Marcos
Ser el alfa no era fácil, desde que mis padres murieron a mano de los vampiros tuve que hacerme cargo de todo, de mi hermana menor, de muchas personas, todos dependían que las inversiones que hacíamos con los humanos salieran bien, dependían de ello para la comida, el agua, de que no hubiera guerras con otras manadas u otros seres, luego los entrenamientos, administrar todo era un caos y más sin una pareja que te ayudará que en mi caso no la tenía, estaba cansado, llevaba ya una semana teniendo problemas, los guerreros se negaban a ir al lago y todo por qué decían que estaba encantado, tonterías pero nadie se atrevía a ir y a mí no me daba tiempo, eso hacía que quedara esa zona sin protección, nos hacía débiles si nos atacaban por esa zona, pero nadie quería ir, ni siquiera mi beta quería, salí del despacho y me fui a desayunar, en la mesa ya estaba mi beta y al rato llego mi hermana, mi beta Jacobs y yo estábamos discutiendo sobre a quién llevar al lago, mi hermana se metió en la conversación y dijo que iría ella, normalmente le diría que no porque no me gustaba que fuera sola, la podría pasar cualquier cosa, pero ella insistió tanto que al final acepté y ella marchó corriendo para que no cambiará de idea, mi beta y yo nos fuimos al despacho a investigar a que deberíamos seguir invirtiendo, estábamos en ello cuando mi hermana se comunicó conmigo a través de nuestra conexión, me informo que había vampiros en el lago y que estaban atacando a una niña, le dije que esperara que ya iba, pero ella dijo que no había tiempo y cortó la conexión. Eso me cabreo y a mi lobo interno también, me transformé rápidamente, mi beta me siguió junto con uno de mis mejores soldados, corrimos hasta el lago donde mi hermana ya estaba peleando gruñí fuertemente, nadie atacaba a mi hermana y menos esos asquerosos chupasangres, me lancé a por ellos mientras veía a mi hermana arrancar la cabeza de uno al final salieron huyendo los muy cobardes. Vi a mi hermana correr junto a una niña iba a tocarla, pero algo dentro de mí me hizo lanzarme a por ella, me transformé y la cogí en brazos delicadamente, se veía en sus brazos los mordiscos de los vampiros y su delgadez era extrema, no pensaba en nada dentro de mí sentía que me estaba poniendo furioso. ¿Cómo es posible que le hubieran hecho esto? Solo era una niña, la lleve corriendo a la manada y fuimos todos a mi mansión donde ya estaba esperando mi mejor médico, la deje en la cama y él la miraba, pero cada vez que la tocaba mi lobo gruñía. Yo no lo entendía, esa niña no era nuestra, pero parecía que mi lobo la había adoptado como su cría o algo así porque quería protegerla a toda costa, al final mi hermana me tuvo que echar por qué si no el médico no trabajaba, me fui con mi beta al despacho donde intentamos averiguar quiénes eran esos vampiros y sobre todo quién es esa niña. Mi beta al rato se fue a buscar más pistas y yo seguí investigando por mi cuenta, la verdad es que la energía que tenía ese vampiro no era normal no era como otros...
Estaba mirando a ver si conseguía averiguar más cuando llamaron a la puerta, la deje pasar ya que pude saber por el olor que era mi hermana, lo que no me esperaba era que la acompañará la niña y mucho menos me esperaba que se lanzará a mis brazos y me abrazara, me quedé tan sorprendido que al principio ni me moví, hasta que mi hermana carraspeó haciendo que yo la rodeará con mis brazos procurando no hacerla daño, me parecía tan frágil, tan pequeña, al cabo de un rato se escuchó el sonido de las tripas de la pequeña indicando que ella estaba muerta de hambre.
- ¿Tienes hambre pequeña? - Note como asentía ya que no quería separarse de mí, así que la cargue en mis brazos y la lleve a la cocina donde mi nana ya estaba preparando una sopa para la pequeña y un bocadillo de beicon y queso – Vamos siéntate en la silla y come, la nana te preparo una deliciosa comida.
