Devak observó el plato de comida frente a él y luego contempló a su tío, quien le observaba con una gran sonrisa, y después al omega sentado a su lado. —¿Es necesario? —preguntó. —Absolutamente —asintió Alan. —Definitivamente —dijo a la misma vez Mattias. —Pero... —dudó observando nuevamente la comida—. Esto no siquiera se ve comestible —se quejó, haciendo pucheros al igual que un niño pequeño. —¿Quieres ser perdonado o no? —cuestionó Mattias, cruzando los brazos sobre su pecho. —Sí —suspiró, y observó la cosa entre verde y blanca que parecía una especie de masa burbujeante—. Pero no creo que esto sea la forma de solucionarlo —indicó—. Se acaba de mover. —Estás exagerando —bufó su tío. —Entonces por qué no estás comiendo tú lo mismo —refunfuñó. —Porque yo no soy quien debe de ser

