ANÓNIMO (E)

508 Words
He buscado por mucho tiempo esta sensación de nuevo, queriendo sentir la adrenalina de ver como mis víctimas pedían piedad para liberarlas. Se retorcían por deshacer el nudo en sus manos, esa pequeña esperanza que albergaban por huir. La había encontrado con esta víctima. Me gustaba buscar presas que fueran un poco difíciles de atrapar, odiaba la idea de encontrar a una persona tan débil como para defender su vida. He atrapado a una nueva presa hoy, es majo. Es niño rico, eso podría costarme un gran problema. Viniendo de familia adinerada podrían buscarlo por mucho tiempo, tengo que ser muy ágil en no dejar rastro. Me lo he encontrado por casualidad, estaba saliendo de cenar con mi madre, que me había dicho lo insuficiente que soy, y que me mato trabajando y no tengo nada en la vida. Eso me causó mucha molestia y salí de allí antes de que dijera e hiciera algo de lo que me arrepentiría. Mamá cree que soy un hijo fracasado, no pierde ni un segundo en repetírmelo cada vez que me ve. Este chico majo se detuvo y me ofreció llevarme por un trago. Acepté. Solo que bebí de más y lo traje a mi casa, lamentablemente encontró algo que no debería haber visto. La habitación de mis trofeos. Como todo aficionado a su deporte, coleccionaba trofeos. Yo lo hacía con algunas partes u objetos de mis víctimas. Desde mechones de cabello, fotografías a aretes o un zapato. La cantidad de trofeos iba más allá de veinte. Un número elevado para el que quisiera verlo del modo trágico, pero un número muy pequeño para mí. ¿Dónde estaban los cuerpos? La mayoría enterrados en mi patio trasero, como flores en mi jardín. Los otros habían sido desaparecidos con ácido, y unos que otros los había olvidado en algún lugar donde no pudieran encontrarlos tan fácilmente. He de recordar que hubo uno al cual dejé a vista pública. Solo que no había escuchado nada sobre su cuerpo, ya hace una semana de ello. pronto estaría en los noticieros u periódicos, cuando le encontraran en su departamento oliente a podrido. —¿Qué harás conmigo? —huelo el miedo en su voz. Eso es exquisito. —Nada que no quieras que te haga. —llevo mi copa de vino a mis labios y saboreo de ellos. Rico. Desnudé al chico y ahora lo tengo a mi merced, sujetado a la cama. Le he traído a mi sótano, el cual he cubierto con paredes insonorizadas, para que los gritos de mis víctimas no salgan. —¿Es por sexo? Podemos tener consensuado, no hay problema ¿eres pasivo o activo? —hago una mueca —no importa, puedo ser el que quieras. —Chico lindo. Harás lo que yo quiera. Dejo mi copa de vino en la mesilla y me quito la bata de seda, para dejar descubierto mi cuerpo, he trabajado duramente en él. Y el chico no duda en mirar mi polla. Eso es lo que te vas a comer, niño lindo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD