JACKSON WALKER
Tiphanie me mira con una sonrisita estúpida, odio cuando se me queda viendo así, me hace sentir como un idiota. Por el contrario de ella, Carlos está serio, y nervioso, quizá porque cree que voy a molestarme.
La cosa está así:
Carlos habló sobre la adopción de Richard con Tiphanie, la idea principal era que ellos tuvieran sus papeles y que yo lo criara, algo así como un favor ilegal para mí. Pero a última hora yo me llené de terror, ya que no estoy listo para ser papá otra vez, la primera y última vez que lo fui asesinaron a mi hijo frente a mis ojos.
Entonces, cuando llegué aquí ambos me abordaron para decirme que Tiphanie de verdad quería adoptar al niño, que yo podía verlo pero que ellos quería criarlo como sus papás, y creanme que me siento aliviado.
—Jack, no te molestes.
¿Molestarme?
Pero si me han quitado un peso de encima.
Que le tenga mucho cariño a Richard no significa que de verdad quiera ser padre, y de paso padre soltero.
—Me parece bien. —hablo relajado y con una sonrisa escapándoseme— Ustedes lo criarán bien... Y además, no tengo tiempo, y a decir verdad no estoy listo para ser padre por segunda vez.
Veo a Carlos relajarse.
Vaya... Estaba bien tenso el muy cabrón.
Como yo tengo la capacidad de sacar a Richard del orfanato cuando quiera, lo traje hoy a esta especie de reunión pre-fiesta de compromiso. Ahorita debe andar correteando con Sophie por ahí.
—Bueno, mañana nos pasaremos por el orfanato para iniciar el papeleo. —me dice Tiphanie.
Es excelente, sé que el niño estará bien cuidado con ellos.
Carlos ve a su mujer marcharse y después me mira con vergüenza.
—Jack, te conozco... Y sé que...
—Córtala, Carlos. Estoy bien, de verdad me agrada la idea... Yo no estoy preparado y sé que con ustedes estará bien, y podré seguir viéndolo. Es un niño increíble, me recuerda mucho a mí, sólo tenganle paciencia.
Mi mejor amigo me mira convencido y asiente.
—Bien.
Entonces volvemos a la parte trasera del town house, hay muchísima gente alrededor de la piscina.
Y yo que creía que esta reunión sería sencilla y privada.
En fin, como no es mi problema decido sentarme en la mesa más grande, en donde están los padres de Carlos y los de Tiphanie. No sé cuanto tiempo pasa hasta que veo a Alexis llegar junto a Scott, ambos sonríen al verme.
De inmediato nos ponemos a hablar.
Me preguntan por alguna novia y les cuento que no hay más que zorras para saciar necesidades. Ellos me regañan entre risas, y me cuentan que han decidido conprometerse por fin después de tanto tiempo.
Es increíble lo mucho que ha cambiado Alex, tan perra y desgraciada que era antes, y ahora, aunque a veces es una despreciable mujer, no es ni la sombra de lo que era. El flacuchento desgarbado y rubio de Sebastian la hizo otra persona.
El amor es un antídoto, funciona con todos menos conmigo.
Que jodida suerte tengo.
—¿Y Camille? —suelta la rubia, viéndome a mí y viendo a la señora Marsella y a Tobías.
—En Londres. —contesta Marsella.
—Debe llegar el jueves. —continúa Tobías.
Vaya... El jueves, tan cerca y tan lejos.
—¿Cómo sigue ella?
Ruedo los ojos y salgo de la silla. Ya no quiero estar aquí, no pienso quedarme a escuchar una conversación sobre la mujer que más me odia en el mundo.
Es evidente mi molestia porque enseguida Marsella habla.
—Tranquilo, hijo. No hablaremos más de ella.
Niego con la cabeza.
—No se preocupe, igual ya me iba a levantar para buscar algo de tomar.
Mentira.
Aunque pensándolo bien, necesito un poco de alcohol en mi organismo si pienso pasar tiempo en esta casa que trae recuerdos, en especial ésta piscina.
Veo a Richard caminar derecho y con ese aire de superioridad que me hace gracia, trae la chaqueta en la mano, casi a rastras. Se acerca a mí y me mira aburrido, bajo sus gafas para la vista, porque sí, no mira bien de lejos.
—Papá. —habla.
Me da algo de nostalgia confesarle que tendrá otros padres adoptivos.
—¿Qué pasa, Richi?
—Sophie quiere helado de vainilla con fresas, ¿Podemos comprárselo?
Que suerte, un motivo para salir de aquí.
—Claro, ¿Vamos de una vez?
Él asiente.
Me avisa que irá a buscar a la pequeña y al cabo de unos minutos ambos vuelven tomados de la mano. Se me hace tierno que exista esa conexión fraternal entre ellos, eso facilitará las cosas para él.
Así que los tres nos marchamos a la heladeria, no sin antes avisar.
De camino en el auto, llamo la atención de Richard, quizás es el momento de irle asomando una parte de la información.
—Debo contarte algo, Richi.
Sophie sonríe cuando el pequeño Richard le muestra algo en su mano, él enseguida me mira desde el asiento de atrás.
—Sí, ya sé. Carlos y Tiphanie hablaron conmigo hace un rato, y Sophie está emocionada.
—Sí, tío Jack. Tendré un nuevo hermano y será mayor. —su dulce vocecita me saca de enfoque.
¿Ah?
¿Qué?
Me quedo algo noqueado.
Pero al menos me ahorré toda la charla.
—¿Y...?
—Está bien, igual voy a verte ¿no? Porque seguirás siendo mi papá ¿verdad?
Claro que sí.
—Por supuesto que sí, Richi.
Lo veo por el retrovisor, luce fresco y tranquilo.
Sé que estará bien.
—Te quiero.
Pienso que es conmigo, pero resulta que no, es con Sophie.
—Yo más, nuevo hermano.
Y entonces llaman a mi celular, y es Georgia.
—¿Aló? —contesto por el auricular.
—Hola, bebé boo.
Ruedo los ojos, esta mujer no cambia. Y creo que nunca lo hará.