—Entonces, ¿cuál es el problema con Nathan? —cuestionó Alex tomando asiento frente a su primo, dejando una taza de café frente a él. —¿Por qué crees que se trata de un problema con él? —evadió. —Porque no hablas realmente temas de la manada y su seguridad conmigo, eso lo haces con tus otros dos hermanos. No estás herido aparentemente porque lo que en tu ronda nocturna habitual no te encontraste con ninguna sorpresa —observó—. Y con todo eso, mi única conclusión es Nathan. —A veces odio esta parte de ti qué cree saberlo todo —gruñó arrugando su nariz con desagrado. —¿Y bien? ¿Qué fue lo que le dijiste? ¿Cómo lo arruinaste? —reiteró. —Yo no arruiné nada —bufó—. Los estúpidos en la cocina con los cuales estuvo trabajando la semana pasada lo hicieron —espetó molesto. —¿Qué hicieron de ma

