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1244 Words
Hoy es el día. Estamos empacando para irnos dentro de media hora, Daniel dijo que un chofer nos pasará a buscar. Por último tome mi libreta y la entre en la mochila que llevaría puesta. Antes de lo previsto una bocina toca en la parte de abajo, en eso escuchó a mi madre llamarme, ya era hora de irnos, nos subimos y ya no había vuelta atrás. Iba distraída mirando todas estas casas tan grandes y las personas con dinero que deben de vivir en ellas, que de la nada habíamos llegado, me saqué los audífonos y los puse en mi cuello dejándolos caer por encima de mi pecho, salimos del auto y antes de dar otro paso observé la casa detalladamente por casi un minuto, sentí un caliente en mi hombro, volteó por encima de este y es la mano de mi madre. - ¿Estás bien? - Suspire. - Si, de maravilla. - Dije con una sonrisa. Me sonríe, caminamos hasta la entrada mi madre toca y nos habré una mujer que parece ser una sirevienta... - ¿Señora mildred? - Sí - Pasé por favor, yo les ayudó con las maletas. - Cuando iba a tomar la mía no la deje. - Yo puedo. - Ella sonríe y se lleva la otra. Enseguida sale un señor, no tan mayor pero mucho menos joven, mi madre se le acerca y se besan, miré todo lo que había dentro de la casa y a decir verdad es hermosa, muy delicada para vivir un hombre en ella. - Ella es mi hija Samantha - Preste atención cuando escuché mi nombre, sonreí por no parecer nerviosa. - Mucho gusto señorita - Dijo feliz. - Gracias. - Dije sin más. - ¡James, baja un momento! - Dijo casi gritando el señor. Oh mi Dios, definitivamente es el chico que me enseñó Erika, pensé cuando iba bajando por las escaleras, su rostro mostraba ni el más mínimo afecto o interés a nuestra llegada, primero posa su mirada en mi, una mirada penetrante y fija que me hizo sonrojar, el me sonríe de una manera coqueta y se dirige a su padre. - ¿Recuerdas que te conté que vendrían a vivir a la casa? - El asiente sin dejar de mirarme cosa que me puso muy incómoda y baje la mirada. - Son estas hermosuras. Mildred y su hija Samantha. - Dijo señalandónos. - Bienvenidas - Dijo seco. - Enseñale la habitación a Samantha, por favor - Con gusto, vamos - Dijo tomando mi maleta, le seguí el paso y subí junto a el. Deja la maleta en la entrada y me mira. - Mi habitación está al frente si necesitas algo más - Dijo muy seguro de si, solo sonreí. De la nada y como si el tuviera la confianza de hacerlo me toma de la barbilla levantando así mi mirada. - No tengas miedo - Reaccione de una manera que pensé que nunca era capaz, hice una mueca de desagrado hacía su persona. - ¿Quién te crees? no tengo diez años estúpido. - Después de lo dicho me quedé sorprendida por lo que le había dicho, el sonríe mucho más y a la vez se sorprende a mi respuesta, agarra aún más fuerte mi barbilla y la alza hasta su rostro, puse mis manos por encima de las de él para que me soltará. - No seas una malcriada, estas en mí casa ¿entiendes? - Acerca demasiado su cara a la mia que podía sentir su respiración. - Gran cosa estúpido. - Las palabras fluian de una manera impresionante que nunca me había pasado, y menos con un chico. Y cabe aclarar que nunca e tenido un novio en mis dieciocho años de vida. Me safe de su agarré le mostré una cara de asco y entre en la habitación cerrándole la puerta en la cara, puse seguro. Tome mi tiempo para desempacar y poner mis cosas y ver donde esconder mi libreta, había una pequeña abertura en el closet y ahí la puse. Escuché que tocaron mi puerta entonces me levanté del escritorio para poder abrir. - ¿Si? - Ya esta la comida - Me dice la muchacha, no sabría como llamarla. - Voy en un segundo - Se va. Cuando iba a salir me fijé en la habitación de James disimulando lo vi tumbado en su cama escuchando música con las luces apagadas, una forma rara de relajarse, lo vi moverse, me espanté y seguí mi camino. Bajando las escaleras siento que alguien esta bajando junto conmigo ya sabía quién era así que ni me moleste en girarme a ver. Por desgracia me senté al lado del estúpido que se cree mejor que todos. - ¿Cómo se llevaron? - Nos pregunta Daniel, deje de comer y casi me ahogo después de su pregunta, James se adelanta para hablar. - De maravilla ¿no es así hermana? - ¿Pero que le pasa?. - Sí. - Ya que no me queda de otra que decir que si a todo aquí. - Tengo una duda sobre mis estudios. - Eso esta arreglado, James te enseñará el Instituto. - O sea que estaré con el, genial, lo que quería. Miré a mi lado y lo vi sonriendo plácidamente lo cual me molesta aún más. Es tan ingreido. - ¿Podrían venir unas amigas a la casa?, será breve. - Obvio, está es su casa. - Perfecto, al menos podrán venir cuando sea. Terminé de comer y de inmediato las llame y aceptaron venir, por mi no, más por James, cuando se enteren de que es un ogro que solo piensa en si mismo seguro lo van a odiar tanto como yo ahora mismo. *** Les estoy diciendo todo lo que me pasó cuando llegue y no se lo pueden creer, mucho menos Erika que lo pintaba de otra manera, por obras del demonio se me olvidó cerrar la puerta y en eso se asoma James en el marco de la puerta, noté que Erika se puso tan roja que se podía confundir fácilmente con un tómate. - ¿Qué quieres? - Pregunté. - Que linda eres hermanita, hablas muy delicado. - Dijo sarcásticame. - Habla y vete. - Sólo pasaba a saludar y conocer a tus amigas, ya que somos hermanos ¿No? - Hermanastros. - Dije entre dientes. Sin permiso entra hasta donde estamos sentadas que es en el suelo. - ¿Cómo se llaman? - Erika... - Viviana - Dijeron cada una. James no dejaba de mirar a Erika cosa que era inevitable para todos, estaba muy sonrojada y nerviosa. - ¿Su amiga es tan malhumorada todo el tiempo o solo soy yo que lo veo? - No, ella es una dulzura. - Con la personas que me caen bien. - Dije después de que vivi dijera eso. - ¿No te caigo bien? - Dijo ofendido. - Siento mucho decepcionante, pero no, ni un poco, y ahora ya vete. - Que mala eres, luego yo soy el malo. - Se levanta me acaricia la mejilla antes de estar complemente arriba y se va, me levanté y cerré la puerta con seguro. - Es un fastidió. - Dije. - ¡Pero si es un amor! - Dijo vivi, tenía la boca entre cerrada sorprendida por lo que dijo. - ¿Perdona? Es el mismísimo demonio. - Es más hermoso de lo que pensé. - Dijo Erika mirando a la nada y cambiando el tema. - No pos si se te ve desde narnia que te encanta. - ¡Es un Dios griego! - Dijo. - Ya dejemos de hablar de ese engendro del diablo. ¿que piensan hacer mañana? - Nada. - Iba a salir pero cancelaron el viaje. - ¿Nos juntamos de nuevo? - Yo con gusto - Dijo Erika. - Eso ya lo sabemos - Reímos.
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