamista. No es millonario pero se da muy grandes lujos, lo admiro, si algo tiene mi hermano es que es muy trabajador.
De pronto dejo de pensar, mi mente se blanquea y siento esa paz que inunda el alma. Estoy a horas de volver a casa, y no estoy ansiosa ni emocionada, me siento sólo en paz.
Me quedo unos segundos con la mirada fijada en la pared, entonces un número se me viene a la cabeza, es un número que memorice sin querer, y que he estado tentada a llamar desde hace unos cuantos meses.
Busco mi celular y empiezo a marcarlo, es masoquista de mi parte, pero sólo quiero escuchar si repica o si alguien contesta.
Suenan dos tonos y trago saliva, a la expectativa, con las manos frías y sudorosas.
Entonces escucho esa voz.
—¿Quién es? —se escucha enojado, y a la vez forzado, como si le costara demasiado hablar. Quizá porque estaba durmiendo, aunque allá deben ser las ocho de la noche más o menos ¿Y quién duerme a esa hora?.— ¿Aló?
Madre mía, pero parece que sí es él.
No me lo puedo creer.
—¿Quién habla ahí? —repite de peor humor.
—¿Robbie?
Se queda callado.
—¿Quién es? —dice al cabo de un buen rato.
Sí, es él.
Te encontré asquerosa mugre.
Espero tenerlo de frente alguna vez y sacarme todo ese odio que le tengo, en su cara, decirle cuan miserable y sucio es.
Cuelgo.
Y entonces sin querer, y aunque es algo que trato de no recordar, se reproduce en mi mente ese día... Cuando me violaron.
Y lloro un largo rato, no de dolor sino por rabia, hasta que me quedo dormida en el sofá, aún con la ropa puesta.