Capitulo :El Último Refugio y El Despertar de la Luz La camioneta llegó despacio a la casa principal de la manada de Luna de Acero. El motor apenas murmuró antes de apagarse, dejando que el canto de los pájaros del atardecer llenara el aire dorado. Del lado del copiloto, Eleonor bajó con una sonrisa suave aún dibujada en el rostro. Había sido una tarde mágica, sencilla... humana. Tomados de la mano, caminaron hacia la entrada. Sus pasos crujían sobre la gravilla del sendero, como una canción tranquila que solo ellos podían escuchar. Desde el porche, Esteban y Lilay los miraban llegar. Esos veteranos de la manada —sabios, pacientes, endurecidos por los años y las pérdidas— intercambiaron una mirada silenciosa. Una paz distinta flotaba en el aire. Una paz tan serena que parecía env

