Capítulo 2

1077 Words
Había sido más fácil de lo que esperaba conseguir un taxi. Supuse que los gemelos que me impidieron conseguir uno resultaron ser una bendición, porque ahorré en la tarifa de reserva. Pero no estaba ni remotamente agradecida por eso. —Estúpida—murmuré para mis adentros, vaciando la alcancía donde dejé el cambio. Salí con tanta prisa que olvidé mi billetera en casa de los gemelos. El taxista me había mirado con evidente irritación cuando rodeé mi bolso con mi brazo diez veces.Cada vez tuve la esperanza de que la billetera se hubiera enterrado en alguna grieta de difícil acceso. Después de sumergir todo el contenido de mi bolso en el asiento trasero del taxi, quedó claro que mi billetera no estaba allí. El taxista tamborileó con los dedos en el volante, muy impaciente. Bajé del taxi, subi a mi departamento y luego baje corriendo las escaleras hacia él—.Gracias por esperar. Veinte dólares y cincuenta centavos—.Gracias por su tiempo, señor—y luego se fue. Realmente debería haber tenido una tarjeta de crédito de repuesto conmigo, pero odiaba vivir a crédito, así que solo tenía una. Esa tarjeta de crédito estaba muy bien guardada en mi billetera. Planeaba pedir pizza hoy y no hacer nada más que mirar televisión en pijama, pero supuse que en lugar de eso serían fideos instantáneos.Me dejé caer sobre mi puf y me froté los ojos. Todavía no podía creer que tuviera un trío con dos hermanos increíblemente hermosos. Lo peor fue que no podía recordar ni un solo segundo. Justo cuando empezaba a sentirme cómoda sonó el timbre de la puerta—¡Ya voy !—dije. Cuando abrí la puerta, lo primero que me llamó la atención fue la confusión—¿Qué estás haciendo aquí? Daniel, mi exnovio, estaba parado en la puerta de mi casa.Me arrojó un periódico a la cara. —¿Cuál es el significado de esto? Estaba tan cerca que no podía distinguir las imágenes ni las palabras. Cuando di un paso atrás para finalmente poder verlo claramente, la confusión me golpeó una vez más. No... eso no puede ser... –¿Qué diablos estoy haciendo en la portada?—pregunté, arrancando el papel de sus manos. —Debería ser yo quien te pregunte eso. Tú eres quien llegó allí. Los titulares decían: —La nueva chica misteriosa de los hermanos Clarrion. Era sólo cuestión de tiempo antes de que descubrieran quién era yo, a juzgar por lo claro que estaba mi rostro en la página. El fotógrafo nos tomó una foto cuando estábamos dentro de un auto, uno de mis brazos alrededor de Liam mientras lo besaba, con lengua y todo.Este fue el final de una vida social normal para mí. —¿De dónde has sacado esto?— agité el papel hacia la cara de Daniel, sin creer del todo su contenido— .En la tienda. Estás por todos lados. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que uno de mis conversadores colegas me venda al periódico, o hasta que esos molestos paparazzi logren localizarme? ¡Los hermanos Clarrion! No es de extrañar que aquella mañana me pareciera tan familiar: aquellos ricos herederos de Empresas Clarrion. Esa antigua y establecida empresa que se ocupaba de propiedades, casinos y todo lo relacionado. Incursionaron en la actuación y el modelaje cuando eran adolescentes (no mucho, ya que solo lo tomaban como un deporte) y su atractivo aspecto combinado con su fortuna los impulsó a la fama.¿Por qué no los reconocí? Sabía que eran ricos porque me encontré saliendo de la suite de un hotel de cinco estrellas, pero no de esta manera.Quizas vivían en esa suite. Apenas me mantuve al tanto de los chismes de celebridades, así que no les presté atención… hasta ahora. Me juré a mí misma no volver a emborracharme nunca más, excepto quizás esta noche porque realmente necesitaba un trago de alcohol. Le devolví el papel a Daniel y estaba a punto de cerrarle la puerta en la cara cuando me agarró del brazo. –No irás a ninguna parte sin al menos darme una explicación adecuada. —No te debo ni una. Rompimos ayer. ¿Recuedas? —No sabía que estaba saliendo con una puta así–dijo en voz baja. Fue entonces cuando cruzó la línea. –¿Yo? ¿Una puta? ¡Fuiste tú a quien encontré durmiendo con esa… esa zorra en mi cama!—su comportamiento de repente dio un giro y cambió después de que mencioné eso. —Vine aquí para disculparme. Te quiero de vuelta, por favor. Mis oídos deben haberme estado gastando una broma. ¿Existe realmente gente tan ridícula? —¿Eres un idiota? Sacudió la cabeza. —No, después de que me dejaste ayer me di cuenta de cuánto te amo. Necesito que vuelvas a mi vida. Mira, incluso compré este anillo para demostrarlo. No hablaba en serio, ¿verdad? No sabía si reírme o abofetearlo con toda mi rabia cuando se arrodilló, sacó un anillo y dijo: —¿Quieres casarte conmigo? —Vete a la mierda—le cerré la puerta en la cara y la cerré antes de que me detuviera. Le tomó un tiempo comprender lo que había sucedido, como lo demuestra el breve silencio, pero una vez que lo hizo, se aseguró de hacer saber su disgusto. El golpe en la puerta llegó rápidamente. —Por favor, cariño, háblame. —Vete, Daniel. Estás siendo un dolor de cabeza para mí. —Me doy cuenta de mi error, ¿vale? Es solo que la conozco desde la secundaria, está buena y tomé unas copas…–arrugué la nariz con disgusto. — No me vengas con eso. Definitivamente no estabas borracho ¿Todavía se atrevía a hablar de lo "Buena" que era? —No me iré hasta que tú salgas. —Bien por mi. Entonces quédate ahí. Saqué mi teléfono y busqué para ver si tenía alguna buena música para distraerme. Fue entonces cuando vi 15 llamadas perdidas: doce de mis padres y tres de mi mejor amiga.Esta iba a ser una gran mañana.Daniel se había ido en algún momento durante mi conversación de tres horas con mi padre, como era de esperar. Una parte tonta de mí tenía fe en él, pensando que en realidad se quedaría y esperaría. Sin embargo, cuando abrí la puerta y encontré el pasillo tranquilo y vacío, no me sorprendió ni me decepcionó en lo más mínimo.
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