Ella asomo su lindo rostro que había estado escondiendo en mi pecho y miro la comida, su nariz se arrugó haciendo un gesto muy tierno, parecía que estaba oliendo la comida. Hice el amago de dejarla en una silla para que comiera, pero se aferró a mí como una lapa, así que tuve que sentarla en mis piernas, ella miraba la comida con desconfianza, así que cogí la cuchara primero y la probé para que supiera que no era malo, luego vi como ella cogía la cuchara con algo de torpeza, igual ni siquiera había usado un cubierto nunca, eso hacia a mi lobo interno enfurecer pero no quería asustarla por eso me controlé y la ayude a comer, vi que todos estaban sorprendidos de la acción, ya que desde que me había convertido en el la alfa las muestras de afecto no estaban permitidas en mí, pero está pequeña hacía que eso cambiara, le di la sopa y se la comió toda, luego le di el bocadillo y ella le dio dos mordiscos antes de que se negará, parecía que se había llenado ya que me tendió el bocadillo a mí para que me lo comiera y eso hice, me lo comí lentamente mientras ella se acurrucaba en mi pecho y me agarraba la camiseta, cuando me termine el bocadillo la pequeña estaba dormida encima de mí, parecía tranquila y estaba sonriendo, tenía una hermosa sonrisa, decidí llevarla al cuarto que estaba al lado del mío, ella dormiría allí hasta saber quién era su familia y devolverla, aunque eso no parecía gustarle a mi lobo interno. Desperté y miré todo a mi alrededor, no lo entendía. ¿Dónde estaba? Era una cama muy grande y blandita, nunca había dormido en un sitio así, me gustaba, era muy cómoda, lo que yo no me explicaba era ¿dónde estaba el señor que olía bien? Me sentí protegida en sus brazos, me sentía querida, aunque ni siquiera le conocía de nada, era extraño, tal vez era por qué nunca me habían cuidado o querido, solo había sido usada y maltratada, bueno, alguna vez me sentí querida, pero fue hace mucho, tanto que no lo recuerdo bien, me preguntaba si podía bajar de la cama y caminar por donde quisiera, tal vez me castigarían, pero tenía curiosidad y quería más de ese caldo que me había dado el señor porque estaba muy rico. Sin pensarlo mucho salté de la gran cama al suelo y abrí la puerta, el pasillo estaba iluminado con las luces, debía ser de noche ya que por la ventana no se veía nada, camine despacio y sin hacer ruido, caminaba despacio buscando la cocina, me encontré con unas escaleras y las baje despacio, abajo estaba algo oscuro, había algunos lugares donde había luz y otros donde no, pero era solo cerca de las ventanas, eso hizo que me centrara en seguir investigando ya que la oscuridad no me gustaba, me senté en un escalón a pensar que hacer, si seguir o parar, mi tripita hacia otra vez ruido, aunque estaba acostumbrada a eso, lo mejor era volver a la habitación de antes, igual en la camita al estar blandita me volvería a dormir, me levanté con intención de irme a la camita, pero sin darme cuenta tropecé y me caí las rodillas, me dolió mucho y las lágrimas empezaron a salir de mis ojos, no quería llorar, pero estaba cansada, dolida, asqueada conmigo misma, por primera vez en dos años me permití sollozar, permití que de mis labios saliera ruido me asusté a mí misma al oírme, pero lo necesitaba, necesitaba sacar todo lo que tenía dentro de mí, aunque luego recibiera castigo por hacer ruido, no podía seguir tragándome todo dentro mía, se estaba rompiendo algo, tal vez era solo mi imaginación o solo todo el dolor acumulado, no lo entendí, después de todo solo era una niña.
Estaba llorando cuando sentí que alguien me abrazaba, me puse tensa al instante solo hasta que lo pude oler y supe que era él, su olor me relajaba a pesar de no conocerle, a pesar de no saber si era bueno o no él me calmaba, me hacía sentirme bien, estuve llorando en sus brazos sin importar hacer ruido, él solo me abrazaba y me decía que todo estaba bien, que estaba a salvo, pero ¿qué era estar a salvo? Cuando logré calmarme me limpie los ojitos con mis manos, él acabó por sentarse en el suelo y conmigo encima de él, me sonrió, ligeramente me besó la frente haciendo que una sensación se extendiera por mí carita, nunca me había sentido así, no sabía por qué con él todo era distinto, hasta yo parecía distinta, nunca me había dejado abrazar, ni tocar, ni besar, pero con el sentía que podía, que no iba a hacerme daño.
- Sabes me gusta más cuando no lloras, así estás más bonita, ahora dime pequeña ¿qué haces tan tarde despierta?
¿Como le podía decir que tenía hambre? Quería hablar con él, pero no podía, así que solo señale mi barriga y me sonroje, me daba vergüenza tener hambre, normalmente lo aguantaría, pero nunca había comido algo tan rico como lo que me había dado antes, era como si mi cuerpo me pidiera más comida rica y no aguantará mas el volver a tener hambre, él sonrió y asentó.
- Así que la pequeña tiene hambre de nuevo, venga vamos te llevaré a comer algo delicioso - empezó a bajar las escaleras haciendo que yo me aferrará a él, estaba bajando a la oscuridad, eso era malo - tranquila peque, conmigo no tienes que volver a tener miedo nunca.