—¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ! —gritó Lyanna entrando en la habitación de su madre, y lanzándose a la cama junto a ella, mientras Brooke entraba detrás llevando el desayuno que habían preparado. Ella se quedó sonriendo de pie cerca de la puerta. —¡Ly! —chilló Melissa, removiéndose en la cama y tratando de esconderse entre las sábanas. Brooke la entendía. Eran apenas las siete y treinta de la mañana de un domingo, pero claramente eso a Lyanna no le importaba. —Despierta, mamá —Lyanna echó su pierna sobre el cuerpo de su madre y la atrapó en un abrazo. —¡ES TU CUMPLEAÑOS! —Ly, son las siete de la mañana —susurró. —¡En domingo! —la chica de ojos verdes sabia que la escritora no quería perder la batalla contra su hija. Brooke se acercó a la mesita de noche y dejó el desayuno. Se cruzó de braz

