Keyra abre poco a poco los ojos y se da cuenta que está legada a una silla con los brazos amarrados por detrás. -¿Qué sucede? ¿Dónde estoy? Detrás de ella le responde una voz: –Mmm... ¡al fin! Al parecer te gusta dormir mucho, ¡PICHONCITA! Keyra con un nudo en la garganta, al escuchar esa voz, hizo que se le ponga la piel de gallina e inmediatamente su cuerpo empezó a temblar. –¡Esa voz! ¿Tom? ¿¡Eres Tom!? –¡Sí, acertaste! Al parecer recuerdas mi voz perfectamente. ¿Me extrañaste? –Se acerca a ella cogiéndola de su pequeña mandíbula. –Haz cambiado, te haz vuelto más hermosa que antes. Quizás esta vez sí me vas a ser completamente útil, ¡Jajaja! –Ríe malévolamente. –¡Déjame ir idiota! ¿¡Qué te hice para que me vuelvas hacer esto!? –Keyra le grita sulfurada. –¡Cállate!, no me resp