Lyanna sonrió alegremente al ver a Cris traer consigo dos caballos. Eran hermosos y tan grandes. A ella le encantaban los caballos, pero no era la mejor montando. Cuando tuvo ocho años montó sola por primera vez, después de que su padre le regalara su primer caballo. Él era un gran jinete, al igual que su madre. De pequeña, una de las cosas que más amaba Lyanna, era ir al rancho familiar y montar a caballo junto a Melissa, o con Noah cuando él llegaba de visita, pero no se había animado a hacerlo sola hasta que su padre le dio a Sky. Sin embargo, las cosas no salieron bien. Cayó del caballo y desde aquel momento prefería no montar. —Son hermosos —susurró Lyanna y se acercó para acariciar a uno de los caballos. —Ese es Róman, es muy manso —comentó Cris. —Es de mi hermanita, no te hará da

